Tengo la fortuna de pertenecer a un grupo variopinto de amigos. Somos muchos y hay de todo, como en botica: abogados, floricultores, numismáticos, contadores, jubilados, políticos, ingenieros, médicos, escritores, Caminantes Todo Terreno, columnistas, negociantes, poetas y yo, que me desempeño como la madrina de la gallada, aunque a veces me dicen la mascota. Nada raro en un grupo de zanahorios al que también pertenece una Coneja. Tenemos varios nombres y ha sido imposible ponernos de acuerdo en el definitivo, pero el que mejor se ajusta es el de Conosdepasas, así pegado, que significa Cofrades Nostálgicos del Pasado. "y hace alusión a los archifamosos conos de las heladerías San Francisco y Sayonara, en el parque de Bolívar, cuando éramos jóvenes y quebradores", dice uno de los "helados".
Disfrutamos la costumbre de reunirnos una vez al mes, invariablemente en lunes, en la oficina del numismático, que más bien parece una alcancía, llena de monedas y billetes. La idea es discutir sobre un tema determinado, objetivo que la mayoría de las veces no logramos porque nos gana la indisciplina, pero no nos importa. El hecho de vernos, porque nos hacemos falta, es lo que nos mueve para acudir a la cita mensual. De afianzar el sentimiento durante el resto del tiempo se encarga la internet.
A lo largo de la vida el ser humano se rodea de personas que lo quieren, lo animan, lo corrigen, le ayudan a crecer y le dejan enseñanzas para siempre. Son los amigos. Y más que dictar una cátedra sobre su importancia, lo que quiero es agradecerles a todos los que se han cruzado en mi camino. A los de la niñez porque me ayudaron a coger confianza; a los de la juventud porque se les fue la mano y me hicieron creer, a punta de ideales, que éramos los dueños del universo; y a los de hoy porque al ritmo pausado de la adultez descubro feliz que no era una etapa terrible la cuarentañez.
A mis amigos de siempre, a los Conosdepasas, a los de Tiromalo y a mis queridos lectores que cada semana me tiran algo, ya sea una flor o las orejas, gracias mil por hacer de mi vida una montaña rusa de emociones. No encuentro palabras para decir, sin que suene muy chirriado, cuánto los quiero y los valoro. Por eso en estas tardes ajetreadas de fin de año, cuando el espíritu se llena de sentimiento y la nariz de mocos, deseo para ellos y para todos los que ahora leen esta columna, que 2009 los coja y les dé tres vueltas de felicidad. Y que en los momentos difíciles, que son inevitables, recuerden aquella hermosa frase de un anónimo: "Los amigos son ángeles que nos llevan en sus brazos cuando nuestras alas tienen problemas para saber cómo volar". Y también deseo para todos la capacidad de agradecer con generosidad, tal como lo hace otro de los Conosdepasas: "Señor, gracias por todo lo que me has dado. Si todavía me quieres dar más envíalo que aquí te lo recibo, pero dejo constancia de que ya todo me lo diste". ¡Feliz año!
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