En la ceremonia de entronización del nuevo Pontífice Francisco, que se realizó ayer ante unas 200.000 personas en la Plaza de San Pedro, a donde acudieron además presidentes, príncipes y delegaciones de 130 países, quedó en evidencia la nueva etapa que comenzó a vivir la Iglesia Católica.
La humildad y el servicio son desde ayer las consignas que se emanan desde el Vaticano, por eso los miles de fieles coreaban el nombre de Francisco, en una plaza abarrotada de feligreses contagiados por la cercanía del Sucesor de Pedro.
"¡Ha bajado, se ha bajado", gritaban algunos miembros de protección civil italianos cuando Francisco se acercó ante unos pequeños para bendecirlos.
También se acercó a un joven con discapacidad sostenido por sus familiares, al que abrazó con gran cariño.
"Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en el servicio", afirmó durante su homilía.
"Es claro, es directo y habla de cosas que la mayoría de las personas hemos pensado en alguna ocasión, por considerarlas justas", dijo Ernesto, un peregrino citado por Efe, que llegó desde Ecuador para acompañar a Francisco en este importante día.
Por su parte, Patricia Daste, una peregrina argentina que llegó a Roma para asistir a la misa dijo que "su naturalidad y sencillez" que se percibían cuando era arzobispo de Buenos Aires, todavía se mantienen como Papa.
Y es que la sensación de los católicos es otra y por eso se muestran con cara distinta. "Hemos pasado de un profesor rígido de teología a un maestro de la simplicidad cristiana", dijo el historiador de la iglesia italiana Alberto Melloni, refiriéndose al contraste entre Francisco, un hombre cálido con llegada a la gente, y Benedicto, de maneras intelectuales duras.
Delegación latinoamericana
El gran ausente de la ceremonia de ayer en el Vaticano entre los presidentes latinoamericanos fue Juan Manuel Santos, de Colombia, porque en la Plaza de San Pedro estuvieron sus colegas de Panamá, Ricardo Martinelli; la mandataria brasileña, Dilma Rousseff, quien dijo que hablaría con el Pontífice de "pobreza y hambre"; el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto; la presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla; y el gobernante chileno, Sebastián Piñera, quien aseveró que "con una sonrisa muy cariñosa el Papa le dijo que iba a visitar Chile".
A ellos se sumaron el presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien no pudo contener las lágrimas este martes al saludar al primer Papa latinoamericano de la historia; también el vicepresidente uruguayo, Danilo Astori; el vicepresidente de Nicaragua, general retirado Moisés Omar Halleslevens, quien confesó haber quedado absolutamente impactado por la personalidad de Francisco.
Todos ellos en sus apreciaciones coincidieron en afirmar que se observó un cambio de estilo respecto a lo tradicional dentro de la Iglesia, algo que permite tener la esperanza de que la Iglesia juegue un papel moderno, dinamizador.
Incluso, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, vestida de negro estricto, fue una de las primeras en saludar al Papa con quien se mostró cercana, tras numerosas tensiones originadas cuando el Pontífice era Arzobispo de Buenos Aires. Ellos tuvieron un almuerzo en el Vaticano.
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