Hay un deber ser. Un ser como se debe ser. El ser que debo ser. El país será el país que debe ser o no será.
Colombia está fatigada de no ser o de que sus habitantes no le permitan ser como debe ser. Colombia, en este momento, es un ser equivocado. Tiene miedo de sí misma. De su parlamento, de su justicia.
Tiene miedo de sus terroristas, de sus narcotraficantes, de sus delincuentes juveniles, de sus narcotelenovelas, de sus familias en crisis. Los colombianos nos volvimos sujetos de derechos y nos dio miedo ser sujetos de deberes.
No somos disciplinados y por ello no sabemos ser libres. Nunca aprendimos el autocontrol ni el significado de la palabra moral. No somos conscientes de los fines y al no serlo desconocemos los deberes, es decir, la ética. El camino para llegar a ser lo que debemos ser comienza por identificar al otro, por ver en el otro un yo-mismo y así crearemos el solidarismo que es el movimiento social que nos debe unir en el propósito de satisfacer las necesidades básicas.
Entendamos que el cumplimiento de los deberes es la justificación de los derechos. Al cumplir los deberes fundamentales nos justificamos a nosotros mismos y llegamos a ser el que debemos ser.
No olvidemos lo que dijo alguien: si nos tratamos los unos a los otros como lo que somos, seremos peores, pero si nos tratamos como lo que debemos ser, seremos mejores. Si queremos que Colombia cambie, empecemos por cambiar nosotros mismos.
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