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“La reelección es el peor invento en un país como el nuestro”: Álvaro Rincón

Álvaro Rincón, esposo de Marta Lucía Ramírez, candidata a la Presidencia, habla de su vida.

  • Álvaro Rincón se enamoró de Marta Lucía cuando él tenía 15 años. Fue amor a primera vista. Vive y goza con la arquitectura y espera que su trabajo deje huella en las ciudades. FOTOS COLPRENSA |
    Álvaro Rincón se enamoró de Marta Lucía cuando él tenía 15 años. Fue amor a primera vista. Vive y goza con la arquitectura y espera que su trabajo deje huella en las ciudades. FOTOS COLPRENSA |
06 de mayo de 2014
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Existe muy poca información sobre Álvaro Rincón. Parece que no será una entrevista fácil, pero, puntual, entra a la sala de reuniones de Hitos Urbanos, su empresa. Es un hombre elegante, sobrio y cortés. Iniciamos la entrevista y aparece la intimidad de la conversación, en la que El Colombiano solo quiere escucharlo. En consecuencia surge en su voz el entusiasmo de su intelecto, las ideas y, de su cara, significativas expresiones. Constructor de oficio, arquitecto por afición, artista oculto, es un hombre con  ideas claras, ejecutor de sueños, seguro de quien es y quien quiere ser, cómplice respetuoso de su esposa y de su hija. Entre palabras encontramos al hombre que está detrás de Marta Lucía.


¿Quién es Álvaro Rincón?
(Me mira y se queda pensando, le aclaro que no tenemos afán, entonces contesta que no se puede tener afán con preguntas como esas, complejas, vuelve el silencio… desde aquí se ve el carácter del personaje, se nota la seriedad con que asume cada palabra. Inicia entonces con su respuesta).

“Soy un hombre que he querido dejar una huella en una familia, en la sociedad. Una huella en donde trascienda lo que uno hace como hombre, no como profesional. En la forma en que concibo al hombre siempre existe una mujer. Parte de mi felicidad tiene que ver con eso, con hacer feliz a esa mujer. En términos profesionales, no quería ser empleado, quería ser emprendedor, es mi conclusión hoy. En mi profesión he querido también dejar una huella, haciendo que lo que haga sea distinto y que pueda impactar a mucha la gente. Y eso lo he logrado. Entonces hoy, a la edad que tengo, hablando otra vez de cómo soy, qué soy como hombre, me siento muy afortunado porque me pude realizar profesionalmente como quería. En mi matrimonio, haber encontrado a Martha Lucía, no puedo ser más feliz con lo que tengo. En esta parte de mi vida, en la madurez, y un poco más adelante, en el ocaso, empieza uno a pensar en otras cosas más allá de lo económico. Estoy en una plenitud, y al lado de una mujer que va a una velocidad, en la que nunca sé que va a pasar hoy. Siempre ha sido así, pero siento que mi vida se resolvió como hubiera querido que fuera”.

¿Cuáles son sus virtudes y sus defectos?
“Una de mis virtudes es la paciencia. Lo soy en el trato con las personas y con las cosas que quiero hacer. Eso me ha permitido lograr las cosas que he querido. Inclusive sueños con Marta Lucía. ¿Defectos? Es muy difícil reconocerlos, pero algo que he sentido es que nunca reacciono violentamente ante ninguna circunstancia. La virtud, en ese caso, es que reacciono para analizar y resolver, pase lo que pase. Se me puede estar cayendo encima el mundo, y tengo esa capacidad de analizar y resolver problemas no solo míos, sino de la familia o de mis empresas. Creo que reaccionar así fuertemente podría ser un defecto. Eso no quiere decir que no pelee por las cosas que son mías, por las cosas que considero que son parte de mi esencia y que tengo que proteger alrededor de lo que hago. Pero es sin esa vehemencia, sin esa fuerza que a veces tienen muchos seres humanos”.

