Enfrentar a las bandas con todo el peso de la ley porque “allí está lo peor de la criminalidad” es una de las tareas que liderará Óscar Iván Zuluaga, en caso de alcanzar la Presidencia de la República, en mayo próximo. A su juicio, es equivocado decir que él es el “candidato de la guerra” solo porque no comparte la forma en la que se lleva el actual proceso de negociación con las Farc.
¿Qué responder frente a los señalamientos en su contra por supuestos vínculos con paramilitares?, ¿cómo va a enfrentar una campaña que se avecina será muy sucia?
“La defensa, en el caso de los señalamientos sobre la parapolítica, es la verdad judicial. Como ya existe es muy fácil. Y ella demuestra que mis actuaciones han estado ajustadas al cumplimiento de la ley. Frente a lo demás, pues asumirlo con la intención de darle al país respuestas y soluciones sobre los problemas. Porque los colombianos están cansados de esa campaña sucia. Queremos demostrar que el país necesita una discusión para solucionar los problemas de educación, de salud y ese debería ser un pilar. De tal suerte que la actitud siempre será la que he tenido hasta hoy: de mucha contundencia en lo que son los puntos que defiendo y en los que creo, pero con mucho respeto para enfrentar el debate público”.
Si usted llega a ganar la Presidencia, ¿qué pasará con el proceso de negociación, con unas Farc que ya lo llaman a usted “títere de la guerra”?
“El presidente Santos tomó una decisión política de sentarse a negociar con las Farc en La Habana y eso es respetable y alrededor de eso ha construido su posibilidad de reelección y su proyecto político. El país tiene que entender eso. Y quienes no estamos de acuerdo con esa ruta para lograr la paz, tenemos que fijar nuestra posición y advertir los riesgos que eso tiene. Eso no quiere decir que la sociedad se va a polarizar entre buenos y malos. No. Se va a polarizar sobre cuál es el camino para construir esa paz. Y en eso tenemos que tener la capacidad democrática para hacer el debate. Y no es que seamos amigos de la guerra. Eso no tiene nada que ver. Me pareció delicado cuando el fiscal dijo en una entrevista que el debate iba a ser entre los amigos de la guerra y los amigos de la paz. No. El hecho de que tengamos un camino distinto para pensar y construir la paz, no quiere decir que seamos el partido y el candidato de la guerra. Eso es una calificación que no obedece a una realidad política. El debate lo tiene que dar la sociedad colombiana. En nuestro planteamiento ha habido coherencia, consistencia política y tenemos que hacer valer eso. Creemos que la paz se puede construir bajo otra concepción, otras premisas y no estamos de acuerdo con lo de La Habana”.
Insisto, una vez que llegue a la Presidencia, si es elegido, ¿se acaba la negociación?
“Es que como no sabemos qué se está negociando. Por ejemplo, el tema de las reservas campesinas, el tema del narcotráfico en el punto de tierras no fue considerado, está aplazado. Habría que ver hacia dónde van a llevar esos temas, qué tipo de paz es la que quieren firmar, qué es lo que van a negociar. Eso es lo que le estamos advirtiendo al país, que el país sepa qué pasaría si eso no se da”.
Pero lo que sí está definido es su camino, ¿cuál es?
“El camino es muy claro: un Estado legítimo no se puede sentar de igual a igual sin condiciones con quienes han cometido acciones y siguen cometiendo acciones criminales. Es que en estas últimas tres semanas qué ha pasado: Tumaco estuvo 20 días sin luz, eso no lo había vivido el país hace muchos años. Este año, las Farc han reclutado 3.000 menores de edad. Hubo nuevamente un retén, una pesca milagrosa para 240 turistas que fueron extorsionados: las motos pagaron una plata y los carros otra. Muéstreme un solo gesto de paz real de las Farc, ¿cuál es su real voluntad de paz? Por qué un Estado legítimo va a negociar sin ninguna condición. Tiene que haber una y es el cese unilateral de toda acción criminal si realmente quieren una paz negociada y ese es un tema esencial dentro de nuestra concepción de lo que debe ser el respeto a la ley a la Constitución, un principio democrático fundamental. Además porque el país demostró que con la seguridad democrática se puede concebir una paz estable y duradera, con ella se desarticularon estructuras criminales, paramilitares y se aplicó una política de desmovilización que ha traído réditos importantes, que plantea desafíos claro, pero hay resultados evidentes, tangibles. El país se ha debilitado de cuenta de un diálogo mal planteado, sin condiciones; con una premisa equivocada hemos deteriorado el entorno de la seguridad ciudadana”.
