Es Antioquia en pequeña escala. Un mini mundo de tradiciones, historia y mitos inmerso en el bullicio de la ciudad contemporánea.
Y no sólo eso lo hace mágico. Por este gran escenario caminan muy campantes codo a codo arrieros, chapoleras, baquianos, pregoneros, trovadores, cuenteros y personajes mitológicos de otros siglos.
Para ejemplos Heliconia. "Heliconia es un pueblo de mucha tradición y mucha historia", afirma Silverio González de la fonda de Cosiaco y el berraco de Guaca. Por eso hoy con la delegación del municipio se bajan del bus, como si fuera lo más normal del mundo, José María García el famoso Cosiaco, que nació en el siglo XVII y es considerado el gran mentiroso de Antioquia; el berraco de Guaca, un cerdo salvaje del siglo XVIII al que le deben la fiesta que lleva su nombre y se celebra en octubre y Cándido Torres, un duende de finales del siglo XX que con yerbas y hechicería se llevaba a las niñas más lindas del pueblo pero que terminó completamente solo.
Esta es la típica fiesta montañera
Es Arrieros, Mulas y Fondas, tres días de fiesta para pasearse por 45 pueblos de Antioquia, desde la fonda de Santo Domingo hasta la fonda de San Carlos, o lo mismo, desde el puente de Guayaquil hasta el frente del edificio inteligente de EPM.
Varios municipios llegaron con la intención de bajar del trono a Caramanta, "el año pasado fuimos la fonda ganadora, nos llevamos el primer premio, nos gusta mucho participar por que podemos mostrar las cualidades del pueblo y sacarlo del anonimato", cuenta orgullosa Magnolina Agudelo.
Pero este año va a ser un poco más difícil. Nariño tiene el firme propósito de desbancarlos y para ello se preocuparon por que su fonda Pocitos, en honor al nombre que llevaba antes el municipio, "es una fonda típicamente campesina, netamente montañera, que muestra la extraordinaria amabilidad de nuestra gente", dice Guillermo Quintero Naranjo, coordinador de la delegación del pueblo.
A los de Santo Domingo se les ve muy animados, de una colorida chiva sobrecargada se bajaban ayer 30 personas después de un viaje de dos horas y media. Ni las incomodidades del viaje les arrebataba la alegría que irradiaban a los caminantes.
Llegaron haciendo bulla y los primeros que se bajaban recibían las grandes ollas, mesas, sillas, flores, verduras e instrumentos musicales que desde la chiva les tiraban.
Esta sí es la fiesta del pueblo, la que huele a fritos, sabe a guarapo y solteritas, se baila al ritmo de chirimias y comparsas y se goza a una sola carcajada con los trovadores.
Uno de los grandes eventos de la Feria de las Flores que se disfruta a puerta abierta entre la camaradería y amabilidad característica de los paisas.
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