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El Bombardero cuelga el cañón

10 de julio de 2009
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Cuando el padre de Iván René Valenciano fue a negociar la contratación oficial de su hijo con Junior después de haber jugado varios partidos y marcado 8 goles a sus 16 años, el propietario del equipo rojiblanco, Fuad Char, consideró que la cantidad pedida por Ariel Valenciano era excesiva, máxime cuando todavía el muchacho no era una figura conocida.

Ariel Valenciano tenía fe en que su hijo era un diamante en bruto. Aceptó que el club les diera la mitad de lo que pedía, pero le propuso un desafío al dirigente juniorista. "Si él mete 30 goles nos das la otra mitad y si queda de goleador nos das otra cantidad", le planteó Ariel. El presidente juniorista aceptó el reto.

La historia dirá que en 1991 Valenciano marcó los 30 goles prometidos y salió goleador del torneo.

Ahí comenzó una carrera que lo llevó a Junior, Medellín, Unicosta, Bucaramanga, Cali, Unión Magdalena y Millonarios en Colombia; Atalanta (Italia), Morelia y Veracruz (México), Olmedo (Ecuador), y Gama (Brasil), en el exterior.

Este sábado, tras marcar 217 goles en los torneos colombianos, el Bombardero colgará el cañón junto a sus amigos en un partido que comenzará a las 5:30 de la tarde en el estadio Metropolitano, donde se cansó de hacer goles con la camiseta de Junior.

- ¿Qué piensa antes de su partido de despedida cuando mira atrás y ve toda una trayectoria en el fútbol colombiano?
Siento alegría. Cuando uno hace lo que más le gusta y aparte te pagan por eso, lo que se siente es alegría. Cuando uno arranca en esto no piensa que va a ser jugador profesional, uno juega porque le gusta, porque le encanta.

- Los momentos más felices que vivió…
Todos. El haber debutado en el 88 y haber marcado gol, el poder haber sido campeón con Junior dos veces, poder haber salido goleador tres veces, haber jugado un Mundial, unos Juegos Olímpicos, todos son momentos de satisfacción.

- ¿Es cierto que cuando debutó con gol pensó que en su barrio lo iba a recibir una multitud?
Es lo que me imaginaba. Hacer el gol en la capital, debutando con 16 años. Pensé que todo el mundo en Simón Bolívar debía estar pendiente del partido y me iban a reconocer apenas pasara por el barrio. Me bajé en la calle 30 con tremendo bolso y pasé y nadie me dijo absolutamente nada.

- ¿De qué se arrepiente?
Hubiera llegado mucho más lejos si me hubiera cuidado en la parte alimenticia, tener más disciplina y no pensar que los goles me salvaban la papeleta cuando estaba gordo. Si hubiera tenido la responsabilidad para encarar las cosas de una manera más seria, no hubiera marcado 217 goles sino muchos más o me hubiera mantenido en Europa mucho más tiempo.

- ¿Eso fue lo que pasó en Italia?
Creo que lo de Italia fue inmadurez, no fue la parte de la disciplina alimenticia. Llegué con una edad en que era ídolo en Colombia, tenía el reconocimiento de todos. Llegué a un fútbol donde el técnico te dice que no te va a tener en cuenta. Si hubiera ido con 22 años o 23 y hubiera tenido un recorrido más grande no me hubiera devuelto.

- ¿En qué equipo le hubiera gustado jugar?
En el que jugué, en Junior. Del exterior en cualquiera, no tenía un equipo en particular. Ahora sí, los futbolistas piensan en jugar en el Real Madrid, en el Chelsea, Barcelona. Yo no. Yo estaba en el equipo de mis amores y me sentía a gusto. Antes no pensaba en esa posibilidad

- Un arquero al que tuviera de hijo…
A Óscar Córdoba. Le hice 13 goles, fue al que más le hice goles en el fútbol colombiano.

- Un equipo donde no le haya ido bien…
Millonarios. No tuve una actuación buena. No llegué bien preparado, me costó adaptarme, no fui en las mejores condiciones para afrontar un torneo, llegué sin pretemporada.

- ¿Le quedó el sinsabor de la mala actuación en el Mundial del 94?
Jugar un Mundial y quedar eliminado en la primera ronda, en la segunda o en semifinal, es una satisfacción. Porque un Mundial se juega cada 4 años, no es fácil clasificar. Solamente con el hecho de estar en un Mundial y jugar en unos Juegos Olímpicos, es ganancia.

- ¿Qué pasó en ese mundial, se dijo que hubo indisciplinas, apostadores?
Nos creíamos campeones como el Junior se creyó campeón antes de jugar con el Once Caldas. Habíamos hecho una campaña excelente en la preparación, Pelé había dicho que éramos favoritos y nos creímos todo el entorno, que íbamos a llegar a los primeros lugares.

- Un defensa que le haya dado problemas…
Que yo me acuerde no. Yo analizaba los defensas que había, pero a todos les hice goles.

- Los hinchas de Junior sentían que con usted frente a un cobro tiro libre había medio gol conseguido. ¿Usted también sentía esa confianza?
No era sólo los tiros libres. Yo pensaba lo mismo, era la confianza que me tenía como para encarar las cosas, entraba convencido de que iba a marcar gol, pero no solamente era yo, era la gente que me rodeaba: Pacheco, Mackenzie, El Pibe, Ferreira, Montesinos, Niche Guerrero, Lucho Grau.

