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Clásico de la ilusión

20 de septiembre de 2008
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Sus rostros reflejan la inocencia propia de dos jóvenes que recién cumplieron la mayoría de edad y el pertenecer a la raza negra hace que la blancura de sus dientes recuerden los de leche que identifican a los niños, aunque Luis Alberto Perea y Juan Guillermo Cuadrado sueñan en serio como los grandes.

El que ambos tengan raíces urabaenses los pone a hablar en el mismo dialecto y con la misma sencillez propia de los que apenas comienzan o de aquel que tiene la Biblia como su libro de cabecera, en el caso de Perea, o del que cree fervientemente en las obras literarias de superación personal, como acontece con Cuadrado.

Jamás se habían visto y el único antecedente que tenían, el uno del otro, los remonta al pasado fin de semana cuando coincidencialmente marcaron goles para sus equipos. Pese a ello cuando se sentaron en la mesa parecía que fueran viejos amigos porque se trataron con cariño, respeto y admiración.

A ninguno le dio pena confesarle al otro que "siento algo de cosquillas y ansiedad para el juego de domingo". Y sí que menos contar algunas intimidades como si se trataran hace años y desconociendo que esta tarde serán rivales en el clásico 254 entre verdes y rojos.

Sin dejarse intimidar del físico de su colega, Juan Guillermo, que a sus 20 años ha sido volante pero ajustará dos partidos como lateral izquierdo, recordó esa niñez en la que "me disfrazaba de jugador de la Selección de Colombia" y ese 24 de diciembre cuando "el Niño Dios me trajo una bicicleta en la que casi me mato, por culpa de un carro, en Necoclí".

Lo mismo hizo Luis Alberto, de 22 años, hijo del ex defensor de la Selección Colombia, Luis Carlos Perea. Contó que se disfrazaba de ninja y Charles Chaplin y que el Niño Jesús, en alguna ocasión lo premió con un carro de control que "me duró muchos años y me hacía sentir muy bien".

Que jueguen
La intención era no ponerlos nerviosos y sacarlos por dos horas del fútbol, pero apenas terminaron el almuerzo, Perea y Cuadrado comenzaron a jugar el clásico en el Centro Comercial Unicentro.

Allí, con la colaboración del personal de Game Box, tuvieron el primer duelo en el hockey de mesa y Cuadrado aprovechó la lentitud inicial de Perea para ganarle 6-2.

Y jugaron a ser niños sin importantes las miradas de quienes allí se encontraban. El siguiente turno fue en las motos y ahí el jugador verdolaga sí marco diferencia con su físico y habilidad para sortear los peraltes de la pantalla. Lo mismo ocurrió en los carros chocones, en los que Luis Alberto aceleró al máximo como tratando de avisar sobre la presión que ejercerá el verde esta tarde por la novena fecha de la Mustang II, desde las 3:30 p.m. en el Atanasio Girardot.

En el barco pirata, con un abrazo y muchas sonrisas, culminó el fructífero encuentro entre los dos jóvenes que serán titulares hoy y que en la cancha no se contarán historias, sino que tratarán de marcar diferencia para favorecer a sus equipos y alegrar a las fanaticadas.

"Luis Alberto luce grandote, pero ahí donde me ven también soy capaz de superarlo con mi técnica y mi fibra porque no me va a tumbar tan fácil, más en un partido en el que el Medellín necesita ganar para no alejarse del grupo de los ocho", comentó Cuadrado, quien lleva dos años en el elenco rojo, al que llegó procedente del argentino Tiro Federal y vive agradecido con el técnico Nelson Gallego por traerlo hace cuatro años de Urabá.

Perea se inició en la escuela de su papá en Estados Unidos y hace un lustro tuvo sus primeros pinitos en Nacional, club al que volvió luego de pasar por Equidad y Venezuela. El paso por esos clubes le sirvió para "ratificar que lo mío es el gol y espero anotar de nuevo porque si le ganamos al Medallo nos afianzaremos en el grupo principal".

Así de descomplicados lucieron estas dos jóvenes promesas del balompié antioqueño. Solo que en la tarde de hoy no se montarán en motos y carros chocones, sino que tendrán que demostrar que sí saben con el balón y son capaces de marcar diferencia con el talento que los puso de moda en la semana y les puede servir para que se conviertan en una realidad del fútbol colombiano.

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