Cuando los azucareros han puesto fútbol, han salido perdedores. Y cuando la fórmula es más corazón que cabeza, como sucedió ante el Cúcuta, tampoco alcanza para sumar de a tres puntos. Como quien dice, al Cali no le funciona ni lo bonito ni lo feo. Y eso, a estas alturas del torneo, cuando se van consumiendo las fechas y en momentos en que los equipos de arriba se alejan y se alejan en la tabla, lógicamente tiene que desesperar, frustrar y decepcionar.El miércoles, frente a otro onceno urgido de un buen resultado, había que ganar. Estaba la localía de por medio, el apretón por parte de los directivos, las ganas de los mismos jugadores de superar el prolongado bache y la esperanza de una afición que aún le cree al equipo. Pero no se pudo. El 1-1 fue la cosecha que pudo sacar el Cali frente al Cúcuta. El partido pudo ser para cualquiera porque los azucareros se encontraron con un rival que pese a las dificultades que también arrastra, vino al Pascual con la intención de pescar en río revuelto.
Y la comenzó a forjar con el gol de Polo a los 35 minutos, una anotación que enfrió por completo al Cali y a su fanaticada.
Pero, en el segundo tiempo el local puso más vergüenza deportiva, varios jugadores apelaron al overol y comenzaron a trabajar un empate que se veía difícil por la seguridad defensiva del visitante. Sin embargo, a los 71 minutos el juvenil Luis Muriel se pegó un carrerón y entrando al área grande sacó un zurdazo imparable para el 1-1.
La igualdad le puso más picante al partido porque el Cúcuta fue al frente y lo tuvo con un doble remate que milagrosamente atajó José Cuadrado, y con un zurdazo de Polo que se fue por fuera.
Pero el Cali también gozó de opciones para definirlo a su favor. Cuando se jugaba tiempo de reposición, Muriel se la sirvió a Pajoy y éste, con el arco a su disposición y en lugar de tocarla únicamente, se decidió por un remate fuerte que se fue desviado para dolor de la hinchada verdiblanca.
Esa jugada acabó con las esperanzas de un Cali que tendrá que apelar a cualquier rezo para torcer su maltrecho rumbo.
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