La campaña presidencial más competida y enconada en la historia reciente de Brasil terminó ayer con la victoria en segunda vuelta de la presidenta Dilma Rousseff y la revelación de un país polarizado que, sin duda, complicará la gestión de la mandataria en los próximos cuatro años.
La pelea entre la economista de 66 años y el socialdemócrata Aécio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), fue voto a voto: Rousseff, apodada por muchos como la "Dama de hierro" fue reelegida con un 51,45 por ciento de la votación, frente al 48,55 por ciento de su contrincante, según datos del Tribunal Superior Electoral con un 98 por ciento del censo escrutado.
"Gracias a todos. Quiero ser una mejor presidenta de lo que he sido hasta ahora", dijo Rousseff ayer después de conocer su victoria. Sin embargo, analistas consideran que la presidenta, pese a su promesa de hacer una reforma política, no la tendrá fácil en el futuro próximo.
Las razones: si bien el Partido de los Trabajadores desde 2003 ha transformado a Brasil sacando a 40 millones de personas de la pobreza, reduciendo el desempleo hasta mínimos históricos y avanzando contra el hambre, la economía del país se desaceleró bajo la dirección de Rousseff por sus políticas duras y a menudo impredecibles.
Esto, combinado con un entorno global menos favorable, hicieron ver a los días de robusto crecimiento de la década pasada como un recuerdo. Además, numerosos escándalos de corrupción, una inflación elevada y la frustración por lo precario de los servicios públicos llevaron a muchos a considerar a Neves, cuya agenda era más amigable con el sector privado.
La presidenta, no obstante, promete reforzar la participación del estado en la economía. Argumenta que el crecimiento débil es temporal y destaca las bajas tasas de desempleo.
"La economía, la recuperación de la industria nacional y el combate a la corrupción serán, sin duda, los grandes retos de Rousseff", dijo a El Colombiano desde Brasilia Marcelo Rech, director del Instituto InfoRel de Relaciones Internacionales y Defensa.
"Los dos primeros años del futuro gobierno obligarán a Rousseff a adoptar más medidas impopulares como aumentar las tarifas de energía, de combustible. Estas impactarán directamente los precios del comercio y de la industria. Brasil está en recesión técnica aunque el actual ministro de Hacienda insiste en afirmar que vamos bien", explica el especialista en Relaciones Internacionales.
Estrategia: crear temor
La contienda fue candente e impredecible. Rumbo a los comicios de primera vuelta, un accidente aéreo que mató a un candidato lanzó a la sucesora Marina Silva por momentos al primer lugar en sondeos. Luego los resultados de la primera ronda de Neves, senador y ex gobernador del estado de Minas Gerais, sorprendieron y unificaron a la oposición.
La elección entre Roussef y Neves dividió a los brasileños en dos bandos: los que creían que sólo la presidenta seguiría protegiendo a los pobres y avanzando en inclusión social, y los que estaban convencidos de que sólo las políticas más capitalistas de su rival pueden devolver a Brasil al camino del crecimiento sólido.
Michael Shifter, del Diálogo Interamericano, dijo a AP que la campaña de la mandataria logró sembrar temor de lo que podía pasar si pierde el Partido de los Trabajadores (PT).
"Estar a cargo en la presidencia tiene enormes ventajas, los recursos que tiene Dilma y la maquinaria del PT son más fuertes que los del PSDB", dijo Shifter. "La campaña creó el temor de que Aécio retrocedería en muchos programas y tuvo un efecto. Es difícil contrarrestar eso".
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