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A Dios rezando y con el tejo dando

Tenemos a la mejor árbitra del país, al equipo más gomoso de la tercera edad y a la campeona nacional ¿Quién les corrió la teja por el tejo en Antioquia? Un "Indio" es el presunto culpable.

  • A Dios rezando y con el tejo dando | Julio César Herrera | Antioquia La Grande se llama el equipo de la tercera edad que entrena todos los sábados en las canchas del Polideportivo de Envigado del cual hacen parte alrededor de 25 señoras y cinco señores. En Belén Las Playas entrenan tres clubes deportivos de la comuna y aficionados que lo practican recreativamente.
    A Dios rezando y con el tejo dando | Julio César Herrera | Antioquia La Grande se llama el equipo de la tercera edad que entrena todos los sábados en las canchas del Polideportivo de Envigado del cual hacen parte alrededor de 25 señoras y cinco señores. En Belén Las Playas entrenan tres clubes deportivos de la comuna y aficionados que lo practican recreativamente.
28 de mayo de 2011
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Como si tuviera en sus manos la lámpara de Aladino, el forastero frotó el tejo deseando que el próximo torneo al que fuera no coincidiera con la cosecha de un pueblo. La competencia siempre fue mínima y la victoria del equipo local era tan típica que cuando Alirio se atrevió a derrotarlo, los campesinos de la barra brava de tejo hurgaron en sus bolsillos y le dispararon pepas de mamoncillo.

"¡Este 'Indio' se acabó!- le cantaron al múltiple campeón nacional y doble subcampeón sudamericano de tejo, un minuto antes de que lanzara el hierro y dejara oliendo a pólvora el coliseo- ¡No sirve para nada, ya está viejo!" (Bis).

Era una arenga con verdades a medias. Cierto lo de 'Indio' y lo de viejo, pero falso lo demás. Aunque la edad lo había sacado del ranking nacional y a los cincuenta ya era historia del deporte patrio, seguía siendo el "heredero del cacique Turmequé", como otrora lo bautizaron los comentaristas de tejo.

No cualquiera le hacía moñona a las legendarias figuras del deporte autóctono. Le ganó al infalible 'Zurdo' del Meta, a la indomable 'Yegua' de Boyacá y al tenebroso 'Pipeta' de Bolívar. Dejó con piquiña al 'Chinche' de Fusagasugá y, al 'Pinocho' de Cundinamarca, le demostró quién era un campeón de verdad.

Para dejar señales de humo a 20 metros de distancia, anotarse 27 puntos en tres lances y coronarse como el mejor del partido, no le parecía necesario persignarse ni pronunciar la sofisticada oración del tejista que estableció la Federación Colombiana de Tejo: "Padre celestial concédeme la energía necesaria para que mi cerebro elabore la biodinámica de las mejores jugadas".

Y así alguien fingiera un ataque de tos, así remedara un estornudo o así lo azarara de frente, como solía hacerlo el público desde la tribuna para desconcentrar al visitante, después de haber sido payaso y trapecista, de arrendar un circo y hacerse a uno propio, ya era un mago para desaparecer los nervios, un malabarista con las rechiflas y un acróbata en la cancha.

Desde la tierra del 'sumercé'
Antes de que la electricidad llegara a su aldea cundinamarquesa, la llamita de un reflector de parafina y las mechas que reventaban los labriegos cuando practicaban tejo vespertino eran las únicas que alumbraban las noches de Alirio en su vereda de abolengo.

El 'Indio' improvisaba la cancha en un cajoncito de armario, lo llenaba de barro y lo regaba como a las matas para que no se secara. Lo aplanaba con brincos, ponía una herradura vetusta en la mitad y un sobrecito doblado en forma de triángulo que se hacía trizas cuando un disco metálico le caía encima y estallaba.

Ahora no recicla la chancla del caballo sino amortiguadores de volqueta. Sobre todo en Barrio Triste tienen presente que practicar tejo sin ese trebejo sería como jugar baloncesto sin aro o tenis sin red. Así que cuando hay un siniestro y los camioneros necesitan repuesto, los mecánicos siempre sacan la tarjeta del cliente número uno de Medellín que compra lo que para cualquiera no es más que un estorbo: "'Indio' arrime que por aquí le tengo un bocín".

Tanto el semillero de ponytejo, del que hacen parte 27 niños de Itagüí, como la jugadora de 77 años con su grupo de la tercera edad en Envigado, deliran cuando el disco cae dentro de esos cilindros en forma de espiral que se sumergen bajo la greda. La potencia femenina de la liga antioqueña en Barbosa vibra con los torneos de duplas y los clubes del área metropolitana con el duelo en equipo.

