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DÍA DEL PUNTO Y COMA

  • ÓSCAR DOMÍNGUEZ G. | ÓSCAR DOMÍNGUEZ G.
    ÓSCAR DOMÍNGUEZ G. | ÓSCAR DOMÍNGUEZ G.
11 de abril de 2012
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Pasó sin romperse ni mancharse el día del amigo, sugerido para alguna fecha de marzo. Esa celebración, con el alias de amor y amistad, tiene su tiempo bajo el sol de septiembre.

No nos dejemos imponer el tal día del amigo. No dejemos "fenalquizar", es decir, perratiar la amistad con celebracioncitas menores.

Las hay suficientes en un país donde celebramos todo. Los periodistas celebramos varias veces al año. Podríamos regalar una.

Difícil encontrar un país donde haya más festividades. Estamos capando libro Guinness como los que empinamos más el codo por cualquier pretexto. Hasta tenemos puentes Emiliani para que el jolgorio sea más prolongado.

Vivimos en un eterno tufillo entre la fiesta que ya pasó y la que se ve venir.

Al paso que vamos habría que celebrar también el día del nuevo mejor amigo. O del nuevo peor enemigo. O darle la bienvenida al día del corrupto, del contratista, del pedófilo, del vándalo del Transmilenio.

Si prospera la multiplicación de jolgorios tendríamos el día del adúltero, del que pasa por la acera de enfrente, del "proustático", del ateo, del operado de la envidia.

Del amigo personal del punto y coma. Del enemigo personal de las comas, o de los adverbios. Del divorciado o soltero cero kilómetros. Del que repitió epístola.

Al amigo no hay que celebrarlo. Suficiente tenerlo, amarlo, padecerlo. Puede permanecer en el cuarto de sanalejo de la memoria.

De hecho, son más los amigos que no figuran en nuestra memoria diaria. No por eso pierden su vigencia en el disco duro de nuestras entretelas.

De pronto uno está descuidado pensando en los huevos del gallo, o en los de la seguridad democrática, y pum: irrumpe la figura del amigo que tiró la piedra de su amistad, dio una mano, encimó un abrazo, un beso, y se esfumó sin pasar factura.

Los mejores amigos son los de antes del Nobel, proclamó el fabulista de Aracataca.

La amistad es repetición, sensación de lo ya oído, dicho, visto. Al amigo le contamos la misma historia mil veces. Y no nos retira el saludo ni la mirada. De pronto le adicionamos a esa historia contada un adjetivo inodoro, o un insaboro sustantivo. Si mucho nos dirá, benévolo: Bienvenido al olvido.

Los mandatarios made in USA han empequeñecido la voz amigo: A cualquiera que se convierta en su ventrílocuo lo gradúan de "líder fuerte" y le enciman el manoseado "my friend". El presidente Obama se encontrará en Cartagena con sus mejores amigos y enemigos.

"Mis amigos, sí hay amigos", pero no hay que estar proclamándolo a la rosa de los vientos.

Los verdaderos amigos caben en una mano, a juicio de la editora Nobel, Carmen Balcells. Y sobran dedos para ponerle la mano al bus. Por todo lo anterior, manos fuera de los amigos. No más celebracioncitas.

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