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El cartel de los pesados

  • El cartel de los pesados | Juan José Hoyos
    El cartel de los pesados | Juan José Hoyos
31 de julio de 2010
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La historia empieza con la voz de un hombre afanado que habla por un radio portátil. En el fondo se oyen los ruidos del aparato y las interferencias cuando cambian de frecuencia. Parece una película. La voz manda un saludo a la familia Solórzano y a don Israel. Enseguida empieza la música de un acordeón y una voz canta: "5-3 contesta el radio / que te va a marcar el 8. / Va a ve' un cambio de frecuencia / porque se cayó un 28 / mientras nos acomodamos / hay que estar pendientes todos. / No los quiero acelerados / sereno les dice el 1 / les voy a dar instrucciones / nos vemos en 10 minutos / va a ver ajustes de cuentas / tráiganse los carroscuros?"

La voz es de Larry Hernández, un cantante de narcocorridos de las últimas generaciones: la música que está narrando a su modo, en medio de matanzas y polémicas, la tragedia que vive México. La que ha sido prohibida por las leyes. La que este año causó el asesinato del cantante Sergio Vega, "El Shaka", en una carretera de Sinaloa. "El Shaka" fue atacado a tiros por un grupo de sicarios cuando manejaba su Cadillac rojo. Vega era famoso en los estados mexicanos de la costa del Pacífico, y entre los inmigrantes en Arizona, Nuevo México y Texas, por canciones como "El señor de la Plaza" y "Luto en el Cielo", basadas en la vida y la muerte de capos de la droga como Amado Carrillo o los hermanos Beltrán Leyva.

Los carros como el Cadillac de "El Shaka" son protagonistas de muchas letras de corridos prohibidos. De hecho, una de las primeras canciones que volvieron famoso el género se llama "La banda del carro rojo", compuesta por Paulino Vargas, un músico mexicano que estuvo preso durante varios años. Después de la del carro rojo aparecieron varias con el tema de las camionetas: la Blazer, la Bronco, la Toyota. En ellas se hablaba de traiciones, persecuciones, balazos, matanzas, duelos a tiros con la policía? Y hubo millones de discos vendidos. Ahora hay hasta cantantes muertos.

Con el paso del tiempo, los títulos de los narcocorridos se han vuelto más explícitos: "El cartel de los pesados", "La gente del señor", "Lista negra", "El Talibán", "El más bravo de los bravos". Las letras, también. Uno de los que ahora están de moda dice: "Acá la mafia es la ley, porque ella lo ha demostrado, con el dedo en el gatillo"?

Los orígenes de esta clase de canciones, según los estudiosos de la música popular, se remontan a 1976, cuando Los Tigres del Norte alcanzaron la fama cantando "Contrabando y traición", de Ángel González, una historia sobre una jefe de una banda llamada Camelia La Texana, y "La banda del carro rojo", de Paulino Vargas. Después hubo una avalancha de canciones: "Ya encontraron a Camelia", "El hijo de Camelia", "Margarita la de Tijuana", y las dedicadas a las camionetas: "La Blazer", "La camioneta gris", "La Bronco negra", "La Toyota negra".

El narcocorrido es un hijo del viejo corrido mexicano. Según José Manuel Valenzuela Arce, "el corrido surgió hacia mediados del siglo XIX como parte central del repertorio cultural popular. Dentro de una población mayoritariamente analfabeta, el corrido fue crónica, diario, constancia e interpretación de los eventos, y escenario de las tragedias". En la revolución mexicana, el corrido continuó siendo crónica y diario, esta vez con héroes populares como Pancho Villa y Emiliano Zapata.

Hoy en México hay unos ocho mil grupos dedicados a cantar narcocorridos. El gobierno ya no sabe qué hacer con ellos. Para empezar, ha prohibido la difusión de su música por la radio. También ha emprendido acciones judiciales contra algunos, como Los Tucanes de Tijuana, por canciones consideradas como apologías del delito. Hace unos meses, en un concierto público, fue censurada una canción de Los Tigres del Norte. Molestos con la medida, Los Tigres dieron un concierto a bordo de un avión Airbus 320, con capacidad para 173 pasajeros, que voló desde Toluca, en el centro de México, hasta Los Ángeles, en Estados Unidos, donde ellos viven. La aerolínea hizo un concurso para llevar 80 pasajeros gratis. Durante el viaje de tres horas y 40 minutos, los viejos reyes del narcocorrido cantaron buena parte de su repertorio. El final de la historia, por ahora, es como empezó, con música de acordeones: "Salen los carros blindados / con rumbo desconocido / por supuesto bien armados / con cuernos y m-p-5 / al rato hay encobijados / a la orilla de un camino".

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