Absolutamente perjudiciales para nuestro ya desprestigiado fútbol profesional resultaron las acusaciones mutuas entre directivos, técnicos y jugadores del Deportes Tolima y el Envigado Fútbol Club, que se han presentado desde el pasado domingo.
Sin pruebas contundentes, con afirmaciones y negaciones posteriores en los medios de comunicación y comunicados fuertes y otros conciliadores, todos los protagonistas de esta historia, principalmente los del Tolima, enturbiaron más el caldeado ambiente del balompié criollo.
Si las amenazas fueron reales y existen las pruebas, las autoridades deberían actuar rápida y eficazmente. Pero si se trata de enlodar la imagen de un equipo y una ciudad, la jugada del Tolima fue sucia y, por la repercusión internacional que tuvo la noticia, le hizo un inmenso daño a nuestro fútbol.
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