- ¿Se asustaba con los regaños que le hacía el Pibe?
Al principio sí, se llenaba uno de temor, de inseguridad. Después comencé a conocer a Carlos, y él tenía razón en las cosas. Me decía, ‘si no haces el que te ponga, nos liquidan’. Yo decía, ‘si lo boto este man me va a regañar, tengo que asegurarlo’. Eso influyó bastante en que tuviéramos un rendimiento parejo.

- Usted ha dicho que en las concentraciones subían comida, ¿cómo lo hacían?
Teníamos siempre un ‘calanchín’ (mandadero), pero siempre compartía habitación con Víctor (Pacheco). Nos engordamos los dos, hubo un momento en que tuvimos que hacer una pretemporada los dos aparte, en pleno torneo, porque nos gustaba comer bien. La gente nos decía que éramos indisciplinados, que nos íbamos a tomar trago, pero nunca antes de un partido, siempre posterior a un partido.

- ¿Y qué comían?
Comíamos desde hamburguesa, perro caliente, chicharrón, hasta pescado. La pedíamos a veces a nombre de otra persona, teníamos un amigo que nos la envolvía en ropa.

- ¿Alguna vez metieron mujeres y alcohol en los hoteles?
Nunca. Para eso había tiempo, uno termina un partido y eso lo puede hacer el domingo o el lunes, que era cuando salíamos o tomábamos, nunca un jueves ni un viernes, porque era ser irresponsable.

- ¿Después del fútbol qué pasará con usted?
Voy a seguir con el fútbol. Voy a hacer un curso, prepararme y trabajar dentro del fútbol como asistente, preparador de delanteros. Con todo lo que uno aprendió y lo que puede aprender estudiando, uno puede devolverle a las nuevas generaciones algo de lo que sabe.

- ¿Qué le hubiera gustado ser si no hubiera sido futbolista?
Nunca me imaginé jugando fútbol, lo que jugaba era baloncesto y tenía becas, la posibilidad para estudiar.

- ¿Un técnico que lo haya marcado?
El profe Julio (Comesaña). Siempre le estaré agradecido, me dio unos ‘tips’, me enseñó cosas. Con los otros técnicos que tuve ya yo estaba hecho.

- ¿Cómo vivieron las horas previas al 5-0?, ¿se imaginaban ese resultado?
Estábamos tranquilos. Teníamos la tranquilidad y la confianza del equipo que teníamos, éramos sólidos, fuerte en defensa, contundentes en ataque, no teníamos dudas. Cuando llegamos teníamos la certeza de que íbamos a sacar un buen resultado, pero nunca nos imaginamos que íbamos a ganar 5-0.

- ¿Qué sentía cuando no lo ponían a jugar en la Selección?
Sientes impotencia, pero cada técnico tiene su forma de ser y sus jugadores en los que cree. La rosca es buena, lo malo es no estar en ella. Desgraciadamente eso pasaba y seguirá pasando.

- ¿Un delantero colombiano que admire?
Ahora, Teófilo (Gutiérrez) y Falcao, el jugador de River, que a punta de fuerza y de tenacidad se ha hecho una carrera donde el fútbol es complicado y difícil.

- Nos ha costado el cambio generacional en la Selección…
Y nos va a costar, porque antes había sentido de pertenencia por la camiseta de la Selección. Lo primero que queríamos hacer era ir a la Selección Colombia, cuando estaban Asprilla, Aristizábal, Trellez. Todos demostramos en los clubes que podíamos estar en la Selección Colombia. Ya los jugadores no necesitan pasar por la Selección, ahora si tienes un torneo bueno, un buen representante y contactos en el extranjero, te venden y se acabó el problema, y ¿qué pasa después? Ya el jugador tiene un buen contrato y no necesita la Selección Colombia.

- ¿Le dolía cuando le marcaba goles a Junior?
La única vez que le hice goles a Junior que no me sentí mal fue cuando el ‘Zurdo’ López me sacó del equipo. Le dijo a los directivos que no me necesitaba, que él se quedaba con Henry Vásquez, que no pagaran el préstamo que le tenían que pagar a Morelia. Eso me indignó. Me dolió, lo único que hicieron fue perjudicarme a mí, quedé prácticamente tres meses sin jugar y sin cobrar. Me fui al Medellín y jugamos contra Junior, el técnico era el ‘Zurdo López’ y le hice tres goles. Ha sido la única vez que he gritado los goles con fuerza, con rabia, no al club sino al técnico. De resto, cuando le hacía goles sentía como cuando tú le pegas a tu hijo.

- En Medellín lo quieren mucho…
Vivo allá, tengo a mi esposa de allá, que se llama Adriana Patricia Yepes, a Jacobo, mi último hijo. La gente en Medellín me propuso hacer mi partido de despedida allá y estoy agradecido con ellos.

- ¿Alguna vez le ofrecieron plata para que no hiciera goles?
Nunca. Y si alguien me hubiera dicho que por plata no metiera goles, ¡no!, ¿me van a quitar lo que más me gusta? Ni por toda la plata, para un jugador es muy difícil mentirle a una afición, a un país, a uno mismo. Antes sí, ahora no. Antes estaba la gente fuerte en el fútbol que tenía el poder económico para intimidar y aunque no quisieras te tocaba. Ahora son puras especulaciones.

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