¿Cuáles sueños están en la lista pendientes?
“Sueño con una etapa en mi vida muy prontamente y eso quiere decir antes de 3 a 5 años, en la que pueda hacer cosas que intenté en mi juventud y que nunca logré por falta de tiempo: me gustaría pintar. Hice algo de escultura y por mi profesión obviamente se es artista. También viajar como quisiera. He viajado por todas partes, pero de golpe ir a sitios que no conozco, quedarme más tiempo. No tener que correr. Disfruto con nada, con un atardecer, con el mar y eso me inspira para crear. Quiero seguir en un proceso de creación. Uno cree que en el mundo se acabó la imaginación y no es cierto, todos los días la gente se está inventando cosas. Quiero entrar en ese proceso, pero siempre acompañado de Marta. Ella tiene otros sueños y voy a ayudarla a que se vuelvan realidad. Lo que si no quiero es quedarme haciendo lo que hago hoy. Disfruto mucho lo que hago, pero en cinco años tengo que empezar a cambiar”.

¿Cuáles son sus aficiones?
“Mi actividad es promover negocios de construcción y ahí mi hobby es la arquitectura. Pero la gente me dice: oiga, pero un momentico, esa es su actividad profesional, pero no. Hacer arquitectura es un hobby. Hoy nuestra compañía es grande y queremos que trascienda. Tengo muy poquito tiempo para hacer arquitectura. Tengo muchos arquitectos, siete, y trabajamos con cuatro compañías que nos hacen productos, incluyendo compañías en Europa. Estos grupos de arquitectos nos traen fachadas rarísimas, interiores rarísimos y se vuelve una cosa divertida. El tema de la escultura y de la pintura se vuelven puntuales, un poco más egoísta. El último sueño que quiero es que mi hija tenga un negocio como el que tengo, con toda la experiencia que ella tiene”.

Sigamos con quién es, ¿qué lo hace reír?
“Me río con frecuencia. Me hacen reír anécdotas, situaciones”.

¿Hay alguna anécdota que siempre lo haga reír?
“No, no podría pensar en una. Cuando estoy conversando, me acuerdo de anécdotas y entonces puedo referir esas anécdotas y me da risa otra vez. Me río de mí mismo, me río de situaciones mías, de situaciones  de la familia”.

¿Y las cuenta?  
“Sin ningún problema. Parte de que uno sea capaz de reírse de uno mismo, es lo que hace que uno sea más maduro, más tranquilo en el proceso de entenderse y de entender a la gente”.

¿Qué lo enfurece?
“Los que me conocen de cerca saben cuándo estoy de mal genio. Me enfurecen la falta de compromiso y la mentira. Coger una persona en una mentira, me saca de casillas. La falta de compromiso. Esta es una compañía de compromiso. La gente que nos compra un apartamento, para ellos es su universo, su esfuerzo, su plata y quedarles mal es muy complicado. Me molesta cuando le enseño a la gente algo y vuelven a cometer errores o se les olvida lo que les he enseñado o dejan de ser productivos en la forma en que uno necesita.
¿Cómo lo resuelvo? No me pongo bravo. Lo que hago es que llamo al departamento administrativo y se va esa persona”.

¿Qué lo entristece?
“De lo poco que me puede poner triste es hacer un esfuerzo para que se den ciertas cosas y no se dan. Hoy hay una cosa que me entristece. Normalmente no estoy triste”.

