Cuando la pantalla empezó a mostrar las imágenes de la inauguración de los Juegos Olímpicos, los miembros de la comitiva china abrieron los ojos a más no poder y sintieron orgullo patrio.
No hubo bullicios ni algarabías. Solo sonrisas de satisfacción por el logro que perseguían hace 100 años, mientras los aplausos espontáneos surgían en el Centro Internacional de Convenciones Aves María, en Sabaneta, por parte de los invitados especiales que llegaron ayer a compartir con los orientales, encabezados por el embajador Li Changhua, el despegue de las justas.
"A pesar de que estamos lejos -dijo el diplomático-, más que nostalgia el sentimiento es de alegría. Este evento deportivo nos permite mostrar nuestra cultura, la hospitalidad y los progresos del país. El espíritu olímpico es de amistad, paz y unidad del mundo".
Empresarios, dirigentes políticos y empleados del municipio más pequeño de Colombia permitieron que los habitantes del país más poblado del mundo se sintieran como en casa.
El auditorio estaba decorado con lámparas que reflejaban una luz roja, del mismo tono de la alfombra por donde ingresaban las personalidades. Unas 50 mujeres paisas hacían la calle de honor, todas con atuendos orientales escarlatas que contrastaban con sus rasgos latinos.
Antes de empezar la inauguración en Pekín, las porristas del Colegio Palermo ofrecieron su espectáculo, que continuó con discursos y con la presentación del coro de niñas y niños del Colegio El Carmelo y el Grupo Monarca, que interpretó la canción de los Olímpicos.
Los 50 pequeños, de camisetas blancas y símbolos chinos en sus cabezas, prepararon durante un mes la adaptación del tema que hizo el profesor Wílmar Aguilar.
Entre los asistentes estaban Gao Yu (Paloma) y Yu Mingzhi (Kevin). Ella hace parte de un grupo de profesores que llegó a Bogotá a realizar un intercambio educativo y enseña mandarín en varias universidades. En octubre regresará a su país, "alegre por haber conocido gente tan amable y hospitalaria", dijo mientras sostenía su cámara digital que contiene las imágenes de los silleteros y el metrocable.
Kevin, de la Fundación Colombochina, se dedicó a mostrarles a los niños lugares turísticos de su país con un aparato que descrestaba: reproducía en mandarín el nombre del lugar que señalaba.
Así, entre paisas, sin nostalgia y con mucho orgullo, la delegación china disfrutó la apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín a muchos kilómetros de distancia.
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