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Compañeras de la noche buscan a ingenuos

La Fiscalía detectó una banda conformada por mujeres jóvenes y bellas, que drogan y les roban a los hombres en varias ciudades.

  • Compañeras de la noche buscan a ingenuos | “La Angora” (izquierda) y Yury están en la cárcel El Pedregal, a la espera del juicio. Ante el juez negaron los cargos. FOTO CORTESÍA
    Compañeras de la noche buscan a ingenuos | “La Angora” (izquierda) y Yury están en la cárcel El Pedregal, a la espera del juicio. Ante el juez negaron los cargos. FOTO CORTESÍA
29 de septiembre de 2012
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“Me siento triste, soy un tipo juicioso, no salgo mucho, tampoco soy una güeva, pero después de las vivencias de tantos años vinimos a darle papaya a unas muchachitas, estoy aburrido de mí mismo”, dice Dairo* mientras conduce su carro por las calles del barrio Guayabal y recuerda aquel día, en el que buscando diversión sexual terminó en la camilla de una clínica.

El confeccionista de 53 años es uno de los muchos veteranos que cayeron en las redes de seducción y engaño de una cofradía de al menos ocho jóvenes, que bien podrían llamarse “las bandidas de la noche”, porque se especializaron en asaltar hombres en Medellín, Cali, Bogotá, Santa Marta, Armenia y Pereira, usando a su favor un arma irresistible: la belleza.

En la mañana del 20 de mayo de 2011, Pedro* estaba en un establecimiento comercial de la calle Junín, en el Centro, y quedó impactado por el rostro de una dama que pasaba. De sus labios brotó un piropo y la recompensa fue inmediata: una mirada coqueta y un papelito con un número de celular. El galán de 52 años, casado y padre de dos hijos, mordió el anzuelo.

“Conocí a una pelada divina, la voy a llamar y le digo que traiga a una amiga”, le insistió esa noche a su amigo Dairo. El encuentro sería a las 9:30 p.m. en el Parque de El Poblado, pero minutos antes una premonición se apoderó del confeccionista.

“Le dije que nos tomáramos solos los tragos, que qué tal que ellas nos dieran escopolamina o algo así, pero él me calmó y al final me dio confianza pensar que estaba con él”, comenta Dairo, como queriendo devolver el tiempo.

A la hora fijada aparecieron dos diosas que aparentaban 19 y 23 años, y al verlas los señores tragaron saliva. “Muy bien vestidas, ropa de calidad, lo sé porque tuve almacenes, eran excelentes”, agrega Dairo, quien pese al entusiasmo del momento, no era el primer caballero con quien las chicas acordaban una cita a ciegas.

Las mañas
La investigación contra las “bandidas de la noche” comenzó el 26 de octubre de 2010 en la Fiscalía 116 Local de Medellín. El caso había ocurrido tres días antes, cuando un forastero, dueño de un hostal, fue engatusado por un sensual dúo en un bar del Lleras.

Junto a un amigo las llevó a su cuarto, donde fueron drogados con un medicamento y asaltados. Despertaron 48 horas después. “Esto es muy común en la zona”, denunció la víctima, ya resignada.

Un informante anónimo comenzó a guiar a los investigadores. Describió una banda femenina que merodeaba en los negocios de la avenida 33, la calle 70, El Poblado, el parque Lleras, el Estadio y la zona industrial de Itagüí. Algunas integrantes eran Yuly, Yurany, Angy, Indira y Zafiro, alias “la Angora” o “Angorete”.

Se interceptaron tres líneas telefónicas y empezaron los seguimientos, en los cuales quedó expuesto el método de las embaucadoras. Se presentan con nombres falsos como Andrea, Juliana y Natalia, actúan en duetos o tríos, tienen menos de 30 años y escogen “machos” de 45 a 60, con preferencia de extranjeros y casados, porque casi nunca denuncian, bien sea porque vienen de paso o no quieren arriesgar sus matrimonios.

Los seducen en bares y discotecas, por lo general a dos amigos al tiempo, y los instan a llevarlas a sus casas, donde se comete el robo de pertenencias y objetos de la residencia, avaluados entre 5 y 12 millones de pesos. Su fin de semana destinado a la caza es el de la quincena, cuando los asalariados tienen plata para gastar en pecado.