¿Por qué está triste?
“Me da tristeza, también impotencia, ver el mal trato del Gobierno a Marta Lucía. El mal trato de un Estado contra sus ciudadanos haciendo lo que le da la gana, disfrazado en un tema que se llama democracia y aquí no hay democracia. A cuatro semanas de las elecciones no le habían entregado la plata del Estado a Marta. Hemos financiado familiarmente, toda una campaña presidencial, que es imposible. Quisiera que las campañas presidenciales en Colombia fueran como las japonesas: no puede haber televisión, no puede haber vallas, no puede haber periódicos. Convenza a la gente en unos debates por televisión, no más. Hay gente generosa que nos ha ayudado y estoy muy agradecido, pero es que el gobierno se está encargando de desaparecerla por un solo motivo: porque es la candidata a la que más miedo le tienen. Veo a una mujer haciendo un esfuerzo grande que quiere ayudarle al país. Ella no tiene agendas escondidas, así como la ve uno, así es. Entiendo que haya mucha gente que no la quiere cerquita, pues a muchos les va a dañar la fiesta con el tema de la corrupción. Ella es una mujer que se levanta todos los días, a pelear, a tratar de convencer a tratar de mandar un mensaje y tener esta guerra de muerte del gobierno y del Presidente Santos, eso me entristece mucho. Creí que estábamos en un país democrático. Los otros están en mejores posibilidades en el sentido de que tienen los recursos del Estado, pero también han hecho lo que sea por tratar de borrarlos. Y definitivamente el tema de reelección en este país no debía existir. No somos una democracia madura. Pelear contra el gobierno de turno, que no respeta nada, ni principios, es muy difícil”.

¿Cuáles son sus creencias religiosas?
“Creo que hay un ser supremo que organiza el mundo en que vivimos. Ese ser para todas las religiones existe. Yo no escogí la religión, la herramienta para llegar a ese ser, esa me la dio mi familia, y simplemente estoy contento con esa y es la religión católica. Estudié con padres benedictinos en el Colegio San Carlos y nos dieron unas pautas de comportamiento. Entonces la filosofía de vida es: viva bien, viva rico, pero deje que los otros también vivan tranquilos. Proteja sus derechos, pero respete los de los otros”.

¿Cuáles son sus ideas políticas , qué piensa, qué espera de este país?
“Estoy convencido de un régimen democrático, de querer expresar nuestras ideas, llevar unas personas a que dirijan esas ideas distintas que tenemos los grupos de una comunidad y que haya unos líderes que busquen la mejor condición de vida para las personas que representa. Eso tiene que ver con ciudades mejor pensadas para que vivamos mucho más tranquilos. El tema de la seguridad, del respeto por los demás, de la educación. La educación está directamente ligada a la política. Creo que el Estado debía dar el colegio y la universidad para que el pueblo tuviera por lo menos unas posibilidades de educarse en una forma semejante y que no fuera únicamente unos privilegiados que tengan eso. El Estado debía obligatoriamente enseñar idiomas. Y no estoy hablando de un idioma, debíamos hablar por lo menos cuatro idiomas. Considero que los gobernantes debían tener proyectos de Estado y no el proyecto presidencial de cuatro años, de tal manera que el país se desarrolle a largo plazo con unas ideas de personas que las estudiaron y no lo que nos pasa aquí de que el próximo venga a cambiar lo que hizo el anterior para mostrar que él es más inteligente. Debería haber unas políticas de Estado a largo plazo”.

¿Cuál ha sido la mayor lección que le ha tocado aprender, el peor golpe?
“¡Esta mujer si tiene unas preguntas tenaces! Un golpe duro vino de una persona en la que confié muchísimo. Hicimos unos negocios muy grandes en construcción y resultó un pícaro terrible, terrible. Entonces ni siquiera es que se hubiera robado la plata sino el desengaño tan grande cuando yo le creí en tantos años y creí que era una persona correcta y honesta. Eso fue un golpe terrible que me dejó lo que los sicólogos llaman el síndrome del fracaso. De ese tamaño fue el daño que me hizo. Ese episodio es el que más me ha marcado, pero no me enseñó nada. Sí me mostró la parte miserable de los seres humanos, el abuso de confianza. Esto no fue una cosa de un año, fue a largo plazo y me dañó el corazón, me dañó el alma, me dañó todos los negocios y vino una quiebra inmensamente grande”.

