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De pueblo en pueblo llevando razones

  • De pueblo en pueblo llevando razones
09 de agosto de 2013
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Ubicar a familiares, amigos, compañeros y conocidos en todo momento, gracias a los teléfonos celulares, es una práctica bastante recurrente que nos permite tener el control sobre casi todas las personas que tienen que ver con el desarrollo de nuestras actividades.
En los años 70 y 80 este maravilloso invento móvil aún no estaba al alcance de los colombianos pero, el teléfono hacía muy bien su trabajo uniendo familias, regiones y hasta otros países. Escuchar una voz al otro lado del auricular nos acercó a un punto de desarrollo tecnológico remoto para el comienzo del siglo XX.
 
En ese momento, nuestra topografía era un aliado importante de la comunicación. Ante la ausencia de obstáculos para las ondas sonoras, el grito era el medio más eficaz para hacer correr las noticias. En los municipios, incluso, había expertos del grito, mensajeros profesionales en hacer llegar las noticias más allá de las veredas.
 
No cabe duda que la oralidad era el aliado del "chisme", pero también de los asuntos importantes. Estos últimos no se gritaban a viva voz, pero sí se enviaban con un pregonero de  buena memoria, que pudiera llevar intacto el recado de un pueblo a otro.
 
Los arrieros, cocheros y hasta caminantes sin rumbo cobraban un céntimo por llevar sus mensajes. Claro está, que había que confiar en el mensajero pues no siempre se esperaba respuesta.
 
El principal comunicador de todo municipio era tradicionalmente el cura, quien aprovechaba la homilía para actualizar a sus fieles en noticias, contar los últimos acontecimientos e, incluso, para hacer acusaciones en plena celebración. Ir a misa, además de un ejercicio de fe y tradición era tan importante como lo es hoy leer la prensa, navegar en internet o ver los noticieros de televisión.
 
Para los letrados, mensajes escritos
 
El papel también jugó un rol fundamental para la comunicación de aquella época. Lo importante era analizar las condiciones de alfabetización del destinatario. Quienes sabían leer y escribir, especialmente, las familias más dineradas, acostumbraban enviar cartas y mensajes a sus amigos, socios y familiares. Una práctica que hoy persiste pero ya no en papel sino por correo electrónico.
 
Existían, incluso, papeles especiales y colores dependiendo de la ocasión. Por ejemplo, recibir una carta con marco negro, no era muy esperanzador para quien la recibía.
 
Por supuesto no podríamos dejar por fuera de la comunicación al invento que revolucionó la forma de enviar recados: el telégrafo, mejor identificado como Marconi. Avanzado sistema que requería también de un nivel aceptable de alfabetización y un cobro más significativo.
Se usaba para casos de emergencia y desesperación en los que las estaciones de telégrafos  conectaban familias o gobiernos.
 
Hoy, 100 años después, los inventos posteriores al Marconi nos han llenado de tanta y tan variada tecnología de envío y recepción de mensajes que la conversación cara a cara entre las personas resulta muchas veces innecesaria.

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