Más que pensar en ganar títulos o ser primera en un campeonato, su idea es gozar con algo que le fascina como son las motos.
Cristina Bedoya Atehortúa llegó tarde a la parte competitiva del motociclismo. Su primera aparición fue en el 2010 cuando tenía 23 años, pero desde muy pequeña le han gustado las dos ruedas, incluso montó mucho en bicicleta, pero le agradó más la adrenalina de la velocidad.
Fue a los 8 años, cuando un amigo le prestó una z-50 -la más pequeña del mundo de las motos-, que le picó el amor por estos aparatos. A tal punto que se le convirtió en obsesión.
Como producto de ello, su papá le tuvo que regalar, cuando tenía trece años, su primera moto. De ahí en adelante se dedicó a correr y a viajar, cada que podía, a Bogotá, donde competía, aunque no en forma oficial.
Con el transcurrir del tiempo se le midió a la Copa Colombia. Su primera aparición fue en 2010, en el Circuito de Rionegro. El año pasado fue tercera en velocidad en la categoría touring (600 a 1.000 c.c.) como única mujer. Todo ello le valió para dar el salto al exterior.
"El próximo martes viajaré a Puebla, México, donde participaré en el GP de velocidad. Esta será mi primera experiencia internacional", cuenta Cristina.
Sus ojos verdes y su esbelta figura atraen pero, ante todo, ella reconoce, con sonrisas, que eso se da, porque "por lo general soy la única mujer que estoy en las categorías altas, en las que solo actúan hombres".
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