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El camino para conocerse está en el bonsái

Desde miniaturas hasta grandes formatos de árboles se pueden apreciar en la exposición 13 de bonsái en Sandiego. Aprenda de esta técnica que busca ayudarle a crecer en su interior.

03 de agosto de 2010
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Los bonsái no son solo árboles en miniatura. Este arte milenario que se originó en China hace unos dos mil años es toda una filosofía de vida, un puente entre lo divino y lo humano, el cielo y la tierra.

Así lo entiende Oswaldo Copland, experto en esta técnica y director de la décima tercera exposición de bonsái en el centro comercial Sandiego, donde se ha convertido en un patrimonio referente de ciudad, y en el evento cultural más recordado de este centro.

"El bonsái es la interrelación entre el árbol y la persona, el camino del autoconocimiento, como pueden ser las artes marciales, un rosario o una misa. Es aquello que te permite encontrarte contigo mismo", explica Copland.

Precisa que no se trata de una simple siembra, sino de toda una filosofía de vida en la que el árbol representa al hombre.

"La poda, el riego, la remoción de malezas hacen que la persona viva el aquí y el ahora y que su mente se convierta en un punto".

Agrega entonces que el bonsái no es sinónimo de un árbol pequeño, "sino de un árbol a escala. Aquí la calidad no se mide por el tamaño, sino por lo que expresa a través de la estética, y de lo que comunica".

Ciertamente no hay que hablar cuando se aprecia una exposición de 150 ejemplares como los que hay este año, desde verdaderas miniaturas, hasta aquellos de grandes proporciones.

Grupos familiares hasta de dos y tres generaciones se ven extasiados frente a estos árboles, como la familia Gutiérrez (Jesús y su señora Elena, su hija Sandra y su nieto Jacobo), quienes afirmaron con caras radiantes, que "esto es lo más bello que hemos visto en la Feria de las Flores".

"Lograr esa comunicación no verbal que conmueve y emociona es lo que, para mi, justifica todo el trabajo de un año para realizar esta exposición", precisa Copland.

El año pasado la exposición tuvo como referente al agua y en esta oportunidad es el fuego el que se plantea bajo el concepto de El despertar del dragón.

Simboliza, explica el experto, el fuego interior a través de colores como el dorado, el plata y el negro. Según la filosofía oriental, esta energía sostenedora en los planos visibles e invisibles es la que le da el impulso a los seres vivos, cada día, en sus procesos de aprendizaje y recordación". La exhibición puede disfrutarse a lo largo y ancho de Sandiego, hasta el 8 de agosto.

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