¿Y cuál es el pendiente que tiene en lo profesional?       
“Digamos que estoy muy contento con lo que ha sido mi vida profesional. Quiero dejar proyectos de urbanismo que enmarquen ciudades y que le enseñen a la gente que viene detrás cómo hacer las cosas mucho mejor. Quiero salirme del molde de hacer y vender edificios. Siempre he soñado con proyectos muy grandes para la ciudad. Hay una figura que se llaman planes parciales que no ha funcionado en Colombia, pero que le permitiría a uno tumbar manzanas enteras para hacer nuevos desarrollos, recuperar el centro. Entonces tumbar cinco manzanas, pero la parte política de Bogotá, en planeación, no nos deja. Por ejemplo toda esta zona, 14 manzanas de aquí, se pensaban tumbar y crear unos proyectos, eso fracasó. Hoy pienso que tengo que hacer proyectos que marquen la ciudad y que la gente quiera. Esta ciudad no es amable, para nada. Esta ciudad no es peatonal, en esta ciudad no le dan a uno ganas de caminar. En general, las ciudades en Colombia se perdieron. La única es Medellín”.

¿Por qué?
“En Medellín han sido capaces de tumbar tres manzanas. Hacer dos edificios bellísimos, unas plazas y no hacer nada más para que la gente se reúna, para que miren arte, esculturas, que puedan hacer exhibiciones. Y tienen dos o tres proyectos de arquitectura de colombianos que están viniendo de afuera que van a hacer cosas espectaculares allá. Yo quiero hacer de eso aquí en Bogotá, uno o dos. No hay espacio, no hay lote, no hay nada, pero seguir luchando. Lo que quiero es dejar una huella para que las futuras generaciones empiecen a mirar ese tipo de proyectos y vayan más allá de lo que nosotros pudiéramos llegar”.

Vámonos a unos detalles personales, ¿cuál es la foto más especial que tiene en su casa?
“Hay varias. Hay fotos de Marta Lucía, hay tres que me parecen lindísimas. Una con el Papa Juan Pablo II, otra con Fidel Castro y una más con Bill Clinton. Digamos que esas fotos para nosotros muestran épocas de la vida de ella. Y hay una foto que a mí me parece lindísima y es una foto de mi mamá, en Medellín, en un puente sobre el río, con los dos hermanos que me siguen a mí. Es una foto rarísima como si se hubiera hecho en otra parte del mundo y mi papá no sabía ni siquiera tomar fotos. Es una foto que la veo y me alegra. Y tengo una colección de fotos de mi hija creciendo. A mí me gusta la fotografía. En este momento tengo más de 60.000 fotos digitales y me faltan otras 100.000 por tomar porque me gusta mucho la fotografía”.

¿Hay algún objeto o amuleto que tenga en la oficina? 
“Tengo muchos. A mí me gusta mucho el arte y tengo un cuadro primitivista de un marquetero que me enmarcaba obras de arte y el hombre pintaba. Y un día llegué a recoger unos cuadros y le dije: oiga, ¿esa obra de quién es? y me dice, mía. Oiga me parece lindísima, ¿me la vende? Y me dice: me da pena que se la lleve, pero me da algo por ella. Es un florero muy plano lleno de pensamientos y los pensamientos eran una maticas que yo sembraba cuando estaba muchacho y me gustaba ver cómo florecían y las flores de pensamiento son muy bonitas, duran muy poquito. Pero este hombre pinta pensamientos. Digamos que ese cuadro dentro de todo lo que tengo y tengo obras bellísimas, es muy especial y es como un fetiche, no lo quito de mi estudio”.

¿De su estudio en su casa?
“De mi casa. Tengo un estudio súper desordenado en mi casa donde en otra época me sentaba a hacer arquitectura, ahora me siento a alterar la fotografía que es mi hobby grande hoy distinto a la arquitectura. Y hay objetos raros. Por ejemplo una corbata que tiene 25 o 30 años porque fue la primera corbata bonita, fina, que me pude comprar. Hay un libro que me enternece verlo, pero es un libro raro porque es una colección de estampillas y me lo compró mi mamá. Y ella me enseñó el cuento de las estampillas. Con los años ese libro lo convertimos en un elemento muy bonito y ahora coleccionamos billetes de los países a dónde vamos. Ese libro está en mi alcoba en un sitio”.

