Esta Caperucita tiene nombre, se llama Valerie. Y no es ya una niña inocente, sino una adolescente que es pretendida por el leñador y el herrero.
Esta Caperucita dice nutrirse del cuento, atribuido a Charles Perrault y hecho famoso en el mundo entero gracias a la intervención de los Hermanos Grimm.
Esta Caperucita es una versión medieval de la saga Crepúsculo , cuyo casting parece sacado de Padres e hijos: gente linda, pero actuaciones caricaturescas y poco creíbles.
Hasta el mismo Gary Oldman, que interpretó a un increíble Conde Vlad en el Drácula de Francis Ford Coppola y a un detestable policía corrupto en El perfecto asesino de Luc Besson, luce sobreactuado en su papel de un párroco a medio camino entre cazador de demonios y Torquemada de los cuentos de hadas.
En fin, esta Caperucita, traducida como La chica de la capa roja y dirigida por Catherine Hardwicke (quien ha estado detrás de cámaras de la historia del vampiro Edward Cullen y la adolescente Bella Swan), no es nada de lo que promete ser: ni genera suspenso, ni asusta y ni siquiera arranca suspiros enamorados de las adolescentes, como sí ocurre con la historia de amor de Crepúsculo, con la que guarda ciertas similitudes.
El asesino misterioso
En el villorrio de Daggerhorn han convivido siempre con el hombre lobo, pero ahora que ha vuelto a matar a una adolescente, los aldeanos deciden actuar y cazarlo.
Entrará en escena el padre Solomon (Oldman), para contarles que el asesino puede ser cualquiera de los habitantes.
Y entonces, más que girar en torno al tradicional cuento, del que retoma ciertos elementos básicos como la capa, la abuela y el lobo, la historia se enfoca en descubrir quién es el licántropo, obligando al espectador a dudar de todos.
Es como El asesino misterioso , de Les Luthiers, pero sin la gracia ni el ingenio de este quinteto de músicos y humoristas argentinos.
La historia esta adobada, cómo no, con el triángulo amoroso entre Valerie (Amanda Seyfried), Peter el meditabundo leñador (encarnado por Shiloh Fernández) y temeroso pero adinerado hijo del herrero, Henry (Max Irons).
Pero ni la trama romántica, ni la línea del drama, ni el suspenso calan.
"Tiene el inconveniente añadido de ser tan espantosamente seria con una trama tan ridícula que pide ser rodada por los Monty Python", dice sobre la cinta Roger Ebert, crítico de cine del Chicago Sun-Times . Pero no solo es la crítica en estados unidos la que acaba con la cinta: "Erotismo de colegio de monjas, romanticismo exacerbado, terror bajo en calorías", señaló Javier Ocaña, del Diario El País , de España.
Es, pues, una película que se puede dejar pasar de largo, pese a que está en 11 de los 17 teatros de la ciudad.
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