“Son muchachas que solo estudiaron bachillerato, vanidosas, les gusta inyectarse sustancias para moldear sus glúteos, pero en sitios clandestinos, por máximo 500.000 pesos”, cuenta una funcionaria que participó en los operativos. Y prosigue: “Ubican a los señores en las mesas y les coquetean, si ellos no ‘paran bolas’, les envían una cerveza. También tratan con mucha confianza a los meseros, como si los conocieran de siempre, y esto les da tranquilidad a las víctimas. A lo último, se aproximan y les dicen: ‘somos prepagos y queremos sentarnos con ustedes’”.

La oferta de prepagos (otro nombre con el cual se disfraza la prostitución) es común en los sectores de rumba de las principales urbes del país y muchos extranjeros viajan para contratarlas, en lo que se denomina turismo sexual, un fenómeno que hasta hizo tambalear al impenetrable Servicio Secreto de E.U. hace cinco meses en Cartagena.

En El Poblado, por ejemplo, se distribuyen volantes para mujeres con esta leyenda: “¿Te gusta el dinero, lujos, ir de compras, viajar y tener tiempo para otra actividad? Trabaja con nosotros”. La publicidad remite a un portal de internet donde ofrecen catálogos de prepagos, con cifras de 130.000 a 180.000 pesos por hora de comercio carnal.

Varias de “las bandidas de la noche” (haga clic para escuchar testimonios de las presuntas integrantes), de acuerdo con la investigación, comenzaron en ese tipo de prostitución, hasta que se dieron cuenta de que su método dejaba más dinero y con menos esfuerzo.

El secretario (e) de Gobierno de Medellín, Sergio Zuluaga, señala que a través del programa Rumba Segura, la Alcaldía invita a los dueños de establecimientos a ser los primeros protectores de sus clientes. También instó a la comunidad a cuidar a los conciudadanos, avisando a la Policía si ven a alguna persona extraña.

Guillermo Orjuela, director de la Corporación Zona Rosa, que agremia a 120 locales de El Poblado, comenta que no sabía de la banda, aunque sí ha recibido quejas por casos de escopolamina en taxis. “Tenemos la idea de hacer una campaña, sobre todo con los extranjeros, para prevenirlos de estas situaciones”, afirma.

El veneno de la seducción
El primer caso documentado por las autoridades en Medellín fue el del citado dueño del hostal en 2010, luego detectaron otro del 28/3/11, cuando dos dandis fueron seducidos en un bar de La 33, en una cacería que terminó en el apartamento de los incautos, en La Floresta.

Bebieron hasta perder el conocimiento y las dos peladas les quitaron cerca de 5 millones en efectivo y objetos de valor (relojes, gafas, blackberrys y demás).

El 05/4/11, tres “bandidas” se levantaron a otro ingenuo en una discoteca de La 70 y terminaron en un motel de Robledo. “Una de ellas le daba licor boca a boca, y hasta ahí recuerda”, cuenta la fiscal 116. A este le fue peor, pues además del hurto le propinaron una paliza que lo dejó con fracturas en los dedos, y le quitaron una tarjeta bancaria, con la cual retiraron un millón de un cajero electrónico.

El siguiente episodio fue el de Dairo, el confeccionista (20/5/11), divorciado y padre de una niña de 8 años: “Tomamos unas cervezas en un bar del parque, luego fuimos a mi apartamento en El Poblado. Mi amigo y yo compramos aguardiente y estábamos borrachos, pero ellas no bebían. Dijeron que hiciéramos el juego de la botella y el que perdiera se quitaba la ropa, la verdad yo pensaba pasar una noche chévere”.

Dairo veía borroso, pero creyó que era por el licor. El juego no avanzó lo suficiente, apenas alcanzaron a quitarse los zapatos, una chica lo besó y todo fue neblina. “Desperté en la camilla de la clínica, en la tarde del otro día. Mi hija y mi exesposa estaban al lado, sentí mucha vergüenza”.

En otra camilla padecía Pedro, con el ojo hinchado por un golpe. El hurto que cometieron las villanas fue cercano a los 8 millones, incluso abrieron una caja fuerte a punta de cuchillo. “Lo que más me dolió, es que hacía un mes le había celebrado el cumpleaños a la niña y ellas le robaron todo, hasta los peluches, y también una colección de monedas y billetes del extranjero que yo estaba recolectando hacía 20 años”, expresa el afectado.

