‘Orejas’ fue originalmente un perro callejero, sin amo que lo controlara, pero este miércoles muchos de los pobladores de Valdivia, en el Norte antioqueño se convirtieron en dolientes de su muerte.
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El animal falleció junto a María Alejandra Vieda Almario, la patrullera de 23 años que resultó sacrificada en el atentado que hicieron presuntos guerrilleros del Eln a la estación de policía de ese municipio.
La arremetida armada se produjo hacia la medianoche de este martes, 10 de junio. Cuentan que el pueblo estaba silencioso a esa hora cuando de pronto se escucharon ráfagas de fusil y resulta que era una arremetida armada contra el puesto policial.
A la gente ya se le había olvidado cómo eran estas cosas, porque, según relata el alcalde, Carlos Molina, aunque en el campo no han faltado tensiones por el actuar de los grupos ilegales, la zona urbana llevaba muchos años libre de incidentes de este tipo.
El último episodio fue hace 36 años. Entonces, la guerrilla entró, destruyó la estación a punta de cilindros bomba, se llevó al comandante de la Policía y luego lo mató al borde de la quebrada Valdivia. En el hecho también hubo varios militares y policías heridos.
Actualmente, a la reconstruida estación estaban asignados 13 policiales y de ellos en la noche del martes estaban ocho de guardia, incluida la patrullera Alejandra, quien tenía 23 años y solo llevaba tres meses después de graduada.
Varios impactos de bala la hirieron de manera fatal a ella. Sus compañeros alcanzaron a llevarla al hospital local para que recibiera atención y de allí, después de estabilizarla, los médicos la remitieron a Yarumal, donde hay un hospital de mayor complejidad. Lamentablemente, llegó sin signos vitales. Según indicó el alcalde Molina, su cuerpo fue transportado a Medellín para hacerle la necropsia y después proceder con las honras fúnebres.
De ‘Orejas’ se sabe que al parecer estaba junto a ella en el momento del atentado y recibió un solo tiro, pero fue suficiente para acabar con su vida.
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Este era un perrito que hace muchos años deambulaba por las calles, sin ley, hasta que los representantes de la ley lo adoptaron, hace unos siete años, y se convirtió en la mascota de los policías. Siempre permanecía con ellos, andaba con ellos y no era, sino que abrieran la patrulla para que él se montara antes que ellos. Cuando los uniformados eran relevados y llegaban nuevos compañeros, estos mantenían el compromiso de cuidarlo.
Este miércoles en la mañana los policías y otras personas de Valdivia lo sepultaron en un área cercana al comando y, de acuerdo con el alcalde Molina, la intención es rendirle un homenaje después de que la situación de miedo esté completamente controlada.
Esto debido a que los agresores dejaron una bandera del Eln y varios artefactos explosivos a unos cien metros de la estación de policía que deben ser desactivados o detonados de manera controlada. Al mediodía de este 11 de junio aún no había llegado el personal experto para acometer esa peligrosa labor. “Todo indica que son granadas artesanales”, añadió Molina.
