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Daniel escribe sus libros con doble nacionalidad

DANIEL ALARCÓN NO se siente un escritor joven. Ya van 20 años con las letras y eso que sólo tiene 34. Es peruano, creció en E.U. y su esposa es colombiana. Estuvo en el Hay Festival.

  • Daniel escribe sus libros con doble nacionalidad | Juan Fernando Cano | Daniel dice que su estilo va cambiando con cada obra, porque los personajes son distintos. Es riguroso, a su manera. Lee en voz salta. "Tiene que sonar exactamente como me lo imaginaba". No se rinde. Si tiene una idea, la trabaja hasta el final.
    Daniel escribe sus libros con doble nacionalidad | Juan Fernando Cano | Daniel dice que su estilo va cambiando con cada obra, porque los personajes son distintos. Es riguroso, a su manera. Lee en voz salta. "Tiene que sonar exactamente como me lo imaginaba". No se rinde. Si tiene una idea, la trabaja hasta el final.
31 de enero de 2012
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Los autores que le gustan a Daniel tienen que ser viejos y estar muertos. No sabe por qué. Sólo los lee. Y eso que él es totalmente diferente. De pelo despeinado, pantalones caídos, blanco. Podría pasar por cualquier muchacho de 20 y no por un escritor de 34.

Daniel Alarcón es peruano y estadounidense. Nació en el sur, pero creció en el norte, y eso se refleja en su escritura. A veces escribe de allá y a veces de acá. Su idioma literario es el inglés, pero en español se le sueltan unas cuantas palabras, muy peruanas. Es considerado uno de los buenos escritores de su generación. En Bogotá39, por ejemplo, fue nombrado uno de los mejores jóvenes escritores latinoamericanos. Ha publicado en The New Yorker.

Le encanta entrar a mundos a los que no pertenece.

Usted es un escritor joven. ¿A veces no le parece que va muy rápido?
"Es interesante esta idea de escritor joven, porque yo tengo 34 años. Digamos que en qué momento deja uno de ser joven. Yo estoy escribiendo ya desde hace 20 años, entonces no siento que estoy iniciando.

Siento que a lo largo de los años estoy desarrollando mi voz, sigo aprendiendo y estoy comprometido con la literatura hace mucho tiempo. No me siento como un escritor joven, sino como escritor, pero sé que se me ve como un chibolo y que eso es lo que la gente nota primero, mi apariencia física.

Podría, quizá, ponerme traje, corbata, para subirme cinco años, pero en realidad así estoy cómodo y verse joven es sólo el azar. Lo más importante es ser un escritor joven, esto lo veo ahora cuando dicto clases, que los jóvenes no le tienen miedo al fracaso.

Y la verdad es que uno no puede temer al fracaso como escritor, porque el fracaso va a venir, o sea el fracaso viene todos los días. Tu escribes una escena y luego la lees por la noche y está mal y te frustras y te recriminas. Si hay algo que yo quisiera mantener siempre, es ese espíritu de aventura".

¿Cómo conjuga el ser de Perú y de E.U.?
"Me ayuda, me gusta. Realmente siento que puedo pertenecer a dos mundos. Soy parte de una amplia concesión en E.U., comparto un diálogo con escritores, gente que escribe, y me gusta mucho, pero desde Bogotá39, realmente eso sí marcó un cambio importante en mi vida. Siento que he comenzado a tener el mismo diálogo en América Latina. No me molesta pertenecer a estos dos mundos. Me parece que es un privilegio".

¿Cuándo se acercó realmente a Perú?
"Hay muchas maneras de conocer un país. Creo, por ejemplo, que el hecho de haberse criado en uno no significa que lo conoces. Significa que conoces tu experiencia de país.

Hay otra cosa y es que la primera ciudad en la que uno vive, como adulto joven, autónomo, y que te da la sensación de ser independiente y que quieres comerte la ciudad entera, es algo que quizá no sientes en la ciudad donde naciste, porque te parece aburrida.

Yo tengo la suerte de haber nacido en Lima y de haber siempre tenido esta idea de Lima como un texto que yo quería descifrar y tengo la suerte de haberme acercado con esa hambre de un joven independiente autónomo por primera vez. Y eso es una relación que no tengo con la ciudad donde crecí, ni con la que vivo ahora (Oakland).

Es interesante, chévere, pero cuando estoy en Lima voy de punta a punta. Estoy en todos los barrios, en todas las zonas, no paro en casa. Siempre termino queriendo más a Lima cuando me vengo".

Trabaja en la revista Etiqueta Negra . ¿También tiene algo de periodista?
"Mucho. Yo hago mucho periodismo. Yo había escrito muy poca no ficción y en 2003 conocí a Julio Villanueva Chang y él me propuso una crónica.

Nunca había escrito una y eso sólo se aprende al hacerlo, tirándote al abismo y ver qué pasa. Se publicó en 2003 y desde entonces he desarrollado mi voz. Lo que me gusta es la crónica larga, donde uno estudia un tema muy afondo. Es un complemento perfecto a la creación literaria. Uno termina usando las mismas herramientas, la misma mirada aguda, la capacidad de observación es lo más importante. Disfruto esos momentos cuando uno está en un lugar y llegas a ser invisible. Y me ha sucedido varias veces, cubriendo política, en la cárcel, he hecho mucha crónica de la cárcel en el Perú, crónicas de fútbol y es muy especial esa sensación. Es una ilusión, uno nunca es invisible, pero sentir que por un instante que la gente se ha olvidado de que estoy aquí y que te está hablando de una manera muy honesta. Y no sucede siempre".

Dijo que le gusta la crónica larga y ahora nos recalcan escribir corto...
"Yo si entiendo, digamos que en el mundo de ahora estamos más distraídos, es más difícil concentrarse para poder leer una novela. Yo lo siento, pero hay historias que no se pueden contar en dos mil palabras, que necesitan siete, nueve, diez mil. Historias que necesitan una novela. Y mientras existan esas historias, creo que van a existir los lectores que quieren profundizar un tema, conocerlo muy a fondo. Es más divertido. Escribir un texto en el que uno pasa trabajando tres meses, es muy divertido".

¿Igual pasa con la ficción?
"La tarea de una novela es crear una realidad alterna, describiendo el punto de vista de un personaje que no es el autor. Y como lector, si tú realmente te lees una novela bien escrita logras una especie de transferencia de conciencia. Hay otra cosa, que casi tiene que ver con la política. En un país democrático, la democracia depende de aceptar que el oponente tiene una historia que contar y digamos que la novela es un género demasiado democrático en ese sentido. Crea personajes, que pueden ser muy diferentes y se acepta la validez de esa historia, entonces estás aceptando que hay otro punto de vista y eso es esencialmente democrática. El cine es chévere, la música es chévere, pero la novela es otra cosa. La novela para mí es más audaz".

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