A Juan Carlos Botero el mar lo inspiró muchas veces. Todavía le encanta, desde luego, "pero ahora estoy escribiendo de otros temas", dice él. Uno de ellos, el arte de su padre, el pintor Fernando Botero.
El escritor nos habla, con una amabilidad indescriptible, sobre el libro que será publicado este año, y también sobre lo complicado o interesante que puede ser tener como padre a alguien tan importante, pero eso sí, orgullosísimo de serlo.
¿Alguna vez se ha sentido como a la sombra de su padre?
"Entiendo la pregunta. Me la han hecho antes. Y la verdad es que no, hoy en día no me siento opacado. Al comienzo de mi carrera, cuando aún no había escrito mis propios libros, sí tenía esa sensación y era poco menos que abrumadora. Pero hoy en día la siento mucho menos. Llevo más de 20 años escribiendo en los principales diarios del país, y he publicado cientos de artículos en medios nacionales e internacionales, y este año publico mi octavo libro, de modo que, para estas alturas, ya es claro que tengo un espacio profesional propio. Pero no ha sido fácil, por supuesto".
¿Ha tenido que valerse de "estrategias" para construir su propio nombre?
"Bueno, sí. Una de esas fue siempre concursar por fuera del país, porque pensé que si ganaba un premio literario en Colombia, debido a la fama de mi padre, mucha gente no lo iba a reconocer. Por ello siempre concursé por fuera y con seudónimo para que no hubiera duda alguna acerca de mi participación en el certamen. Y otra estrategia fue, durante años, no escribir sobre él, justamente para eludir las comparaciones (que siempre son odiosas) y para evitar cualquier sospecha acerca de un uso indebido de su fama. Sin embargo, hoy en día eso ha cambiado. Ha pasado tanto tiempo y creo que ya poseo la suficiente autonomía y madurez para escribir acerca de su trabajo y decir lo que pienso, sin que eso sea mal interpretado. De hecho, este año publico un libro sobre el arte de Botero, y no sé quién está más entusiasmado con el proyecto, si él o yo".
¿Podría adelantarnos un poco sobre éste?
"Se trata de un libro titulado El arte de Fernando Botero , y tiene unas 300 páginas. Es un texto que describe la estética del artista, explica su arte y por qué él pinta de cierta manera y no de otra. Está dividido en los seis temas principales que ha retratado en su obra, y las seis convicciones centrales de su propuesta estética. Está escrito con muchísima información que he tenido el privilegio de ver y escuchar de cerca y de manera directa, pero está redactado en forma "objetiva", si se puede decir así, a tal punto que las personas que lo han leído dicen que no parece escrito por un hijo del maestro sino por un analista que ha sido invitado a conocer la intimidad profesional del artista. Esa opinión me gusta, pues de eso se trataba. La ironía es que sospecho que la obra de mi padre es una de las más famosas y populares del mundo, pero a la vez es una de las más incomprendidas (la mayor parte de la gente -incluso de muchos críticos y escritores de prestigio- piensa que él pinta gordos), y la intención del libro es explicar, en forma clara y accesible, en qué consiste la propuesta creativa de Botero".
¿Cuál es su logro que pone más orgulloso a su papá?
"El hecho, supongo, que trabajo con honestidad y disciplina en mis propios libros. Y también que trato de ser un buen padre y miembro de familia. Para él eso es algo prioritario".
¿Y el de su papá, que más orgullo le produce a usted?
"Como artista, que él haya creado un estilo propio, original y fácil de reconocer. Y, como persona, que sea un modelo de generosidad y desprendimiento. Ser hijo de Botero es una permanente lección de humildad, pues uno está en contacto íntimo y cercano con la verdadera grandeza humana, y eso ayuda a mantener una saludable perspectiva acerca de los posibles logros personales".
Esa relación de nombres, de decir por ejemplo, Juan Carlos, el hijo de Fernando Botero, pareciese casi inevitable. ¿Se vuelve molesto?
"Sí, un poco, lo confieso. Cuando un medio menciona a uno de mis colegas escritores, nunca dicen de quién es hijo, nieto o sobrino. En cambio conmigo siempre agregan "hijo de Fernando Botero". Eso no ayuda para crearse un espacio propio, ya que mucha gente reacciona al saber que uno es hijo de alguien famoso. Y la mayor parte de las veces esa reacción, para ser honestos, es negativa. De modo que es otro prejuicio contra el que hay que luchar".
¿Ayuda estar en dos campos diferentes?
"Sí, sin duda. Si es difícil surgir en campos diferentes, ¿cómo sería en el mismo? El hecho de que sean oficios distintos ayuda porque son lenguajes de expresión diferentes. Las artes no son traducibles a otros medios. Lo que se dice en pintura sólo se puede expresar a través de ese medio, y lo que se dice en literatura no se puede reproducir en un cuadro. Esa diferencia facilita la independencia y la autonomía".
¿Qué lo acerca, en materia artística, a su papá, y qué lo aleja?
"Me acerca mi profunda admiración por su obra, su capacidad de trabajo y su búsqueda insaciable de nuevas soluciones a los problemas de la pintura. Además, gracias a sus muchas enseñanzas, soy un verdadero amante del arte del Renacimiento, y disfruto muchísimo recorriendo los grandes museos, apreciando el arte clásico y sublime. Nuestros gustos son semejantes, en verdad, y también coincidimos en el arte que nos disgusta, como la mayor parte del conceptual que está tan de moda en estos tiempos de incertidumbre estética".
Para su oficio de escritor, ¿qué influencias ha tenido de su padre? ¿Qué le heredó y qué le aprendió?
"Ante todo el valor de la disciplina y la entrega total a una vocación artística. Él es un trabajador ejemplar, alguien que vive enamorado de su oficio. Y también de su país. Aunque se fue de Colombia hace más de 60 años, él nunca ha dejado de ser colombiano. Y creo que esa actitud personal y creativa constituye un ejemplo a seguir".
¿Qué tan importante ha sido su papá para su carrera y sus logros?
"Sin duda, él ha sido una de las figuras más importantes de mi carrera. Es un privilegio ser hijo suyo, pues hay muchas ventajas, y la más importante es estar en un ambiente relajado y familiar con una persona tan brillante, culta y lúcida, dotada de un sentido común a prueba de fuego, y eso es lo que le mantiene los pies bien puestos en la tierra".
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