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No están los muertos. Está el dolor, está la tristeza, está la historia. Está el silencio. No están los cuerpos. Ni los nombres. Es una Plegaria muda hecha por Doris Salcedo.
Las mesas tienen una longitud muy parecida a la que tiene un ataúd. Ella misma, Doris Salcedo, la artista, las armó. Aunque no es un trabajo en solitario. Participaron arquitectos, ingenieros y jardineros. Es exacta.
Una mesa encima de la otra. En la mitad tierra. En la tierra semillas de pasto. Un mes de espera y el pasto empieza a salir por entre la madera. La obra está lista para verse.
Plegaria Muda. Madera, concreto, acero y pasto. 2008-2010. No obstante la instalación empezó antes, en 2004, con el proceso de investigación y reflexión.
La idea llegó en un recorrido por los guetos de Los Ángeles y un informe oficial donde se hablaba de más de diez mil muertes violentas de jóvenes, en 20 años. Doris se interesó por la violencia de las pandillas juveniles y la relación entre el rol de la víctima y el del victimario, que se intercambian con facilidad. Supo entonces que no era una situación específica. A pesar de ser lugares diferentes, no era distinto a lo que pasaba con los jóvenes en áreas marginales de ciudades colombianas.
"En Plegaria Muda intento articular diferentes experiencias e imágenes que forman parte de la naturaleza violenta del conflicto colombiano. También deseo conjugar una serie de eventos violentos que determinan la imparable espiral de la violencia mimética y fratricida que distingue los conflictos internos y guerras civiles en todo el mundo", escribió la artista en un texto en 2011.
Luego hay otro hecho particular, colombiano, que contó ella en el mismo escrito, que revisó entre 2003 y 2009: 2.500 jóvenes provenientes de zonas marginales fueron asesinados por el Ejército. "Había un sistema de incentivos y prebendas por parte del gobierno colombiano al Ejército, si ellos demostraban un mayor número de guerrilleros muertos en combate. Ante este sistema de prebendas e incentivos, el Ejército comenzó a contratar a jóvenes de zonas remotas y marginales ofreciéndoles trabajo y transportándolos luego a otros sitios donde los asesinaban y luego presentaban como "guerrilleros N.N: dados de baja en combate".
Hechos, más conocidos ahora, como falsos positivos.
Doris se entrevistó con algunas madres que tenían hijos desaparecidos. Las acompañó durante meses. Conversó de ese proceso de reconocerlos en las fosas donde habían sido enterrados. Estuvo con ellas en la elaboración del duelo y en la búsqueda de justicia. Después hizo Plegaria Muda.
"La muerte de cada joven genera una ausencia y cada ausencia demanda una responsabilidad con respecto a los ausentes, ya que su única posibilidad de existir es dentro de nosotros, en el proceso mismo de la elaboración del duelo. Plegaria Muda es un intento de elaboración de dicho duelo, un espacio demarcado por el límite radical que impone la muerte. Un espacio fuera de la vida, un lugar aparte, que recuerda a nuestros muertos".
La obra es un cementerio. Las mesas son un ataúd. Cada uno es un cuerpo de los que se encontró en las fosas comunes. Ninguna pieza tiene un nombre, pero precisa la artista, está sellada, tiene un carácter individual, que tiene que ver con un ritual funerario.
La repetición, las muchas mesas, busca hacer énfasis, hacer sentir dolor, hacer pensar en esas muertes que se repitieron, que fueron innecesarias, que para muchos, la mayoría, fueron irrelevantes.
En contraste está ese pasto que crece, que hay que cuidar. La obra de Doris Salcedo aunque hable de muertos y de dolores, está viva. Porque el pasto habla de abandono, pero también de esperanza: hasta en los lugares menos pensados, más áridos, la vida vuelve a crecer. También tiene que ver con el no olvido.
José Roca, el curador de arte y dueño del centro cultural Flora Ars+Natura, donde se muestra la instalación de la colombiana, explicó a Cromos que cada mueble es índice de un cuerpo ausente: "Cuando vemos una silla imaginamos un cuerpo que no está, pues la silla tiene la forma para recibirlo, se amolda a él".
Las mesas se organizan en un recorrido, que cambia según el espacio. Plegaria Muda es una obra itinerante. Ya estuvo en México, en Italia, en Reino Unido. Son 162 piezas, si bien en Flora Ars+Natura se exhiben seis. El recorrido es incómodo. Debe sentirse encierro. La luz es poca. Hay silencio. Debe sentirse como un cementerio, como una sala de velación.
"Plegaria Muda —sigue el texto de la artista— busca enfrentarnos al duelo represado y no elaborado, a la muerte violenta cuando es reducida a su total insignificancia".