El año 2012 comenzó con unas expectativas optimistas en materia de crecimiento económico. Se pensaba, tal vez influenciado por los excelentes resultados de finales del año pasado, que las cosas, aunque un poco menos sobresalientes, podrían ser favorables.
Con el paso de los meses, el país y las autoridades económicas se dieron cuenta de que las condiciones internas y externas no favorecían un crecimiento sostenido. Esto llevó a una revisión a la baja de los pronósticos.
Al momento, y como consecuencia del bajo crecimiento del PIB durante el tercer trimestre del año (2,1 por ciento), las previsiones para el año completo se ubican, en promedio, alrededor del 4,0 por ciento.
De esta forma, la desaceleración progresiva de la economía fue el fenómeno predominante durante 2012.
Aunque en un principio, y a cuenta de los temores frente al crecimiento acelerado del crédito de consumo y los altos precios de ciertos activos, dicha desaceleración fue inducida por las decisiones de política económica. Con el tiempo, y en razón a diversos factores, las cosas evolucionaron de tal forma que, en los últimos meses del año, la Junta Directiva del Emisor se vio obligada a revisar la política monetaria y a comenzar un nuevo ciclo de tasas de interés a la baja.
A pesar de las menores tasas, el crecimiento del país se ubicará ligeramente por encima del promedio de América Latina, que se estima en 3,7 por ciento. Pocas naciones, como Chile, Panamá, Perú y Uruguay, tendrán tasas superiores al promedio. El gigante Brasil no crecerá más allá del 1 por ciento.
Infortunadamente, durante el año 2012, las autoridades económicas colombianas no consolidaron un manejo de la tasa de cambio que evitara que el fenómeno de la revaluación ocasionara daños irreparables en los principales sectores transables.
Con el paso de los meses, y por diversas circunstancias, entre las que se cuenta la falta de eficacia de las políticas y del gasto público, las denominadas locomotoras del desarrollo perdieron potencia, como es el caso de la minería, o no lograron avanzar al ritmo esperado, como ocurre con la infraestructura, la construcción y la agricultura.
Respecto a la demanda, resulta alentador que el consumo interno no haya tenido un debilitamiento pronunciado. A septiembre de este año crecía al 4,4 por ciento. Sin embargo, en el sector externo se ha registrado una desaceleración progresiva de las exportaciones y las importaciones.
En materia de generación de empleo, en 2012, las cosas no empeoraron y, por fortuna, durante los últimos meses el desempleo se ha mantenido en niveles de un dígito. El problema que se tiene es que los nuevos puestos de trabajo que se crean no son de buena calidad y predomina la informalidad.
Por su parte, la inflación ha tenido un comportamiento mejor de lo esperado y se estima que cierre el año ligeramente por debajo del 3 por ciento, que es un resultado muy favorable.
A todas estas, la inversión extranjera se mantiene en niveles altos, lo que indica que continúa la confianza externa en el país.
De esta forma, el balance de la economía colombiana durante 2012 se muestra, dadas las circunstancias que se han vivido a nivel externo, relativamente favorable, pero este pudo ser mejor si el Gobierno se hubiera mostrado mucho más eficaz en la ejecución del gasto público y si se hubieran implementado políticas más activas y coherentes que alentaran la marcha de varios sectores.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6