De eso tan bueno no dan tanto, como se dice popularmente. Los que corrimos a cambiar la cédula para librarnos de las burlas que nos producía la foto vieja, nos quedamos, por ahora, con los crespos hechos. Resulta que no bastaron los problemas en la licitación de adjudicación del contrato para la renovación del documento, cuando ahora el propio registrador reconoce que hay problemas para cumplir con el cronograma de entrega de las nuevas cédulas.
No hay claridad en cuáles son las dificultades y por qué no se detectaron a tiempo y lo que falta es que nos digan que nos tenemos que volver a tomar la foto, esperar otro año, y obtener ese documento que, además de tener una cara más bonita, nos sirve para votar, viajar o endeudarnos.
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