Si el año se acabara hoy, de cada salón perderían diez estudiantes, advirtió hace poco en reunión matinal el coordinador académico de un colegio privado.
Iniciado el último periodo escolar, bajo el decreto 1290 instituciones y estudiantes hacen cuentas mientras la Asociación de Institutores de Antioquia, Adida, revela datos inquietantes: a estas alturas, en promedio, el 50 por ciento de los estudiantes está en riesgo de perder el año.
"En unos colegios más alto, en otros el 30, lo que igual es muy alto", dijo del estudio, que todavía no es oficial, el encargado de asuntos pedagógicos y educación sindical de Adida, León Vallejo Osorio.
En Antioquia, donde la matrícula es de 1.500.000 estudiantes, el problema es mayor en grados más altos.
Las cifras, que en instituciones consultadas alcanzan el mínimo planteado por Adida, hacen sentir el efecto de lo que implica la transición de un decreto "flexible" como el 230, que fijaba en 5 por ciento el número de estudiantes que podía reprobar un grado.
En la Santo Tomás de Aquino de Guarne, 600 de 2.000 estudiantes llevan 3 o más áreas reprobadas, lo suficiente para no ser promovidos.
En la San José de Andes, de 232 estudiantes, el 26 por ciento camina por la cuerda floja, aunque para el rector estaba presupuestado.
"Éramos conscientes del choque que iba a significar", dijo Carlos Correa, al referirse a la transición entre decretos.
En ambas instituciones ya tienen sus cálculos: esperan que la repitencia no supere 20 por ciento.
Los estudiantes también andan de calculadora y para algunos el número en la pantalla no es muy alentador. De su salón, contó Julián Puerta, cuatro compañeros se han ido. Otros, esperaban las calificaciones del jueves, "a ver si hay moral para seguir estudiando".
"Si no es más, para ganar la materia necesitarían cinco en este periodo, una nota muy difícil de lograr. Eso los desmotiva".
En un colegio local, y tras perder la recuperación que se hace en cada periodo, cuatro se han salido, mientras 54 de 130 en 8°, van perdiendo, contó una estudiante.
Hasta la oficina de Lubit Fernández, rector de la Juan María Céspedes, llegó una estudiante manifestando su retiro: con las malas notas, necesitaría 6.2, nota inexistente, para ganar Ciencias Naturales, sin contar otras en las que también va mal.
Fernández, sin embargo, recordó que la evaluación es acumulativa y quien gana el cuarto, así sea con el básico, da cuenta de un proceso de todo el año y puede pasarlo.
En la Mariscal Robledo, con un 13,56 de pérdida hasta el tercero y último periodo, dependerá del desempeño que logren en las 13 semanas que quedan.
"Si obtiene un desempeño alto puede recuperar, si saca el básico se analiza de acuerdo con su proceso", aseguró el rector Juan Guillermo Zapata.
Tal es la situación que para que no se queden tantos, con la participación de los padres las instituciones implementan planes de apoyo individuales mientras otras han llegado al punto de cambiar de nuevo su sistema de evaluación.
Completado el tercer periodo y preocupados por el alto índice de mortalidad académica, en la institución San Rafael de Heliconia se modificó el 25 por ciento que valía cada periodo.
El primero quedó con un 10 por ciento, el segundo con 20, el tercero con 30 y el que falta vale un 40, para que los 192 que van mal puedan salvar su año.
Tantos años promoviendo estudiantes con "vacíos academicos", no salen gratis. Pero hasta con la autonomía que da el 1290, cada quien se las ingenia para que sea el mínimo el que repruebe el 2010.
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