Tal vez la Ministra de Justicia, Ruth Stella Correa, al proponer la fijación de la dosis mínima de drogas sintéticas, no haya vivido de cerca el dolor de las familias cuyos niños han caído en su uso, sin darse cuenta, porque personas sin escrúpulos les venden o regalan confites a los que sutilmente les han agregado algún tipo de sustancia alucinógena.
Quizás tampoco haya leído conceptos como el de Jairo Alonso Téllez, de la Universidad Nacional, toxicólogo experto en farmacodependencia, quien dice que los LSD son sustancias sintéticas muy destructivas, que producen alucinaciones muy fuertes y la llamada "despersonalización" que le permite al joven salirse de sí mismo y estar observándose. "Son unas imágenes terroríficas, que pueden llevar incluso al suicidio".
Se dirá que el licor es más consumido. Esto es cierto, por ahora.
Según un estudio del Observatorio Interamericano de Drogas de la OEA, el 84.8 % de los estudiantes de doce centros universitarios colombianos tomaron bebidas alcohólicas entre mayo y diciembre de 2012. El licor produce violencia y es, generalmente, el paso previo al uso de drogas.
Irónico que Colombia sea un Estado cantinero y que con el dinero que produce el trago se paguen la educación y la salud. ¡Más bebo, más ayudo a educar…
La Ministra se ciñe a la norma, según sentencia de la Corte Constitucional dada en 1994 y que se basa en "el libre desarrollo de la personalidad".
Pero esta sentencia puede ser la causa de que Colombia haya pasado de ser productor y exportador de droga a ser consumidor.
En la Comunidad Andina nuestro país tiene el mayor número de usuarios de drogas entre la población universitaria, especialmente LSD y marihuana, dice un informe del Estudio Epidemiológico Andino.
El tiempo nos ha permitido comprobar que desde que la Corte Constitucional dio vía libre a la dosis personal, no sólo hay muchos más drogadictos sino que empezó el fenómeno del microtráfico, alrededor del cual giran organizaciones delictivas y terroristas.
Los expendedores de dosis mínimas, prohibidos por la ley, son difíciles de capturar porque cuando llegan las autoridades sólo les encuentran su propia dosis. El resto, lo ocultan.
Inquieta haber leído el jueves pasado que en La Habana las FARC abogan por la legalización de los cultivos de marihuana, coca y amapola "con fines terapéuticos y medicinales, de uso industrial o por razones culturales".
Me trago un pedacito de la justificación, la referida a fines terapéuticos y medicinales. Pero no me trago que incluyan uso industrial y, sobre todo, "cultural".
Detrás de la justificación "cultural" se abre un boquete para que personas y comunidades pidan la legalización.
"Cultural" tiene una definición muy amplia…
El tema de la despenalización de las drogas es internacional. Por lo tanto, su abordaje debe ser mundial e incluye un programa educativo y médico integral y especializado.
Sé que en las reuniones cinco estrellas de las altas esferas las ofrecen, como quien ofrece un bocadillo de queso crema.
Pero no puedo estar tranquila sabiendo que, según el General Luis Alberto Pérez, Director de la Policía Antinarcóticos, en 2012 su institución decomisó 90 mil 996 pastillas de droga sintética, casi el doble que en 2011, y que en lo que va de 2013, ¡un mes…, ya ha decomisado 22 mil 500. Multipliquemos por doce: En 2013 serían ¡270 mil…
Quiero hacer reflexionar sobre la salud mental de los colombianos, especialmente de los niños y jóvenes, nuestros ciudadanos y dirigentes de un mañana que está a la vuelta de la esquina.
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