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A Dumas

  • José Guillermo Ánjel R. | José Guillermo Ánjel R.
    José Guillermo Ánjel R. | José Guillermo Ánjel R.
09 de septiembre de 2011
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Querido, leído y tantas veces recordado Alejandro.

En el epitafio de su tumba se lee: "vivió como murió, sin darse cuenta".

Se dice que esta frase la escribió su hijo, el autor de La dama de las camelias y que aparece en la historia con el mismo nombre suyo.

Pero lo anterior es más una curiosidad que el motivo de esta carta, que tiene que ver con la creación y memoria del héroe, antes modelo moral y hoy palabra decadente y sólo apropiada para los diletantes, esos personajes que siempre quieren estar en el lugar del otro y por ello sin posibilidad de fondo.

Pero este no fue su caso: usted fue un maestro del folletín (la novela por entregas), una de aventuras y otras históricas, como la que leo por estos días sobre Napoleón, personaje muy seductor y que no pasó a la historia por nombrar un brandy, un postre y la colonia 711 (como algunos podrían creer), sino por su capacidad matemática aplicada a las batallas y su afán de curar el analfabetismo.

En su estilo, amigo Alejandro, ágil y de masas, Napoleón Buonaparte (después sin u), no es sólo un corso que llega a Francia sin saber francés, que escribe cuentos influenciado por Las mil noches y una noche (seguro la edición y traducción afrancesada de Galland) y juega con piedras determinando jerarquías y acciones por tipo y tamaño, sino un hombre que se hace mezclando experiencias, recuerdos, investigación sobre el entorno y deseos de aprender de otros.

Porque su Napoleón no se hace solo (no llega del cielo, como en algún libro sagrado o mitológico) sino que es producto de la curiosidad, del conocimiento de la alteridad (saber que el otro es importante) y la capacidad de dar identidad. Napoleón crea un ejército nacional tan francés como París.

Cuando usted narra a Napoleón, amigo Alejandro Dumas, se hace evidente que usted lo ama porque ese teniente corso que llega a emperador es un modelo para seguir, y no en términos de clase emergente sino de grandeza humana. Napoleón no es una suma de batallas e invasiones sino un promotor de un nuevo derecho de gentes, el creador de los politécnicos y un hombre que dicta grandes textos políticos en la gloria y en la caída, así como escribe cartas cortas a Josefina (su mujer) y a Hortensia (la hija). No habla usted de un héroe de caballo y mano escondida en el chaleco, tampoco de alguien que no para de mirar por un catalejo (como es la imagen de los cuadros) sino de un hombre que quiere modernizar el mundo y entiende que la educación es la nación y no otra cosa.

Alejandro Dumas, escritor francés (1802-70), con sangre de negro dominicano. Se hizo famoso con Los tres Mosqueteros y El conde de Montecristo y no escatimó vivir como los mejores, sin hacerse preguntas sobre finanzas e inversiones. Dumas es el escritor de los personajes inolvidables y realidades enriquecidas.

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