Desde Guayaquil, su ciudad natal, adonde viajó para esperar los resultados, Correa formuló un llamado de "unidad" al país y aseguró que quienes "mintieron y trataron de engañar" en la campaña "tendrán que rendir cuentas".
"Hoy Ecuador ha decidido un nuevo país, las viejas estructuras fueron derrotadas; esta es la confirmación de esa Revolución Ciudadana que ofrecimos al pueblo en el año 2006", dijo Correa en su discurso al referirse al año en que ganó las elecciones.
En una efusiva declaración pública aseguró que sus primeras palabras son de "gratitud a Dios que siempre acompaña a los hombres de recta intención; al pueblo que no se dejó convencer por la desinformación, manipulación y amargura y ha dado un 'sí' contundente lleno de alegría emoción y esperanza".
Entre un 66 y un 70 por ciento de ecuatorianos aprobó este domingo el proyecto de la Carta Magna redactado por la Asamblea Constituyente, según sondeos a pie de urna de varias encuestadoras.
El Tribunal Supremo Electoral aun no ha dado los primeros resultados oficiales, aunque ha señalado que confía en poder escrutar hoy mismo el 50 por ciento de los votos.
Lo dicen los sondeos
Los ecuatorianos habrían aprobado este domingo en referendo por una amplia mayoría la nueva Constitución que impulsa el presidente Rafael Correa para acelerar sus reformas socialistas, según sondeos a boca de urna.
De acuerdo a dos encuestas, la nueva carta magna -rechazada por la Iglesia Católica, gremios empresariales y una debilitada oposición- habría obtenido entre un 66 por ciento y un 70 por ciento de los votos, lo que marcaría un histórico giro a la izquierda en el inestable país andino.
La Constitución otorgaría a Correa, un economista de 45 años formado en Estados Unidos y Europa aliado del mandatario venezolano, Hugo Chávez, un mayor control sobre sectores económicos estratégicos y ampliaría su influencia sobre las instituciones, las cortes y el Ejército.
Además abriría la puerta a su reelección por dos nuevos períodos, lo que enardeció a la desperdigada oposición.
El rechazo a la carta magna habría sumado entre un 30 y un 34 por ciento de votos en contra, blancos y nulos, de acuerdo a los estudios, uno de los cuales fue encargado por el Gobierno.
Desde los remotos pueblos indígenas de la Amazonía hasta las exóticas Islas Galápagos, casi 10 millones de los 14 millones ecuatorianos estuvieron llamados a votar en el referendo, que se desarrolló sin incidentes.
De confirmarse las encuestas, el carismático gobernante afianzaría su estabilidad al frente del pequeño país que ha visto caer a tres presidentes en la última década en medio de violentas protestas populares.
"La decisión que tome hoy el pueblo ecuatoriano decidirá el modelo de sociedad en el que viviremos en adelante", dijo Correa en el inicio de una asoleada jornada electoral que puso fin a una maratónica campaña marcada por el duro choque verbal y mediático con sus críticos, pero sin episodios de violencia.
Según la oposición, la nueva carta magna daría demasiados poderes al Gobierno, en tanto que la Iglesia la considera "abortista" y "contra la familia" por dejar establecido que una mujer tiene derecho a decidir cuántos hijos tener y permitir las uniones civiles entre personas del mismo sexo.
"Desde aquí vaya nuestro saludo al Ecuador que se libera y a su líder el presidente Rafael Correa. Viva el Ecuador libre, bolivariano, sucrista!", dijo Chávez en un acto en Venezuela.
Sin embargo, pese a su sintonía política con Caracas, expertos ven a Correa como un socialista más moderado que ha alejado la posibilidad de nacionalizar los recursos naturales del país y que exhibe una crítica pragmática hacia Washington.
Consciente de que sus promesas sociales necesitarán de grandes inversiones, el mandatario ha moderado su amenaza de cesar el pago de la deuda "ilegítima" y las duras negociaciones que lleva con las multinacionales buscan mayores ingresos para el Estado, pero también la permanencia de las firmas en el país.
Mensaje de cambio
Aupado por las esperanzas de cambio, el discurso de Correa ha levantado grandes expectativas en un país desencantado con los partidos tradicionales y por Gobiernos que fracasaron en reducir la alta pobreza.
Además, según el Poder Ejecutivo, la nueva carta magna promete mayor participación de los ciudadanos en la toma de decisiones, y promueve incrementos en las partidas sociales en educación y salud.
"La nueva Constitución da alternativas para todos. Yo voté por la esperanza", dijo José Chica, veterinario de 47 años, quien sufragó en una humilde barriada del norte de Quito, donde indígenas y mestizos hacían filas en los centros de votación.
Tras 20 meses en el poder, el líder de 45 años conserva elevados niveles de popularidad, sobre todo entre la mayoría pobre del país a la que ha destinado multimillonarios proyectos sociales financiados con la renta petrolera, un factor que analistas consideran clave en los comicios del domingo.
Sin embargo, los oponentes de este ex profesor universitario advierten que el texto otorga atribuciones excesivas a un líder que consideran "dictatorial" y al que acusan de seguir los pasos radicales de Chávez.
"Tengo miedo de que pase lo mismo que en Venezuela, más pobreza y más desempleo. Se va a ver muchas cosas malas como el aborto y el matrimonio de homosexuales", dijo Teresa Pin, de 25 años, quien votó "un No rotundo" pese a que trabaja en uno de los programas sociales del Gobierno en Guayaquil.
La dispersa oposición podría lograr una simbólica victoria en la ciudad porteña de Guayaquil, su fortín electoral, desde la que promete resistir el "socialismo autoritario" de Correa.
Sin embargo, expertos descartan que se pueda producir un episodio similar al de Bolivia, donde la oposición trata de evitar las reformas constitucionales socialistas que promueve el líder indígena Evo Morales exigiendo la autonomía de las ricas regiones donde gobiernan.
Correa parecería caminar a ser el primero de los autoproclamados socialistas del siglo XXI que logre modificar la carta magna, luego de que el mandatario venezolano fracasara en un referendo en el 2007 y mientras Morales sigue trabado en su batalla política.