No son sinónimo de muerte, las UCI son todo lo contrario, un lugar especializado con el personal y la tecnología médica más avanzada de la institución, para que el paciente en condiciones delicadas de salud sobreviva.
Ingresar a estas unidades solo es posible para aquellos pacientes que pese a su estado crítico tienen probabilidades de vivir. Por esa razón existen ciertos criterios, determinados por las sociedades médicas, que deben cumplirse para saber qué tipo de pacientes pueden ingresar a la UCI.
Para eso se definieron dos tipos de prioridades: altas y bajas. En las primeras se ubican los pacientes críticos, inestables, pero con condiciones reversibles y que requieren terapia intensiva.
Además, son personas que necesitan de observación constante por parte del personal médico. Son pacientes que requieren monitoreo frecuente y cuyo tratamiento no puede ser realizado en unidades ajenas a las de cuidados intensivos. Sin embargo, existen algunos casos en los que pueden recibir atención intensiva, pero debido a sus condiciones fisiológicas tienen limitaciones para hacer ciertas maniobras médicas.
En la categoría de baja prioridad se ubican los pacientes con condiciones médicas graves, irreversibles e incapacitantes.
Aquellos con enfermedades crónicas o terminales y que han sufrido una lesión catastrófica deberían ser admitidos solo si hay oportunidad de que el paciente se beneficie de un manejo en la UCI y si el paciente y sus familiares están preparados para aceptar las consecuencias de la terapia que él requiera.
"Una premisa básica para el ingreso es que el paciente tenga una enfermedad reversible, que haya la posibilidad de mejorar sus condiciones, de lo contrario sería la prolongación de una existencia en la que no se verá mejoría en la calidad de vida del paciente", explica Juan David Uribe, jefe del departamento de cuidado intensivo de la Clínica Cardiovid.
Las características
Las Unidades de Cuidados Intensivos se diferencian además del tipo de pacientes que atienden, por los equipos de asistencia y vigilancia de los que disponen, todos encaminados a mantener las funciones vitales de la persona.
"Entre los equipos propios de la unidad siempre están un ventilador para ayudar a la función respiratoria y otro para vigilar el funcionamiento del corazón", agrega Francisco Molina Saldarriaga, líder de la Unidad de Cuidado Intensivo de adultos de la Clínica de la Universidad Pontificia Bolivariana.
Debido a la complejidad de los servicios que ofrecen, los equipos y medicamentos que utilizan, las UCI representan altos costos para la institución, por esa razón estas unidades requieren de personal médico idóneo que sepa administrar los recursos en beneficio del paciente y no lo ponga en riesgo.
"A las UCI llegan los pacientes más graves, con más riesgo de morbilidad y mortalidad. Ese es el motivo por el que necesitan recurso humano especializado que debe ir desde el personal de enfermería, de terapia respiratoria y rehabilitación, hasta el personal médico especialista en cuidado intensivo", explica Luis Horacio Atehortúa, presidente de la Asociación Colombiana de Medicina Crítica y Cuidado Intensivo, Amci.
Las diferencias
A la par de las UCI están las Unidades de Cuidados Especiales, UCE. Estos son espacios de transición entre la UCI y la hospitalización. Allí hay mayor posibilidad de vigilancia pero menos estricta que en la primera.
La UCE se caracteriza además porque no usa aparatos para controlar funciones vitales y la estancia de los pacientes es mucho más corta que en las UCI porque su situación es menos compleja
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