Los parches cerveceros juegan con los amigos en Belén, San Cristóbal, Antonio Nariño, Pedregal y Campo Valdés sin más reglamento que un brindis antes de tirar.

Y hasta los curiosos acuden al corrillo cuando el Indio sale de correría con su cancha portátil, predicando la buena nueva y desmintiendo la mala vieja del tejo.

Que los niños se acerquen
"El tejo no es nocivo para la salud- pregona el 'Indio'- tampoco es deporte de borrachos" advierte mientras el colmillo de la soberana nacional del tumerqué rompe una bolsita de agua para demostrar, antes de su desfile, que su puntería no está bajo los efectos de algún dopaje alicorado.

¡Boom!, estalla la mecha. Luego se escucha un aleteo seguido de un "¡quiquiriquí!" y el aplauso estridente de un público que se sonríe con el 'Gallito de Antioquia'. Merly Meneses es la actual reina nacional del tejo que cacaraquea con cada victoria.

No es la chica esbelta de los 60 centímetros de cintura, tampoco la de los 90 de barriga que antes de volar mechas, ejercita su mano haciendo brindis con botellas, pero sí es la campeona invicta a la que todo lo que le cuelga es oro.

A veces parecen culebreros y otras, un dúo de cuenteros. Andariegos por 35 municipios, buscan sucesores que se lo tomen en serio. Inician sus charlas contando que tienen reglamento desde 1939. Que aunque existe hace más de 500 años, solo desde 1954 le subieron el estatus y pasó de ser un invento aborigen a un deporte oficial.

Sobre el origen, narran que los ancestros de los tatarabuelos vieron a Satanás, a escondidas del sol, jugando tejo en un recóndito camino de Boyacá. Coinciden en que la cuna es el municipio de Turmequé y presumen que las indígenas chibchas competían entre sí para arrullar al cacique en una velada romántica.

Que el disco era dorado, recibía el nombre de 'zepguagoscua' e imitaba la trayectoria del sol desde el primer asomo hasta el ocaso; que el perdedor invitaba a totuma de chicha; que el ganador se llevaba el triángulo de oro que reposaba en el centro de la arcilla; y que el juego se hizo en silencio hasta que los españoles trajeron la pólvora y les cambiaron el metal precioso por el polvito mágico que tronaba y lloviznaba centellas.

Desmienten que la mascota del tejo sea la lechona y la cerveza su bebida oficial. O que las canchas sean el zaguán de la fritanga, la extensión de la cantina y el santuario del colesterol y el alcohol. Ante el tumulto describen que el uniforme de Gaitán cuando llegaba al cotejo era pantalón de paño, chaleco y sombrero. Que el expresidente López Pumarejo era dueño de una chichería en Bogotá con las mejores canchas de tejo. Que "Don Chinche" en la vida real es un presunto hincha del turmequé y dizque un tal 'Fandiño' era, del deporte patrio, nuestro 'Pelé'.

La vuelta a Colombia en tejo
Por un abierto de tejo conocieron a Madrid, por otro fueron a la Copa Guadalajara y ya están tanteando las posibilidades de asistir a la Copa Uepa. El primer evento, en un pueblito cundinamarqués, el segundo en otro vallecaucano y el tercero, en un barrio bogotano. Del Tolima, Risaralda, Nariño, Atlántico, César y hasta de San Andrés Islas han regresado con plancha, VHS, nevera, lavadora o licuadora que suelen dar de premio.

A la Virgen de Sabaneta, los fervorosos tejistas antes de asistir a cualquiera de los 28 torneos nacionales o a los tres únicos internacionales, le prometen ser abstemios y después le hacen un par de encargos: puntería sobre todas las cosas y buen genio para Chávez, porque cuando se enfurruscaba con Uribe y echaba chispas, la Copa de las Américas en Caracas la cancelaron y dejó con las mechas listas a los colombianos.

Merly aprieta su dije en forma de tejo y le ruega a María Auxiliadora que ilumine a más mujeres para que no le siga ganando a las mismas de siempre. Le preocupa que la selección femenina nunca haya salido del país porque no tenga contra quién competir.

Alirio le pide al cielo un coliseo para Medellín, porque las únicas canchas reglamentarias están en Castilla y no tienen techo, y las de Barbosa les quedan muy lejos. Que tuviera patrocinio, como otros deportes, y que a las señoras gomosas no les tocara rifar sancochos o gastarse la pensión para poder ir al torneo nacional de la tercera edad en Manizales.

Y anhela con que aún esté vivo cuando la gente se programe los domingos para ir a un partido de estos y que, para ese entonces, los hinchas puedan celebrar las mejores jugadas con la voz del primer locutor de tejo de la historia, que aún no existe.

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