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Calixto, el columnista

09 de septiembre de 2009
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El padre Gustavo Vélez, Calixto, disfrutó del privilegio de escribir, en EL COLOMBIANO, todos los domingos, por tres décadas, la columna Tejas Arriba. Los lectores encontraron en ese espacio de opinión la visión sabia y cercana del Evangelio.

En mi calidad de Editor de Opinión por varios años, conocí de cerca sus escritos. Siempre me impresionó su disciplina, su creatividad y corrección idiomática.

Según el decálogo de Paul Johnson, cumplió con méritos sobresalientes el primer requisito del buen columnista: conocimiento. El dominio de los temas teológicos le permitió acercarse a las audiencias, permitiendo que ellas cruzaran con naturalidad los umbrales de la espiritualidad, pero sobre todo del humanismo con el que trataba los temas divinos y humanos.

Escritor de frases cortas, de prosa fluida, de muchos puntos seguidos y comas, siguió las lecciones de Azorín y de otros maestros de la escritura que aconsejan cómo lograr el lenguaje sencillo, claro y preciso para poner en común las ideas. Usó en dosis adecuadas las metáforas y analogías.

Al inicio de su reflexión ponía los insumos informativos de su columna: un párrafo del evangelista debidamente entrecomillado, antecedido del calendario litúrgico. Y luego, la construía con una técnica cercana a la dramaturgia, escena por escena.

Con los trazos de historia sagrada y profana ilustró, explicó y proyectó su enseñanza ética y moral, para conectar mejor con todos sus lectores, tan diversos como anónimos, sin posar de erudito pedante y sabelotodo o egocéntrico.

El análisis del contenido de sus textos nos lleva a ver en ellos senderos de esperanza. Más que sermonear predicó comprensión, compasión, solidaridad, justicia, amor y paz. Qué contraste con quienes usan el privilegio de opinar cuando menos para dividir, intrigar, hostigar o exhibir su narcisismo inmodesto.

Pienso que escribía varios titulares para escoger el mejor, aunque no un centenar como recomendaba Ernest Hemingway. Tenía una gran capacidad para resumir en pocas palabras su reflexión dominical, pero sobre todo para captar el interés de lectores atentos y desprevenidos.

En suma, escribió de tejas para arriba para los de tejas para abajo. Esa su principal virtud.

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