Los habitantes de Briceño, inspección municipal de Sopó, Cundinamarca, todavía tienen en sus oídos el brutal sonido de la tragedia que resonó pasadas las dos de la mañana de ayer.
Freddy Castillo cumplió sus amenazas de ser el protagonista del dolor y el llanto, en ese tranquilo pueblo de la sabana. El ex convicto, al parecer activó la granada -no se sabe si de manera accidental o intencional- que ocasionó la muerte a Elvira Pulido, su compañera, y de paso se llevó su vida, 18 horas después de mantener en vilo a familiares y autoridades locales.
Marcada por la tragedia
A las 2:25 a.m. de ayer se terminó la espinosa historia de amor de esta pareja, que comenzó entre los muros de la Cárcel Modelo, de Bogotá.
Hace cuatro años, Elvira acompañó hasta el centro penitenciario a una amiga, quien iba a visitar a su esposo. Allí conoció a Freddy, quien por esos días purgaba una condena de ocho años por el homicidio de un hombre.
Elvira había terminado meses antes una primera relación con William Barón, su primer esposo, con quien tenía dos hijos. Esa separación se produjo por un hecho trágico.
"Ella estaba pelando unas gallinas en un restaurante del pueblo, donde trabajaba, y en un descuido su niño menor cayó dentro de la olla de agua caliente y murió por las quemaduras de tercer grado", confirmó Mónica Lozano, vecina de Elvira.
Ayer, en la vivienda de la calle séptima con segunda, de Briceño, una bala perdida le provocó además la muerte a una sobrina de Elvira.
La otra hija de William y Elvira, de 12 años, también fue rehén de Freddy durante varias horas. La menor, fue entregada al cuidado de su padre biológico.
"Este es un pueblo tranquilo, en donde cosas tan horribles como estas no pasan. Elvira fue hasta una cárcel y nos trajo la tragedia. Su compañero sentimental no era de Briceño", manifestó William Vanegas Ramírez, alcalde municipal.
Fruto del amor entre Freddy, de 34 años, y Elvira, de 26, nació un niño. Entre ambos atendían una pequeña cafetería que tenían en el primer piso de la vivienda que habitaban, hasta que comenzaron los problemas.
Vida difícil
Al parecer, la convivencia familiar estuvo salpicada por la violencia que finalizó con la ruptura de Freddy y Elvira, hace cerca de un año.
"Cuando se separaron, él solicitó la custodia del niño ante una comisaría de familia, pero una decisión del Bienestar Familiar le negó su pretensión. Por eso vino a cargar con el niño a las malas", explicó Jorge Pulido, un pariente de Elvira.
Esta situación, al parecer, le generó al menor una especie de trauma. El pequeño, de escasos dos años y nueve meses, según un familiar, no dormía tranquilo en el jardín infantil al que acudía.
"A veces grita y se despierta sobresaltado, como nervioso. Todas en la casa lo queremos mucho, porque es un niño muy tierno", manifestó una pariente.
Pero el pequeño también fue marcado por el manto de la tragedia, antes de ser rehén de su padre durante varias horas.
En un reciente accidente, con un molino con el que hacían unas arepas, el niño perdió parte de dos dedos de su mano derecha.
El menor está bajo el cuidado de su abuela y la supervisión del Icbf.
Este niño dormía durante la madrugada de ayer, cuando Freddy, su padre, activó la granada que puso fin a la tragedia de Elvira, su madre, comenzada a tejer hace cuatro años en una cárcel.
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