¿Cuál es el gesto de Marta Lucía que a usted más le gusta?
“¡Cuántos años le ha tomado hacer esas preguntas. Qué cosa tan difícil!. El gesto que tiene cuando ve a su hija. Es un gesto de felicidad, de alegría, de ternura, es un gesto que dura segundos, es un gesto que busco verlo en la cara de ella”.

¿Cuál es la rutina familiar que más valora?
“Los fines de semana cuando no está en este corre corre y en ese agite. Eso se acabó ya hace unos días. Los fines de semana que no estamos con mucha gente, que estamos solos, disfrutamos el uno con el otro, entonces oímos música y disfrutamos del sol de la tarde”.

Uno de los riesgos al llegar a la Presidencia es la familia, ¿qué han hablado sobre su hija o están tranquilos porque vive fuera?
“Eso será una decisión de María Alejandra. Eso va ser complejo en su momento. Va ser muy complejo porque Marta varias veces ha dicho, sin decirlo muy de frente, que quiere que sea su primera dama porque ella sabe que conmigo no contará para eso. Tengo un apunte pomposo: cuando los presidentes llegan a Cartagena, la esposa del Presidente saca a las demás y les muestra Cartagena. No yo no haré eso en Cartagena, conmigo no cuenten”.

¿Ella lo tiene claro?
“Lo tengo totalmente claro. No voy a tener un instituto descentralizado para ayudarle, nada de eso. No voy a estar en nada que tenga que ver con gobierno. Le ayudaré en muchas cosas, pero a ella, puntuales, sin estar en nada en que yo aparezca. Entonces ella le dice a María Alejandra: tu vas a ser la Primera Dama y ahí es donde va estar complicado porque mi hija dice: yo tengo otros sueños, otros horizontes, pero el hecho de que sea su mamá, la hace que tambaleé un poquito. No sé qué va a pasar. Yo creo que María Alejandra seguirá haciendo su vida por su lado y eso es viviendo fuera de Colombia. Va a haber una dicotomía compleja”.

¿Y usted qué rol va a jugar en esa dicotomía?
“Yo participo en todas las decisiones de nuestra casa, como un polo a tierra en donde hago mentalmente, y a veces por escrito, cuadros comparativos entre lo bueno y lo malo para tomar decisiones. Entonces les ayudaré a las dos. La presidenta le puede decir a su hija: yo quiero que me acompañe. La otra le dirá: yo quiero tener mi vida. Entonces necesito que Marta no se sienta mal porque la hija no la acompaña o que si la acompaña, la acompaña porque lo siente, porque lo quiere, pero no porque hubo algún elemento de presión”.

¿En qué momento, después de haber conocido a Marta Lucía, usted dijo yo me caso?
“Yo la conocía por referencias, muy temprano, cuando tenía entre 15 y 16 años. Y lo sabía por su primo, que es y sigue siendo un íntimo amigo mío. Para mí era un embeleco conocer esa prima porque él hablaba de la súper niña, eso era la maravilla. Y un día me la presentó y hoy me acuerdo todavía cómo la saludé y cómo estaba vestida”.

¿Cómo la saludó y cómo estaba vestida?
“Los dos estábamos en el Colegio San Carlos al final, sexto bachillerato. Había un acto litúrgico que tenía que ver con todo un montaje de una presentación rarísima de unos bailes y unos movimientos. Al final del acto, uno tiene que bajar por las filas y uno iba saludando a la gente y cuando vengo saludando, apareció, estaba ahí y así la conocí, no sabía que era Marta Lucía, pero cuando la vi, supe que era Marta Lucía y esa imagen de ella, tenía como un pañolón azul clarito encima, la belleza, la cara, el pelo, yo sabía que era ella y en ese momento quedé como medio enamorado de ella, el amor a primera vista sí existe. Después el primo me la presentó formalmente. No la volví a ver por un año, pero siempre la tenía en la cabeza. Y hacerme novio de ella fue muy difícil porque ella estaba saliendo de una relación de mucho tiempo. Duramos de novios cinco años. Pero desde el día en que yo me ennovié, siempre dije: me quiero casar con ella. Ese noviazgo se desbarató en un momento, jardín de rosas no existe. Pero finalmente nos casamos a los cinco años, cuando yo tenía 22 años y ella 21”.

