¡Asombroso!, no puede ser otra la expresión frente al lamentable estado en que se encuentran muchos de los moto-coches que les entregó el Municipio a los cocheros, para poner fin al sufrimiento de los caballos y, de paso, a los trancones que se armaban en calles y avenidas por el lento paso del cansado caballo.
Excelente la decisión del Municipio, que escuchó a los defensores de los animales, pero a los cocheros había que alfabetizarlos para que pasaran de la tracción animal a la mecánica. Seguramente muchos pensaron que los coches eran bestias y los cogieron a pata y a cargarlos más allá de la fuerza del motor.
Un caballito, bien manejado, podía contribuir con el sustento de una familia veinte años, pero una moto con sobrecarga, hecha para zonas planas, loma arriba por más garrote que le den no reaccionará.
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