La evaluación del desempeño de la economía colombiana en el 2011 requiere hacer una distinción entre los factores estructurales de mediano y largo plazo, y los relacionados con los aspectos coyunturales.
Los dos conceptos están interrelacionados, si bien son percibidos de manera diferente.
Los problemas estructurales pueden dificultar el manejo de la situación coyuntural.
A su turno, la forma como se administra la coyuntura puede contribuir a reducir las dificultades estructurales, o por el contrario, puede agravarlos.
Forzando un poco la metáfora, puede asimilarse esta dicotomía a la diferencia entre lo importante y lo urgente. Ninguno de los dos aspectos se debe descuidar. Pero la necesaria atención a las presiones del día debe tener como marco de referencia las repercusiones de largo plazo de las decisiones presentes.
Lo que sigue hace referencia a la forma como se está enfrentando la problemática coyuntural, dejando implícitas las consecuencias previsibles sobre los aspectos estructurales de la economía.
El entorno externo es favorable. Los precios de los commodities se traducen en altos ingresos por exportaciones y una mejoría notable en los términos de intercambio. Este fenómeno es la antítesis del pesimismo exportador y de las lamentaciones acerca del deterioro secular de los términos de intercambio que estuvieron de moda en América Latina en los años sesenta.
Las exportaciones no-tradicionales, incluyendo las manufacturas, registran un crecimiento satisfactorio, aunque a un ritmo inferior a las de bienes primarios.
Gracias a la apertura comercial, una clase empresarial moderna está abriendo nuevos mercados y realizando inversiones en el exterior.
Respecto al ingreso de capital foráneo, conviene distinguir entre la inversión privada extranjera, que tiende a ser de largo plazo, y los flujos de portafolio, así como los relacionados con el endeudamiento externo privado.
Estos dos últimos suelen ser bastante volátiles.
Acentúan, en una u otra dirección, las fluctuaciones cambiarias, tanto a la entrada como a la salida. En las actuales circunstancias, es cuestionable la conveniencia de mantener la absoluta libertad para el ingreso de estas categorías de capital externo.
Este es un ejemplo de la forma como pueden entrar en contradicción dos objetivos de política: la necesidad de proteger la competitividad del sector transable de la economía y el deseo de mantener la absoluta apertura de la cuenta de capital. Si no se pueden alcanzar en forma simultánea, va a ser necesario decidir cuál de ellos es el objetivo prioritario.
Algo similar sucede a propósito de la discusión acerca del nivel óptimo de la tasa de interés de política monetaria.
Las diferencias de opinión en esta materia son cuestión de matiz, más bien que de principios.
Se trata de una controversia legítima, y aún saludable. Pero es preferible que ella se lleve a cabo en forma razonada y tranquila, no a través de los medios de comunicación.
Sin necesidad de tomar partido por una u otra postura, la discrepancia gira alrededor de los siguientes temas: la tasa de crecimiento de largo plazo de la economía y la tasa de desempleo que no tiende a acelerar la inflación (denominada Nairu por las iniciales en inglés, Non-accelerating inflation rate of unemployment ).
La posición que se adopte acerca de estos dos temas determina recomendaciones de política distintas respecto a si la economía se está recalentando o no, y si los aumentos esperados de la tasa de intervención equivalen a levantar el pie del acelerador, o por el contrario, implican empezar a aplicar el freno.
Quienes consideran que la tasa de crecimiento sostenible es apenas del 4.5%, y que el Nairu es del orden de 11%, deberían respaldar esa tesis con cifras confiables y argumentos técnicos.
Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4