Algunos columnistas le critican que usted no conoce el país, ¿cómo va a enfrentar a esos contradictores que están hablando de un Óscar Iván que el país no conoce y que tal vez no tendría ni ese talante ni esa proyección de conducir a Colombia?
“Esa es la gran ventaja porque tengo un espacio para crecer. Esos mismos columnistas creían que no ganaba la convención: hoy soy el candidato a la Presidencia del uribismo. Esa misma lógica aplicaban cuando me lancé al Senado, que no me conocían y fui la treceava votación en el país. Soy un hombre de trabajo, de convicciones y para eso son las campañas. Yo me he preparado para ser presidente de la República, para gobernar al país, para derrotar a Santos, a Germán Vargas, con argumentos, propuestas, con ideas. Fui ministro de Hacienda en la peor crisis global de la economía desde los últimos 80 años y en el 2009 fui catalogado como el mejor ministro de Hacienda en América Latina. Me he preparado para ser presidente con trabajo, con ideas, con propuestas, recorriendo el país y soy hijo de la provincia y cuando uno viene de abajo y se ha hecho a pulso con esfuerzo y trabajo, uno sí entiende la dimensión de los retos y las responsabilidades y para eso son las campañas políticas”.
Usted le da a dos de sus propuestas un sello propio: el de la educación y el desarrollo regional, tener ese sello lo puede poner en el riesgo de que lo califiquen de traidor, ¿cómo va a compensar esas dos posiciones?
“Lo primero es que la lealtad es a las ideas, eso es lo que siempre ha pedido Uribe. Lo que busca el expresidente Uribe es la lealtad a las ideas y el sello propio es porque el país tiene hoy unos problemas distintos y cada uno tiene que aportar de lo que sabe. Tan importante es que esas ideas ya las tomó Uribe en su discurso programático cuando presentó su nombre al Senado. Ya se han incorporado en su ideario político y se defienden y me parece que aquí lo que se debe demostrar es eso: cada gobernante tiene su estilo, su personalidad, su modo de actuar, ya lo demostré como ministro de Hacienda. Tengo una gran ilusión, ser el presidente de los jóvenes porque creo que el país lo necesita hoy. Los jóvenes van a ser un factor decisivo y veo que ahí está centrada la problemática del país. Eso hay que advertirlo: la Colombia del 2013 es distinta a la del 2002 y hay que leerla. Eso es lo que espero aportar, un proyecto de trabajo en equipo”.
¿Qué tanto contrapeso le hace la Andi a las políticas del Gobierno, a propósito del reciente nombramiento de uno de los funcionarios clave de Santos en la Presidencia de esta agremiación?
“La Andi necesita tener independencia frente a cualquier gobierno porque la industria lleva 18 meses de crecimiento negativo. Y si este país necesita algo es política industrial, adaptada a las realidades de un mundo moderno, cambiante. Obviamente, no es la gran industria, sino la industria basada en la innovación, la biotecnología, la ciencia, la tecnología, los clústeres productivos. Una política industrial que requiere total independencia. El único jefe de un presidente de la Andi deben ser los industriales, sus afiliados y tiene que tener el carácter para tener total independencia. Eso lo necesita el país y más un gremio como la Andi, que tiene un tejido social y empresarial y un activo con el que ha construido el país durante muchos años. Creo mucho en la institucionalidad de los gremios, sobre todo si queremos avanzar en un país de pequeños empresarios, porque esa vocería sí es determinante y me parece que hay que hacer un esfuerzo para que los gremios recobren el protagonismo. Por ejemplo, en el café: el mapa cafetero cambió. Nosotros teníamos una institucionalidad donde era Antioquia y el Eje Cafetero y nada más. Pero hoy la sorpresa en producción cafetera es Huila, Tolima, Nariño y Cauca. Ha cambiado el mapa cafetero, eso tiene implicaciones sociales, a nivel de dirigencia, de concepción de institucionalidad. Y creo que la inteligencia de los gremios y del sector productivo es reconocer nuevas realidades y reflejarlas en los ajustes al interior de sus instituciones. Ese es un desafío gigantesco”.