¿Cuál es el momento en que usted ha estado más orgulloso de ella?
“No hay uno. Hay muchos. Y básicamente tienen que ver con los triunfos profesionales de ella. Porque ella ha venido escalando en una condición muy difícil. Nosotros no tenemos apellidos y ella se ha abierto en la selva con su machete, ha logrado abrir camino y ha abierto camino a muchas mujeres. Hay momentos, como cuando ella se graduó no solo de abogada sino por las noches hace una especialización de socioeconomía y es capaz de manejar las dos carreras, estando casada conmigo. Para mí fue un orgullo grande verla cuando se gradúa porque ya vi su talante. Me acuerdo con mucho orgullo cuando consigue su primer trabajo. Luego de pronto cuando es Ministra, las dos veces que ha sido ministra ha sido emocionante. Pero hay episodios en donde me siento orgulloso, que nadie conoce, cuando firmaba tratados de comercio con otros países, sabía el esfuerzo que ella había hecho. Siendo ministra de Comercio Exterior se inventa un cuento que se llama Jóvenes Emprendedores, exportadores. Y ella dice le voy a enseñar a la juventud a que tenga su propio trabajo siendo exportador. A la primera reunión, llegaron cinco muchachitos a un encuentro y dos años después en la despedida había 2.000 muchachos agradeciéndole. Esa vez me sentí orgullosísimo de lo que había hecho. De esos muchachos, todavía tengo tres de ellos que son amigos nuestros y tienen unas empresas que ya quisiera cualquiera de nosotros. Ella fue la primera mujer emprendedora en Colombia. Montó cátedras de emprendimiento. Cuando decide meterse en esta campaña presidencial, sabíamos que habían comprado la convención. Y mi mujer dijo: Me tengo que jugar esto, la convención está montada. Voy hacer mi mejor trabajo, me voy a ganar esta convención y no voy a perder. Y lo que pasó ese día, que se le voltearon hasta los comprados, se voltio todo el mundo. Esa emoción que yo sentí ese día. Siento orgullo todos los días por la mañana cuando ella se levanta y dele y dele como una hormiguita y contra todo. Admiro a mi mujer todos los días cuando se levanta”.

¿Cómo manejan los desacuerdos?
“Los desacuerdos -y obviamente tenemos desacuerdos como todas las parejas- los desacuerdos siempre vienen con un poquito de rabia, pero nunca, nunca y eso lo hemos hecho desde que nos casamos, nunca nos acostamos bravos. Siempre buscamos cómo arreglamos el problema, sea el que sea. Hay desacuerdos pequeños, hay desacuerdos de opinión y hay desacuerdos complejos, desacuerdos de vida, pero los hemos podido resolver todos, muy conversados”.

