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Cómo salvar esta Unión

  • María Clara Ospina H. | María Clara Ospina H.
    María Clara Ospina H. | María Clara Ospina H.
26 de julio de 2011
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La Unión Europea, de un tiempo acá, se ha venido comportando como un matrimonio desavenido, que requiere una terapia intensa para poder salvarse. Algo de esperarse en una unión cuyos miembros son tan diferentes, en tantos sentidos.

Cuando se creó la Unión, algunos de sus objetivos principales fueron la creación de un mercado común y una moneda única, visa única para los visitantes, fronteras abiertas entre los países miembros y una responsabilidad colectiva frente al medio ambiente.

Hoy, estos compromisos se encuentran en entredicho. La crisis económica en Grecia, Portugal, Irlanda, España y parece que también en Italia, no sólo amenaza la continuidad del euro, sino que ha destapado recelos y disgustos entre los miembros de la comunidad. Se podría decir que se nota el "desamor" entre ellos.

Los alemanes acusan a los griegos de haber despilfarrado el dinero, de no ser responsables, de trabajar menos horas y con menos seriedad que ellos. Los griegos responden que los alemanes pretenden cambiarles su estilo de vida y controlarlos.

Los gobiernos se devanan los sesos pensando quién debe pagar por los platos rotos del inmenso déficit de las naciones en crisis, mientras los pueblos, azuzados por extremistas, echan mano a su nacionalismo y exigen terminar de una vez por todas con la UE.

Algunos países, como la República Checa, que pertenece a la Unión, mas no al sistema del euro, se ufanan de su decisión de no haber cambiado su moneda y no desean participar en el salvamento de los países en problemas. Quieren estos países ignorar que el compromiso de pertenecer a la UE, como el de un matrimonio, fue para bien y para mal, y que hoy día su destino está ligado, gústenles o no.

También en el tema de las fronteras y del tratamiento de la visa Schengen, otro de los pilares de la Unión, hay problemas. Los países nórdicos acusan a los mediterráneos de no poder controlar el flujo de inmigrantes ilegales provenientes del África. Nadie se pone de acuerdo qué hacer con los "roma" o gitanos, algunos de los cuales ya fueron deportados de Francia a Rumania. Además, ya se habla de restablecer restricciones en algunas fronteras interiores.

En el tema del control de las emisiones, los resultados de los últimos estudios muestran que la UE produce hoy más emisiones nocivas que antes de los acuerdos.

Lo peor de todo es la desconfianza que hay entre las naciones de la Unión. Esta quedó en evidencia con la "crisis del pepino", cuando hace dos meses Alemania, sin tener las pruebas, culpó a los pepinos producidos en España de una intoxicación en su territorio, causando enormes pérdidas económicas a todas las regiones pepineras españolas.

A mi manera de ver, si se quiere salvar esta Unión, los miembros deben actuar más como una unidad, una familia y menos como socios que solo buscan un beneficio económico. Mucho del nacionalismo deberá desaparecer. ¿Puede ser esto posible en un Continente cuya historia es de individualismo, desconfianza, invasión y guerra entre sí?

El progreso que la UE trajo a sus miembros en estos primeros años es innegable. Habrá que hacer ajustes, algunos de ellos dolorosos, algo normal en toda relación. La UE es una idea valiosa que todos, aun los que no pertenecemos a ella, debemos apoyar.

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