¿Cuántos periodos presidenciales quiere usted?
“La Constitución colombiana contempla la reelección. Yo fui defensor de la reelección por una vez porque creo que es la forma de premiar o castigar a un gobernante. Y creo en ella, no solo para el Presidente sino para los alcaldes y gobernadores. Creo en una democracia que tiene la posibilidad de reelegir a sus gobernantes. Es el premio y el castigo. La democracia tiene que tener contrapesos y es el ciudadano el que tiene la capacidad de decidir: lo elige y si fracasa ese es el castigo, o lo elige y funciona, ese es el premio”.
¿O ampliar el periodo?
“Esa será una discusión democrática. Será una opción. Como siempre el Congreso tendrá esa opción de modificar la Constitución. A eso no hay que tenerle miedo”.
¿Usted se propone una reforma a la Justicia, en ella se contempla la desaparición definitiva del Consejo Superior de la Judicatura?
“Hay que revisar bien ese tema, pero reconociendo dos cosas esenciales en el análisis: uno, la formación y la calidad de los jueces, porque finalmente el CSJ garantiza la probidad de los jueces, de los abogados que ejercen la defensa judicial, entonces hacia dónde debe moverse para que eso sea efectivo. Y lo segundo, su capacidad gerencial. Y eso determinará el camino, no sé si su eliminación o tener una sala independiente, unos tribunales especializados. Creo que el debate hay que abrirlo a la discusión pública”.
En la continuidad del ideario político de la seguridad democrática, en el tema de las bandas criminales, ¿usted qué camino estaría dispuesto a ofrecerles: diálogo, desmovilización, combate activo de las Fuerzas Armadas…?
“Todo el peso de la ley porque hay un problema muy serio: la reincidencia. Detrás de las bandas criminales, y lo han dicho los fiscales, está lo peor del paramilitarismo, la guerrilla y el narcotráfico. Ahí ya hay un problema de reincidencia, como si fuera una empresa delictiva. Muchos de ellos tuvieron la posibilidad de reinsertarse y abandonaron la política de reinserción, que ha sido exitosa cuando uno mira las cifras globales. Creo que tiene que haber un poder enorme de la autoridad, porque ha llegado a una situación absolutamente extrema y es que una vendedora de tintos tenga que pagar una extorsión. Se requiere una labor enorme de la autoridad, de la justicia, para una persecución sin cuartel. Y de educación también. En Santa Marta una mamá se dolía porque a su hijo menor de edad una banda lo reclutó y le pagaba un millón de pesos. Ese es un muchacho que tiene tres horas de escolaridad, va a la tercera jornada, de cuatro a siete. Ese muchacho está perdido. Y si no hay una propuesta desde la educación, que permita empezar a crear oportunidades en otra dimensión y eso se complementa con una acción integral de la justicia, esto no va funcionar. En el 2007 teníamos 7.000 menores en sitios especiales de reclusión, hoy vamos para 70.000”.
Todo el peso de la ley también implica un proceso de reconciliación, ¿qué proyecto tiene para ayudar a este país para que se reconcilie?
“En el tema de la guerrilla, si se llega a una paz negociada estoy de acuerdo con una reducción de penas. Me parece que ese es un camino para buscar la reconciliación. Esa es una señal, que paguen con cárcel algo de sus delitos. Pero también que ellos reconozcan el daño que le han hecho al país, eso no se puede olvidar de la noche a la mañana. También juega un papel aquí el tema de las víctimas, de la reinserción, de la generosidad del Estado en el tema de la desmovilización. Y el comprometerse con unas políticas sociales activas y claras para evitar que se repita. Tiene que haber una acción integral. Y eso significa un liderazgo presidencial muy fuerte para apropiarse de una acción y de esos espacios. Las políticas convencionales ya no son suficientes”.
¿Cómo comprometer a los empresarios en su proyecto político?
Porque he sido empresario y cuando uno lo ha sido entiende lo que es el empleo y la inversión. Segundo porque tengo una dimensión, la política industrial y la política agrícola del país depende de acciones micro y se puede resumir en una frase: hay que reducirle costos a la economía para que este país sea competitivo, si no hay una reducción de costos será difícil hacer esa política”.
¿Qué piensa de Francisco Santos?
“Él va a venir a ayudarme.
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