¿Y cómo mantienen la magia?
La magia tiene que ver con distintos elementos, pero creo que los tengo más o menos claros y ella también. Uno es el más importante es la imagen que el uno le proyecta al otro. ¿Eso qué quiere decir? A mí me gusta lo que ella hace, yo no lo hago, pero me gusta lo que ella hace. A mí no me gusta la política. A mí me sientan a hablar de un tema político y me aburro y le pierdo concentración, no es lo mío. El manejo de los políticos, como funcionan entre ellos, eso sí no, por ahí no voy yo. Pero la imagen de esa mujer guerrera, fuerte que por sus convicciones de querer ayudarle a este país y saber que tiene que pasar por todo un proceso y lograr llegar allá, a mí eso me gusta. Esa imagen la tengo yo aquí, aunque ella no esté aquí - a veces no sé ni a dónde está-. Pero me gusta también la imagen de mamá que es totalmente distinta y me gusta la imagen de la mujer que es conmigo. Es una mujer muy femenina, que viste como me gusta, sin que yo le diga cómo se viste. Y la imagen que yo le proyecto a ella -porque lo hemos conversado- también le gusta. A ella le gusta el artista, el promotor de negocios, el que se ha quebrado y ha vuelto a salir adelante, el que tiene una compañía, el éxito y el fracaso económico que he tenido en otros momentos, pero esa imagen de alguien contrario a lo que ella hace, pero también con esa fortaleza de sacar adelante las cosas que me propongo. Esa imagen a ella le gusta y esa imagen también la acompaña. Segundo, somos muy distintos, yo soy más polo a tierra. Entonces, no soy Superman ni nada, ni salgo a defenderla con la espada... No, no, nada, pero ella sabe que tiene ese respaldo conmigo. He tenido situaciones económicas de trabajo y anímicas muy complejas en mi vida tres veces y ahí ha estado ella desde el primer día hasta que salgo adelante otra vez, acompañándome. Y el tercero para mantener la magia: es que buscamos tiempo. Y no se trata de tiempo de calidad, no. Tiempo para nosotros. Momentos de estar los dos. Comemos juntos siempre, es muy difícil que no comamos juntos. Viajamos solos. Y disfrutamos cosas muy parecidas sin ser iguales, muy parecidas. Desde el arte, temas culturales, la música, restaurantes, explorar cosas nuevas. Nos complementamos mucho. A mí me encanta mi mujer, me fascina”.

¿Si ella gana, cuál será su rol?
“Mi rol será acompañarla en todo lo que ella necesita, una opinión distinta a su tema político, porque obviamente va a tener miles de opiniones políticas alrededor. Yo la acompañaré en todo lo que pueda aportarle para que este país sea distinto, sin meterme a fondo como lo decía al principio, en el tema de gobierno. La voy a dejar que ella gobierne como se ha preparado. Ella se ha preparado. Me sorprende todos los días, de pronto empieza a hablar de unos temas que yo digo: a qué horas estudió eso. A qué horas se volvió tan profunda en este tema, ¿a qué horas? Ella tiene un sueño que es ayudarle a Colombia. Yo tengo un sueño y es dejar una huella en Colombia de lo que sé hacer, de lo que me gusta hacer, de lo que me apasiona hacer. Yo no podría hacer una cosa que no sea lo mío”.

¿Y si va por la reelección?  
Considero que la reelección es el peor invento en un país como el nuestro, inclusive en América Latina, en general. Lo que he visto es que la reelección de Uribe fue nefasta para el país. Y la reelección de Santos es peor que la de Uribe porque nos ha llevado a que se desbaraten todas las instituciones políticas, todas las instituciones del gobierno y empieza a repartirse lo que sea con tal de que me ayude otra vez y eso no debe ser así. Eso se presta para que haya desgobierno total. Nosotros -ya como ciudadanos- sentimos que el tema de corrupción tiene una relación directa con la reelección”.

¿Cuáles son las tres ideas que a usted más le gustan de Marta Lucía y cuál en la que no esté de acuerdo?
“Las ideas que ella tiene, las tiene bien claras y no hay ninguna en la que yo no esté acuerdo”.

