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Ciudad de espantos macuencos

12 de julio de 2009
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Sólo el chasquido del látigo del Sombrerón y el rastrillar de los cascos herrados de su caballo negro sobre el empedrado de las callejuelas alteraba el silencio nocturno de Medellín a mediados del Siglo Diecinueve. Aturdidos por el ruido de los días y noches actuales, que supera con exceso los 85 decibelios tolerables, ni imaginamos la ciudad que era una arcadia, en los tiempos en que el cronista Eladio Gónima escribió sus Apuntes para la historia del teatro de Medellín y vejeces, librito deleitoso publicado en 1909.

Los espantos de Medellín (macuencos, para el autor) espeluznaban a los parroquianos pero tal vez eran sólo ilusorios. Los de ahora son reales y corpóreos. La ciudad se callaba en un toque de queda habitual después de cada atardecer. La vida seguía de puertas para adentro, en las cálidas conversaciones familiares. Un crimen atroz, como el de Aguacatal, se volvió tema recurrente por años. Hoy, cuando por desgracia el termómetro sanguinolento de los delitos ha vuelto a subir, el asombro es fugaz, el escándalo es pasajero, la noticia se extingue y se olvida como una ráfaga.

El teatro historiado por Eladio Gónima era en buena parte un entretenimiento estudiantil. Moliere, Víctor Hugo y el colombiano Vargas Tejada con las Convulsiones iniciaban el repertorio de las representaciones, hacia 1831, en el patio del antiguo Colegio de los Jesuitas. No se aceptaba a las mujeres para actuar, al menos en las tablas. Los papeles femeninos los representaban actores masculinos. Ese travestismo los hacía taquilleros.

El libro del señor Gónima es una joya de las letras antioqueñas. Narra con encantadora amenidad las situaciones que discurrían en Medellín al margen de las confrontaciones políticas y las guerras civiles de una centuria turbulenta. El ciudadano es histórico. La historia no la han hecho sólo guerreros y conquistadores, personajes deslumbrantes. También la han elaborado los protagonistas sencillos y anónimos de la paz y el silencio de un poblado con ínfulas de ciudad, que hoy, con todo y sus desmesuras, contrastes y conflictos de urbe, alienta nostalgias de pueblo.

Vamos a publicar en fecha próxima esta obra centenaria dentro del plan trazado por el Comité Editorial del grupo de universidades que se asocia a la recordación del Bicentenario de la Independencia de Antioquia mediante el atractivo proyecto de reeditar en tres años cien títulos esenciales de nuestra región, diez por cada institución universitaria. Este libro ayuda a conocer el pasado de nuestra ciudad y en especial su vida cotidiana. Induce a comprender el presente y a explicar por qué hoy como ayer rondan fantasmas y espantos macuencos.

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