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Belmira, en medio de un cuento de 'oro azul'

Pocos conocen el coltán en la región. Expertos temen desórdenes si revelan dónde puede hallarse.

  • Belmira, en medio de un cuento de 'oro azul' | ILUSTRACIÓN ESTEBAN PARÍS
    Belmira, en medio de un cuento de 'oro azul' | ILUSTRACIÓN ESTEBAN PARÍS
21 de mayo de 2012
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Entre los mineros de Belmira, que atesoran historias de guacas y otras más que giran en torno al brillo del oro, el de la existencia de coltán en la región es un cuento del que en su mayoría no han oído hablar. El 'oro azul', como se ha denominado en el mundo a este material, es desconocido para los pobladores, pero su sola mención deslumbra con la idea de una nueva fuente de riqueza.

-¿Que si es verdad que hay pesca'o? Sí. Hay pescadito, siempre, gracias a Dios-, responde Julio García , uno de los mineros más veteranos de la región a la que cree que fue la pregunta.

La corriente del río Chico, de aguas diáfanas y heladas a más no poder, desciende del páramo de Santa Inés para pasar junto a la casa en donde don Julio se rasca las canas, enseña en una carcajada hasta las muelas y confiesa que en sus 72 años de vida no ha oído hablar nunca de este material, hoy considerado estratégico, puesto que se utiliza en la elaboración de casi todos los dispositivos electrónicos.

-Llevo toda la vida en la minería. Mi papá mineaba y el papá de él fue minero también-, revela.

Otro que dice no haber oído mencionar el oro azul en la región es el alcalde de la localidad, Edison de Jesús Bustamante. Detrás de su escritorio, a unas cuadras de la casa del veterano minero, este economista belmireño que bordea apenas los 30 años, señala: -es la primera vez que escucho aquí el nombre del coltán. De acuerdo con lo que conozco y sé, no se explota ese material por aquí.

Los tiempos del oro
Sin palabras sobre la piedra gris o azul por la que venimos indagando, don Julio García , que nos atiende mientras el río Chico pasa murmurando envuelto entre la niebla, prefiere hablar de tiempos remotos en los que el oro se sacaba en petacas de cuero, cuando, según él, se cambiaba una libra del metal amarillo por una de chocolate.

-A mí me tocó vender castellano de oro a siete pesos. Vendí casi una libra y no me alcanzó para pagar dos bueyes que me habían fiado-, recuerda.

En los años que ha dedicado a la extracción artesanal de oro, no ha tratado con geólogos o profesionales que le hablen de otros materiales de valor en el suelo de Belmira.

-Los que están esperando el permiso, la compañía de Nueva California, son los que tenían toda la técnica, los únicos geólogos que llegaron por aquí. Yo tengo un entable en Yerbalito, pero no quiero vender, sino más bien trabajar con ellos-, aclara.

Según su testimonio, la compañía denunció todas las tierras en Quebradona, San Joaquín, La Salazar y Yerbalito. Los pequeños mineros no tienen opción.

Más cuento que otra cosa
-Si hubiera coltán en Belmira me toca devolver el diploma-, afirma el geólogo Oswaldo Ordóñez Carmona , docente de la Universidad Nacional. Adoptando luego un tono más serio, el experto explica que en Antioquia no hay condiciones geológicas altamente promisorias para que se tengan yacimientos de gran volumen, puede haber manifestaciones, las cuales originarán escándalo y especulación, por eso hay que ser cautos.

Ordóñez confirma que cuando hay buena cantidad, la riqueza que puede dejar el coltán es muy alta, pero reparó en que casi siempre es explotado de manera inadecuada por gente inescrupulosa que destruye la naturaleza.

-Yo soy un defensor de la minería, pero antes quiero el agua, solo puedo decir eso-, concluye.

Herencia minera
Otro Julio García ha seguido la saga de mineros que el viejo remonta hasta los tiempos de su abuelo. En un café del parque, el hijo de don Julio, miembro del concejo de Belmira, señala que ha oído hablar del coltán en las noticias, pero no en su pueblo.

-De aquí no sale sino oro, revuelto con plata porque vienen mezclados-, explica-. No ha habido rastros de minas de cobre ni nada. Hierro sí hay, pero muy poquito.

Considera que la gente especula porque hay una compañía extranjera explorando. Sin embargo, nunca han mentado el coltán, solo el oro.

El concejal García lamenta que en este momento la exploración esté detenida, porque él considera que era una buena alternativa de empleo en el pueblo.

-Aquí la gente vive de la lechería, pero los finqueros ya tecnificaron y no necesitan tantos trabajadores. Las únicas opciones son la leche y el que logre encontrar algo de oro en el río-, señala.

Avisen si encuentran
-Ojalá encuentren ese coltán, pa' que podamos salir de pobres-, sugiere don Julio, el viejo minero que atribuye a su abuelo cambiar oro por chocolate, mientras sigue riendo bajo el quicio de la puerta de su casa frente al río. A los pocos pasos nos alcanza su grito: -¡Si hay coltán, me avisan pa' buscarlo!-.

La frase la trae el viento helado que sopla desde el páramo y corre junto con el agua del río Chico.

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