Lo mínimo que podemos hacer al recibir un regalo es manifestar nuestro agradecimiento. Norma elemental de cortesía que no riñe con los ideales ni obliga a renunciar a principio alguno.
De ahí nuestra sorpresa ante el gesto de algunos estudiantes de la Universidad Nacional de Bogotá, cuando el banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo hizo entrega del edificio que lleva su nombre y que el egresado donó en su totalidad como una manera de devolverle a la institución lo que en su momento recibió.
Los estudiantes en mención manifestaron su desacuerdo: pintaron las paredes del lugar y le causaron daños al carro del empresario.
Puede que discrepen del banquero y sus negocios, pero así no se recibe un regalo.
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