Dalí no es Dalí sin sus bigotes largos que, casi, le tocan las pestañas. En 1964, no obstante, no eran tan extensos, pero seguían siendo bigotes y seguía siendo Dalí.
"Los acorté ligeramente y ahora uso unos aditamentos que los convierten en radares; con una sustancia vegetal especial hago que sus puntas se muevan para que actúen como antenas giratorias", le dijo el artista español a Leonel Estrada, el crítico, en una entrevista que publicaron El Colombiano y El Tiempo, el 8 de marzo.
Leonel Estrada, que también era odontólogo, tenía una teoría. "Su maxilar inferior conserva todavía los incisivos de leche. En el superior no le nacieron dientes incisivos laterales (oligodoncia), lo cual dio motivo a un subdesarrollo de la región labial, debajo de la nariz. Creo que esta es la explicación por la cual usa bigotes llamativos. Busca distraer la atención de su defecto".
Dalí, el hombre
Salvador Felipe Jacinto Dalí nació en 1903, primero de agosto. Un año después de la muerte de su hermano Salvador Galo Anselmo, que tenía dos. Primera muerte que lo ensombrece. Salvador, pequeño, se siente como un reemplazo. "Durante toda mi niñez y mi juventud, viví con la idea de que era parte de mi hermano muerto... mis padres hablaban constantemente del otro Salvador". Su madre, Felipa Dómenech, consintió y cuidó a Dalí, tanto como pudo. No lo perdía de vista.
El artista contó que para sacarse de sí a su hermano, desempeñó el papel de genio y adoptó toda clase de poses excéntricas.
La segunda muerte, cuando tenía 17, fue la de su mamá. El peor golpe de su vida, y aunque ya sabía que quería ser pintor, hizo una promesa, "(...) que un día rodearía mi glorioso nombre y rescataría a mi madre de la muerte y del destino".
Lo cumplió. Dalí, expresa Carlos Arturo Fernández, profesor de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia, es una de las figuras más famosas, pero no el artista más importante del siglo XX. El español Juan Antonio Ramírez, que tanto lo estudió, "decía que Dalí es como un basurero, donde hay cantidad de porquerías, de malas obras, de asuntos pésimamente resueltos, pero en medio de eso se encuentran joyas. Elementos maravillosos".
Lo que sabía Dalí era darse publicidad. Era un espectáculo y su excentricidad, continúa Carlos Arturo, llamaba la atención en un momento pacato de la sociedad. Tal vez no pasara lo mismo ahora, donde hay más excéntricos, como Lady Gaga.
"Adoro el dinero, pero, antes que todo, adoro a Gala —le contó a Leonel Estrada —. Siempre me ha deslumbrado el oro en cualquier forma que se presente". El problema no es, después, solo el dinero. Dalí no estuvo siempre, como Picasso, trabajando el problema del arte.
Lo escribió el crítico en su entrevista de 1964. "Dalí ha atravesado varios periodos, desde un academicismo, pasando por su famoso y personal surrealismo, hasta el de hoy en que sucede como una simbiosis de lo figurativo y lo abstracto. Desgraciadamente se ha visto afectada por muchos elementos extrapictóricos".
Dalí era un surrealista, aunque Bretón lo haya expulsado del movimiento, como a muchos más. Cuando en el renacimiento se inventa la perspectiva, explica el profesor, se habla de que en el cuadro está la realidad, como es. Dalí lo que hace es pintarla, aparentemente como es, aunque es otra. Dalí inventó el método paranóico-crítico.
Proceso que no lo aleja de la exactitud. "Su vida está llena de contradicciones —señaló Estrada—. En él se opera una continua batalla: clasicismo vs. barroquismo. Realismo vs. Surrealismo. Anarquía vs. Misticismo. Todo lo anterior vs. Daliísmo".
Dalí murió un 23 de enero. Hace 25 años, tenía 85. Era un genio, según él mismo. Nunca mejoró su ortografía. Empeoró. No pudo con la b y la v, nunca.
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