Fueron víctimas del secuestro. Unos, en la iglesia La María, situada al sur de Cali; otros, en un restaurante del kilómetro 18 de la vía que de la capital vallecaucana conduce a Buenaventura.
Después salieron a la libertad y sintieron que algo debían hacer para contribuir en la construcción de un mejor país. De una sociedad que venciera las propuestas de guerra con iniciativas de paz.
Se reunieron varias veces en universidades e ingenios azucareros y llegaron a la conclusión de que su campo debía ser el campo: los campesinos constituían el sector poblacional que menos oportunidades recibía en el país.
Por iniciativa del concejal Rodrigo Guerrero, fundaron VallenPaz, en 2000.
La corporación, según reza en su marco conceptual, nació de la convicción de que "los graves problemas actuales de nuestra sociedad (la inseguridad y la violencia provenientes del conflicto armado, la delincuencia común y el narcotráfico, entre otros) son una consecuencia y no una causa de la actual situación social que vive Colombia".
En su práctica, tras fortalecer las organizaciones sociales, el tejido social y la convivencia, pasan a auspiciar los proyectos productivos agropecuarios en sociedades de Valle y Cauca.
De acuerdo con los datos suministrados por su fundador y director, Rodrigo Guerrero, los beneficiados de VallenPaz son 5.000 familias campesinas agrupadas en 92 organizaciones comunitarias de 20 municipios de esos dos departamentos.
Familias que no poseen más de tres hectáreas de tierra en promedio, con bajos niveles de escolaridad de parte de los padres y, en muchos casos, con una mujer como cabeza de hogar.
VallenPaz ofrece un modelo de granja integral productiva para familias desplazadas de Caloto y Jamundí.
Auspicia, por ejemplo, trabajos con más de 250 familias desplazadas de Dagua, municipio de la antigua vía Cali-Buenaventura; el acompañamiento social y productivo para las asociaciones protectoras de las cuencas de los ríos Fraile, Bolo y Desbaratado en los municipios de Florida y Pradera, en el departamento del Valle; un sistema de producción agroforestal con base en el cacao para mejorar el ingreso de 400 familias campesinas en los municipios de Caloto, Puerto Tejada, Miranda, Padilla y Villa Rica, al norte del Cauca; el fortalecimiento de la organización social para la recuperación de la paz y la convivencia para 1.370 familias de Cali, Dagua, Palmira y Jamundí, Buenos Aires y Caloto (Resguardo Indígena de Tóez)...
Rodrigo Guerrero escribió en el país el pasado 13 de agosto, día de la Gran Cena de VallenPaz, que con su propuesta, la corporación "demuestra la futilidad de los conflictos ideológicos, políticos, culturales y personales, porque sus discursos no tienen cabida en la inauguración del acueducto veredal. Así, la suma de muchas vivencias de integración alrededor del bien común va sustituyendo la guerra -fría o caliente- por una cultura de confianza y voluntad de cooperación mutuas".
Detrás de muchos proyectos de producción agrícola en el norte de Cauca auspiciados por VallenPaz está la historia de antiguos cocaleros, indígenas o mestizos, que veían en los cultivos ilícitos su tabla de salvación.
Muchos de ellos han comenzado a sembrar tomate, cultivo que seguramente no les genera tanta plata a los campesinos como el de la coca, pero sí les asegura el fin de la zozobra y el inicio de una vida tranquila, con la cual su pueblo ahora tal vez sí vaya en paz.
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