Estuve con el P. Gustavo Vélez por última vez en Monticelo, el viernes 31 de julio, celebrando juntos una eucaristía, en la cual habló de los difuntos con tal confianza en Dios que me conmovió. Recuerdo estimulante. Habló de la muerte con paz. Conservo en el alma la fortaleza de sus palabras. La persona que muere no se ausenta, cambia su forma de presencia.
Cada domingo leía su columna en El Colombiano. Siempre me sorprendía por su penetración en el evangelio. Envidiaba su costumbre de recorrer ese camino. Quiero tener como Calixto, me decía, esta forma de llegar al corazón del lector. Dejar en su alma una semilla de eternidad.
Hoy lo recordé todo el día con un recuerdo vago, deseándole lo mejor. Leía "La misa sobre el mundo" , de T. de Chardin, y me decía: ¡qué bueno tener esta oportunidad de celebrar la misa sobre el mundo, sin pan, sin cáliz, sin altar. Gustavo tiene en este momento, pensaba, un altar perfecto, su propia vida, el universo entero. Lo que tanto necesitamos en este momento en que hacemos volar todo en pedazos.
Gustavo tiene en sus manos el sentido de la unidad, de la tierra y el cielo, del tiempo y de la eternidad, del hombre y de Dios. Y me decía: "Gustavo, estés donde estés, Dios recibe la ofrenda de tu sacerdocio. Que no se te quede nada por ofrendar. Todo lo tuyo es de Él. Y le enviaba mi anhelo de generosidad, como lo demostró en forma incansable durante tantos años.
En el Himno del universo, de T. de Chardin, comencé a leer "La ofrenda" de la misa sobre el mundo. Leía despacio, evitando toda distracción: "Ya que, una vez más, Señor, ahora ya no en los bosques del Aisne, sino en las estepas de Asia, no tengo ni pan ni vino ni altar, me elevaré por encima de los símbolos hasta la pura majestad de lo Real, y te ofreceré, yo, tu sacerdote, sobre el altar de la Tierra entera, el trabajo y el dolor del Mundo". Y pensaba: lo que estoy leyendo, Gustavo lo está viviendo. Y sentía envidia.
Acompaño a Gustavo, que escogió como altar la Loma del Escobero para ofrecerse, como sacrificio en cuerpo y alma, por la felicidad de sus oyentes y lectores. Para nuestra alegría y consuelo, él es ahora, como nunca, según sus palabras, "el puente que nos une con el Señor".
*Monticelo, Centro de Mística
Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4