Las ladronas guardaron todo en dos maletas del desmayado y salieron fingiendo un viaje. La actuación fue tan convincente que hasta el celador del edificio les consiguió un taxi y cargó el equipaje.

La Fiscalía también conoció casos de Cali y Pereira en ese lapso (menos de un año), donde los diagnósticos de las víctimas eran iguales: intoxicación aguda por sustancia sicoactiva. En la mayoría se usó la benzodiacepina, una droga recetada en tratamientos contra la ansiedad, cuyo nombre comercial más conocido es ativán. “Al parecer le suministran 10 pastillas a los hombres”, acota la investigadora.

El médico toxicólogo Hugo Gallego señala que cuando dicho compuesto se combina con licor, el efecto se potencia y podría llegar a ser mortal.

Hay varias maneras en que las chicas lo inoculan, una es a través del beso o el trago boca a boca. Algunas víctimas expresaron que sentían gránulos en la lengua antes de caer en la inconsciencia.

Otra forma es intercambiando la bebida previamente contaminada (que ellas cargan consigo) con la que están consumiendo los ofendidos.

Cuando Dairo regresó a su apartamento, encontró una caja pequeña de aguardiente que ellos no habían comprado y dos pastillas desconocidas, que tiró a la basura.

Capturadas
A las 6 a.m. del pasado 12 de septiembre el CTI de la Fiscalía llegó hasta la casa de “la Angora”, en el sector Rodeo Alto de Belén. “Estaba borracha, tomando tequila con unas amigas, y nos tiraron la puerta. Tocó volver una hora después con una orden de allanamiento”, narró una participante en el operativo. Al mismo tiempo, otro equipo estaba efectuando la captura de Yuly en el barrio Aranjuez.

La primera audiencia de control de garantías se aplazó por la ebriedad de “la Angora”. “¿Me quieren encanar porque soy puta?”, preguntó en medio del desvarío. El 13 de septiembre, ante el Juzgado Séptimo Penal Municipal, ya sobria, se presentó como una vendedora independiente de 27 años, oriunda de Bucaramanga y madre de dos niños. Yuly, paisa de 23 abriles, también tiene dos pequeños y declaró ser manicurista y peluquera.

En la diligencia, la Fiscalía 116 presentó los audios de varias interceptaciones telefónicas, donde las indiciadas al parecer planeaban sus fechorías y hacían cuentas con el botín.

“El domingo cogimos a uno, lo llevamos para su apartamento y ahí, estando la mamá de él y todo, robamos”, “nos fue regular, ese viejo no tenía sino 30.000 pesos, eso no alcanza ni pa las pastillas de nosotras”, se escucha en un par de esas conversaciones.

“Este comportamiento es reprochable, ustedes consiguen medicamentos y los suministran a sus víctimas, eso puede causar la muerte, pero a ustedes para nada les importa”, opinó la fiscal.

A “la Angora” le imputaron los cargos de concierto para delinquir y hurto agravado y calificado, los mismos que a Yuly, aunque a esta le sumaron lesiones personales, por aquella golpiza en el motel de Robledo. Ambas se declararon inocentes.

El ente acusador precisó que otras integrantes del clan ya fueron sentenciadas afuera de la ciudad, por idénticas conductas. A Yurany y Angy las arrestaron en Cali y pagan por hurtos cometidos allá y en Pereira; Indira, que se inició en la banda siendo menor de edad, purga la condena por crímenes cometidos en Bogotá.

Pese a que los defensores de las detenidas en Medellín argumentaron que eran damas trabajadoras y sin antecedentes penales, el juez afirmó que eran un mal ejemplo para sus hijos. “Se han concertado a nivel local y nacional para atacar a varones, ingenuos o seducidos, como se quiera decir, probablemente es una organización estructurada y podría haber hombres comprometidos que prestan a sus mujeres”, conceptuó, luego les dictó medida de aseguramiento en la cárcel El Pedregal.

La investigación de la Fiscalía y el CTI continúa, pues hay otras “bandidas de la noche” merodeando los bares. Hoy en día, Dairo visita estos sitios desconfiado, mirando con incredulidad a las mujeres bonitas. En su recuerdo persiste esa sensación bella y cruel del beso con “la Angora”: “fue lento y profundo, creo que me pasó como una pastillita, sentía los gránulos, y ahí me fui quedando dormido, me fui yendo”.

*Nombres cambiados por protección de la fuente.

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