En una ciudad como la nuestra, donde todos "le apostamos a la vida", abunda la inseguridad, esto reflejado en las cifras del estudio Medellín Cómo Vamos, en donde se cuestionaron las percepciones de los ciudadanos con relación a lo inseguros o muy inseguros que se sentían, que para el año 2012 reflejaba un 12 por ciento y para el 2013 alcanzó el 19 por ciento, siendo la zona centro-occidental la que demostró una menor apreciación de seguridad.
Por estos días se hace normal el tener a la mano dos celulares, uno de gama alta para salir a lugares cerrados, usar en la oficina, la universidad, la casa de la tía o la fiesta de quinceañera de la prima; pero el otro, uno de menor costo y funcionalidad, por si va a salir a acompañar a una amiga a coger un taxi, se va a ir de fiesta y no sabe dónde termine o porque sencillamente es consciente de que en el camino de regreso a casa corre el riesgo de regresar sin nada.
Dentro del programa de la Alcaldía actual, la seguridad se fija como uno de los propósitos principales, para ello el presupuesto de este año alcanzó los 172 mil millones de pesos, destinados a cuestiones como la de incrementar el número de cuadrantes y con esto, el requerimiento de 2000 policías más.
A pesar de las altas cifras de vulnerabilidad reflejadas en los sondeos de opinión, relacionadas con las apreciaciones de los ciudadanos frente a su seguridad, ninguna se acerca al miedo que se siente al contestar una llamada en medio de la calle.
Este ejemplo me recuerda la respuesta de un representante a la Alcaldía, que al preguntarle por una posible solución, hizo una invitación a la ciudadanía a no usar el teléfono móvil mientras se encontraran en la calle, cuestión problemática, ya que habría que atacar el problema de raíz y en este caso trabajar por contrarrestar el robo.
Si uno se acogiera a esta lógica del funcionario, lo mejor sería quizás no salir de la casa, eso sí evitaría cualquier hurto.
Hace pocos días hablaba con una conocida residente en Canadá, que manifestaba haberse ido del país porque consideraba que aquí no se podía vivir en paz, refiriéndose a los atracos de los que había sido víctima. Entonces ¿la solución es que todos nos cambiemos de este país a otro donde los índices de inseguridad sean mucho menores?
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