Y de las que ha propuesto, las tres que ve como un hit…
“Uno es el tema de la seguridad ciudadana. Tenemos problemas de seguridad a nivel de Colombia, pero tenemos unos problemas de seguridad en las ciudades que es más grave que en el país. La seguridad a nivel del país está mal básicamente por la guerrilla, por los paramilitares y por bandas de crimen organizado que tienen que ver con el narcotráfico. Pero todo eso está permeando las ciudades y está llegando a las ciudades y está complicando el vivir en las ciudades. Y ella tiene un programa. Cuando fue ministra de Defensa nos devolvió a Colombia -a uno se le olvida eso-, que estaba totalmente secuestrada en sus ciudades. En un año y medio con el Presidente Uribe lograron devolverle las carreteras a Colombia. Ella sabe cómo se hace. El programa que tiene de seguridad ciudadana que aprendió hacer allá, lo va a meter en las ciudades, está muy bien estructurado y lo ha hecho. Ese es uno. El segundo para mí -y puede que no sea ese el orden- es la educación. Solamente si somos educados, este país cambia. Ella tiene toda una idea de cómo organizar ese tema de educación. Eso no se resuelve en cuatro años, pero si las bases y las bases se respetan, que ya empezaron en este gobierno -no empezaron en el de Uribe- empezaron en este gobierno, ella va  a continuar con eso. Y en la educación aparece el tema del inglés como segunda lengua y ella lo va a imponer. Ella fue la que sacó la ley del bilingüismo en Colombia. Pero no se aplica. Y ella dice: ahora que yo llegue a presidente, la hago funcionar y va ser obligatorio. Marta no estudió inglés es autodidacta.  El tercero es la batalla contra la corrupción que va a dar ella. Es una batalla muy dura, muy dura. Si ella logra dejar esas bases y no las desmonta el próximo presidente es posible que el tema de corrupción baje. Yo creo que ella puede decir que de los 9,5 billones de pesos que se pierden en corrupción hoy en Colombia, ella recupera 4,5 billones antes de los primeros 4 años, ella es capaz”.

¿Qué piensa del tono de la contienda entre Uribe y Santos, ¿cómo la aconseja?
“El tono de esa contienda le ha hecho mucho daño a Colombia. Eso hubiera sido mejor que no se presentara de esa manera. Yo conozco a los dos y los conozco más o menos de cerca. Sin ser amigo de los dos, pero los conozco mucho. Santos porque trabajó muchos años con Marta y Uribe porque fue el presidente cuando ella fue ministra y lo seguimos viendo después y seguimos conversando con él. Pero a mí me parece que eso le hizo mucho daño al país y básicamente es por eso, por el tonito. Necesitamos un país que no esté polarizado. Y se perdió mucho el debate de las ideas, el debate de porqué debemos creer en esto que se propone aquí o porqué debemos creer en esta otra cosa. Y se perdió volviéndose una pelea intestina entre ellos. Marta Lucía es más conciliadora. Ella no trataría de arreglar por ejemplo el problema entre ellos. Eso es irreconciliable ya, pero ella misma no ha querido meterse nunca en ese debate. Marta es muy sensata. A veces le hago un comentario y de pronto siento que va a reaccionar de una manera, pero no es necesario”.

¿Por qué hay tan poca información sobre su vida?
“He manejado un perfil muy bajo en mi vida siempre, siempre. Y lo he manejado porque aprendí que en la pareja de nosotros había uno que iba a figurar y era ella. No necesito figurar. A mí me gusta que figure ella. Yo no compito con ella en nada. Tengo amigos que me dicen: ¿usted cómo vive con ella? ¿cómo hace con una mujer con esa inteligencia con esa fuerza, que no para? Me dicen abiertamente: yo no podría vivir con una mujer como la suya. Yo eso lo aprendí a manejar. Este país es inseguro y ha sido inseguro mucho tiempo. Y me angustia la inseguridad, porque este país no perdona el éxito a la gente, no lo perdona. Si tengo éxito, soy un mafioso y si la mujer tiene éxito, es una vagabunda”.

¿Qué le diría si gana?
“El día que gane le voy a decir: Te felicito, te lo mereces, hiciste un esfuerzo muy grande y por favor ahora vas y lo haces muy bien, como siempre te lo has hecho en la vida. Haz tu mejor trabajo por Colombia, por nuestra hija, por todos nosotros”.

¿Y si pierde?
“Si llegara a perder, que no creo, igual le voy a decir: te felicito, hiciste lo mejor, esta vez no fue. No hay nada que un buen sueño no repare, vámonos a dormir”.

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