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La sastrería, oficio que aún da puntadas

La exclusividad, el detalle y la posibilidad de diseñar sus propias prendas, son algunas de sus ventajas.

  • Personal de la Sastrería San Joaquín. FOTOS Julio César Herrera
    Personal de la Sastrería San Joaquín. FOTOS Julio César Herrera
31 de octubre de 2016
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Con el número 018 Luis Eduardo Martínez se ganó el chance de 6.000 pesos que le permitió montar su negocio en el año 1976. Un garaje en alquiler, dos máquinas de coser, telas, hilos, agujas, botones, cremalleras, alfileres, tizas, tijeras y un metro, fueron suficientes para que la Sastrería San Joaquín empezara a prestar sus servicios de confección sobre medida y arreglos.

Martínez llegó de Salgar buscando fortuna a la capital antioqueña. Gracias a su hermano mayor aprendió el oficio de la costura y entre cliente y cliente perfeccionó sus puntadas, ganó fama y creció el negocio.

El tomador de medidas

Víctor Martínez recuerda que cuando era pequeño iba a separar los botones por colores al negocio de su papá. “Era como un castigo pero nos ponían a hacerlo para que le cogiéramos amor al negocio”, cuenta Martínez quien esta al frente de la Sastrería San Joaquín con su hermana Natalia, hace diez años, y desde antes era quien recibía al cliente y con metro en mano y les tomaba las medidas.

El cortador

Octavio Osorio trabaja como cortador hace 35 años. Antes de tener las tijeras como herramienta confeccionó por cinco años, y aún asegura que podría sentarse a complacer a un cliente con la máquina. “Hay mucha gente que le gusta lo que se confecciona sobre medida y al gusto de ella. Me gusta darle gusto a esa gente”, responde Osorio cómo si alguien le hubiera preguntado por qué le gusta su oficio.

La modista

“Tengo experiencia en ropa femenina e infantil, pero aprendí de todo porque estoy en esto hace 35 años”, dice Bernarda Hernández, la modista del lugar. Cuando se le pregunta por las telas que le gustan habla de la licra, “es muy fácil para trabajar pero no es usual porque casi no se le ve la gracia”, afirma, aduciendo que el chifón y el chalis “son de las telas más delicadas para confeccionar” y que el paño inglés sigue siendo el rey.

El oficio

Los Martínez notan cómo el sector, aunque crece en diseñadores y roles, disminuye en insumos nacionales. “La industria textil productora de telas en Colombia se acabó. Indulanas ya no está y Paños y Paños se fue de Medellín. Si el cliente quiere un paño debe tener dinero porque al ser importado es costoso”.

Sin embargo, la tecnología ha facilitado el trabajo manual, pasando de ocho días para la confección de un saco, a ocho horas, por ejemplo. La modista recuerda que antes hacía a mano ojales, sesgos, ruedos y pegaba botones, “y la planchada era muy complicada, ahora con el vapor eso también se facilitó”.

No obstante, coser sigue siendo una labor manual y personalizada. Por ello las sastrerías son lugares únicos de creación donde las ideas, acompañadas de un boceto, un recorte de revista, o una foto de Pinterest, dan como resultado la pinta para una fecha especial.

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