Bernardo Castro pasó mucho tiempo viendo el Desfile de Autos Clásicos y Antiguos desde la barrera. Siempre llevaba a sus hijos y a veces veían pasar el Chrysler Royal Business, que había sido de su padre, que también se llamaba Bernardo. Cuando él falleció, en 1982, el auto salió de la familia y pasó a manos de otro de los gomosos de los carros antiguos de Medellín, que lo sacaba de vez en cuando.
Del Chrysler Royal Business solo se hicieron 298 unidades en su momento, de las cuales quedan en el mundo 15. La de los Castro es la única unidad en Sudamérica.
Hace tres años, los hijos de Bernardo lograron recuperar el Chrysler y se lo regalaron de cumpleaños. Esos tres años es lo que lleva el carro en restauración, salió del taller dos días antes del desfile.
Juan Guillermo Garcés, que ha sido amigo de Bernardo desde que hicieron la primaria en Bolivariana, le siguió el rastro durante años para llevarle noticias a su amigo. Al principio dio con dueños cuidadosos, que lo guardaban bajo techo, luego lo compró “un señor en Caldas que lo mantenía al sol y al agua”, lo que le causó gran deterioro.
Cuando lo recuperaron los hijos de Bernardo, lo llevaron a restauración, pero el arreglo duró poco y el carro terminó de vuelta al taller por otros 8 meses. “A ese taller le dicen El Purgatorio, el que entra no sale”, comenta Garcés. Pero el Chrysler salió.
Por fortuna, el vehículo no solo es patrimonio familiar, sino que también fue declarado como patrimonio histórico por el Museo del Transporte Fundación, por lo que recibe atención especial. En este punto, ya es invaluable.
Bernardo lo sacó este año a desfilar por primera vez, con sus nietos y su hija. “Era el anhelo de mi papá toda la vida, siempre lo teníamos presente, queríamos recuperárselo para que él tuviera ese recuerdo de su papá”, cuenta Vanessa Castro, que acompañó a su padre en la primera exhibición del Chrysler después de la restauración. La idea es que siga en la familia y pase de generación en generación.
Participar de la tradición
Este año, 140 de los 285 autos que salieron a desfilar lo hicieron por primera vez. Según explicaba la organización, la pandemia les dio la posibilidad a muchos de emprender nuevos proyectos o comenzar con este hobby, que exige conocimiento y presupuesto.
Así fue para Nilson Rivera, que sacó su recién adquirido Chevrolet del 61. A Nilson siempre le habían gustado los autos y durante mucho tiempo tuvo una chiva, pero decidió venderla para comprarse por fin un clásico. Afortunadamente, su conocimiento en mecánica le facilita el cuidado del vehículo y hace parte de lo que disfrutan quienes tienen uno de estos. “Hay que dedicarles tiempo”, afirma. La afición la comparte con su hijo Nilson, que lo acompañó en el evento para turnarse el volante durante el tiempo que duran las actividades alrededor del desfile, aproximadamente 10 horas.
Una tradición heredada
La mayoría de los aficionados a los carros antiguos han heredado el hobby. Así fue para Yesid Arboleda, que este año sacó a desfilar una Ford modelo 66 que es de uno de sus tíos. Todos en la familia Arboleda son amantes de los carros antiguos y este año salieron a las calles tres de los vehículos de su propiedad.
La Ford del 66 está en la familia hace más o menos diez años y desde entonces participa del evento. Además, la sacan con frecuencia a dar vueltas por Oriente y se lleva todas las miradas, uno de los planes preferidos de los coleccionistas. En el 2019 también estuvo en el desfile, pero con una temática más campestre, este año se decidieron por el brillo de la época, un atuendo que empezaron a planear hace veinte días. Combinaron la ropa con el color del auto y decoraron con flores y una bicicleta del mismo año.
Jacobo, el hijo de Yesid también salió a desfilar y tiene el gusto familiar por los clásicos, aunque todavía es muy joven, probablemente adquirirá con el tiempo los conocimientos y saberes que ya dos generaciones de Arboledas han cultivado y tendrá la tarea de continuar el legado.
Después de dos años sin desfilar, a pesar de la lluvia, la emoción de reencontrarse se sentía en el aire, más por ser la conmemoración de los 25 años del desfile, tiempo en el que instituciones como el Museo del Transporte Fundación y todos los clubes que lo conforman se han encargado de mantener el certamen como uno de los más interesantes de la Feria de las Flores.
Así como las familias se transmiten el gusto por los autos clásicos de generación en generación, la comunidad que se crea alrededor del cuidado de estos vehículos también traspasa los años. Familias y amigos que comparten “la pasión por estos fierros”