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¿Adónde cabalga la cabalgata?

Anuncia Asdesilla que en 2014 no organizará la tradicional cabalgata de la Feria de las Flores. ¿Gana o pierde Medellín si se acaba un evento tan masivo como polémico? Una reflexión, paso a paso.

  • ILUSTRACIÓN ESTEBAN PARÍS
    ILUSTRACIÓN ESTEBAN PARÍS
07 de mayo de 2014
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Entre las fiestas populares más concurridas del país, hay dos, la Feria de las Flores y la Feria de Cali, en las que el desfile de miles de caballos y jinetes por las principales avenidas, con lo que tiene a favor y en contra, se ha convertido en acto central del festejo masivo, con gran atractivo turístico, pero también con una notoria carga de críticas por episodios en los que se han desbocado el maltrato animal, el consumo de licor y el desorden público.

Hablemos de la que ha cabalgado por las calles de nuestra ciudad durante casi 30 años y que ahora, según se anuncia, se dejará de efectuar en la próxima versión de la Feria de las Flores. Es innegable que hubo versiones de la cabalgata que trajeron dañinos resultados, incluso la muerte de animales descuidados por sus chalanes y, aun peor, la muerte de ciudadanos por casos de intolerancia y violencia.

Esas coyunturas negativas incubaron en numerosas personas una imagen desfavorable de este desfile, al cual se le ha querido reinventar con diferentes nombres, pero que, en últimas, es eso: una cabalgata en el área urbana. Ante tales excesos, a partir de los cuales no se debe caer en generalizaciones, se multiplicó entre la ciudadanía una visión polémica y de extremos sobre la realización de este evento: la de quienes rechazan que se haga y la de quienes lo defienden como parte del festejo general de las Flores y su aporte a obras de beneficencia.

Una mirada inquisidora de la cabalgata dejaría el siguiente balance: genera notorios traumatismos a la movilidad vehicular antes, durante y después. Medellín, en las versiones más desorganizadas de la cabalgata, ha colapsado. El descargue y el cargue de una caballada tan numerosa, pero especialmente su desfile de horas por vías vertebrales como La Regional y La Autopista, con el desplazamiento masivo de espectadores y el despliegue de una logística aparatosa, hacen inevitables los trancones.

A ello se agregan los lapidarios reclamos de los opositores por una ingesta de alcohol que en el caso de los jinetes trae accidentes, riñas e incluso el maltrato de los caballos. ¿Cómo controlar esas borracheras sin duda irresponsables al mando de un animal? Quizás no sea posible del todo, pero en los últimos eventos se había logrado una mayor disciplina.

También hay quienes señalan que en la cabalgata asoman algunos comportamientos y expresiones condenables de la subcultura emergente, pero quienes la defienden preguntan: ¿Y en qué evento masivo popular (conciertos, fútbol, carnavales y demás verbenas) no se aprecia el espectro amplio de la sociedad colombiana? ¿Habría que satanizar, preguntan ellos, cada espacio de libre concurrencia, porque allí despunta alguna manifestación de extravagancia ilegal?

Quienes gustan de la cabalgata rescatan su valor cultural y su aporte, así sea transitorio, al circuito económico de la Feria y de la ciudad misma.

Ahora Asdesilla sostiene que no hay condiciones técnicas ni logísticas, sin apoyo ni interés del Municipio de Medellín, para hacer la cabalgata este año, y que a ello se suman las exigentes condiciones que impuso el Concejo Municipal mediante el Acuerdo 104 de 2013. La Administración señala que se trata de un evento de organizaciones y actores privados.

Medellín debe gastarse algunas horas más, poner en la balanza lo que pierde y lo que gana con la cancelación de este evento. No queremos dictar sentencia, no queremos jugarnos incondicionalmente con alguna posición. Queremos, eso sí, alimentar este debate, como debe ocurrir en una sociedad tolerante.
Contraposición

NINGÚN EVENTO NACE PERFECTO, Y TODO VENÍA MEJORANDO; MEDELLÍN PIERDE

Por JORGE LONDOÑO DE LA CUESTA
Caballista, miembro Asdesilla y uno de los organizadores del desfile a caballo


Mi mensaje, como amante de los caballos, participante y parte de la organización de la cabalgata de la Feria de las Flores, pretende ser constructivo.


Ningún evento nace perfecto y menos si es de concurrencia popular, masiva. Todos, con los años, mejoran, se afinan, se perfeccionan. Los últimos tres años veníamos hacia adelante; es decir, ajustando los controles y evitando, al máximo, cualquier traumatismo, daño o mala imagen para la ciudad, además de cuidar los animales con hidratación y trazados ideales. ¿Quién más que un caballista puede querer las mejores condiciones para su caballo?


Medellín y Antioquia, con la cabalgata, re-crean parte de su identidad y su cultura vinculadas al campo y la montaña. No es estereotipo, es una realidad histórica, es parte del culto ancestral al caballo desde un pueblo andariego, pionero, pujante.


Son los excesos, la falta de cultura para comportarnos los que traen los conflictos, no los eventos en sí mismos. ¿Los borrachos problemáticos y los desmanes se acaban si se acaba la cabalgata? No. Poner controles incumplibles (por ilógicos) ocasiona el desestímulo actual.


Abrirse al mundo debe traer el reto de ser mejores, no de acabar valiosas tradiciones y espectáculos que nos hacen singulares: 5 o 6 mil caballos y 200 mil espectadores, con orden y educación, son bienvenidos en cualquier feria del mundo. Y lo que ello trae en beneficios económicos y diversión gratuita. ¿Acabamos este evento único?

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