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El Gran Cañón del Colorado es una maravilla que eriza la piel

Por tierra, aire o agua es lugar obligado para los turistas que van a Las Vegas, Estados Unidos. Picnic, bodas, paseos, senderismo, escalada, rafting, entre las actividades de su entorno.

  • El Gran Cañón del Colorado es una maravilla que eriza la piel | Naturaleza de todos los colores y formas. Así es el Cañón del Colorado, en Estados Unidos. FOTOS CORTESÍA Y OSWALDO BUSTAMANTE
    El Gran Cañón del Colorado es una maravilla que eriza la piel | Naturaleza de todos los colores y formas. Así es el Cañón del Colorado, en Estados Unidos. FOTOS CORTESÍA Y OSWALDO BUSTAMANTE
10 de julio de 2012
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No pude menos que pensar que estaba frente a una verdadera maravilla de la naturaleza. Daba vueltas, como si estuviera en una rueda loca, para confirmar que, en efecto, lo que veía era real, más no producto de un sueño.

La inmensidad del Gran Cañón del Colorado me erizaba la piel pese a los más de 50 grados de temperatura a los que estaba expuesto, como si gozara en un infierno del que salían llamas de fuego directo a mi rostro. Allí me sentía como una hormiga, chiquitico ante tal magnitud de roca finamente "picada" y dispuesta en formas singulares, pero uniformes. "No puede ser", me decía, mientras repasaba las profundidades del Gran Cañón. Estaba de pie en la punta de un risco, a más de 1.400 metros del fondo, donde apreciaba una delgada hilera de agua que brindaba destellos con el Sol.

Su colorido, soledad, grandeza, me sorprendían gratamente. No solo ver, desde el cielo, la interminable ruta rocosa, salpicada con imágenes fantásticas de "figuras irreales" en paredes verticales como si alguien las hubiera puesto ahí, de una vegetación casi inexistente y de un río casi seco, sino de confirmar que allí hay capacidad de emocionarse.

Estaba, quizás, frente a una especie de relato bíblico que habla de separar las aguas y dejar una grieta profunda que va serpenteando la tierra hasta perderse en el horizonte. Hilillos de agua que, con su recorrido, se iban como engordando.

Este paraíso, que combina los colores ocre y rojizo a lo largo de los 365 kilómetros de longitud, cuesta verlo todo de una vez. Quizás, los turistas como yo que vamos a las carreras, podemos ver una pequeñísima parte de su geografía, pero con ello comprobar que los pedazos de historia y relatos, incluso muchos de ellos convertidos en música, quedan cortos.

Quien viaje a Las Vegas y no se le apunte a un tour semejante se pierde de un paseo singular. Desde que uno se sube al helicóptero para emprender la aventura se traslada a un mundo de cuentos e historia que relata su piloto a modo de guía del aire. "Este lugar es una de las grandes maravillas del mundo. Se encantarán de verlo y de experimentar su clima, belleza natural y colorido", se le escucha a través de los audífonos mientras la aeronave hace su entrada a la franja del Cañón dejando atrás la mole de cemento de Las Vegas.

Lo primero que se percibe, desde arriba, es un tendido verde que se va perdiendo a medida que hace su aparición la formación rocosa. Y aparece majestuoso el río Colorado, como partiendo en dos la franja de tierra. Abajo, algunas embarcaciones recorren el sector. Se ven como pequeños juguetes. Miniaturas en lento movimiento. Y es que están a más de 1.400 metros de profundidad de la parte más alta del Cañón. "Este sitio es visitado por más de 4 millones de personas al año", cuenta el guía.

La impresionante garganta escarpada se va tornando amarillenta, casi dorada, a medida que se recorre el lugar. En tierra firme, se puede comprobar la obra majestuosa de la naturaleza que, no en vano, es considerada una de las Maravillas del mundo como Patrimonio de la Humanidad: pequeños arbustos rompen con su verdor la imagen ruda que brindan los acantilados, de donde salen sonidos parecidos a los de águilas o ardillas, animales que han sobrevivido aquí a las inclemencias del tiempo -ardiente en verano y muy frío en invierno-.

Algo singular es bajarse del helicóptero a hacer un picnic en pleno Cañón, o ir al skywalk y darse un paseo por el puente de vidrio, en forma de una 'u', suspendido sobre el vacío, desde donde se ve el fondo del cañón en un episodio poco apto para quienes sufran de vértigo. O hacer rafting en pleno Colorado o sus afluentes, excursiones por el borde del río, escalar las rocas, viajes dirigidos en avioneta, mula o caballo. Y hasta tener una boda. O, simplemente, dejarse atrapar por los cambios de color de los acantilados a medida que el Sol se va intensificando o desapareciendo en ese laberinto de cañones y quebradas esculpidas en la roca.

Al final, tratando de recordar cada instante del recorrido de casi un día, solo atino a decir que esta visita al Cañón del Colorado resultó ser, además de experiencia única en un lugar impresionante, "algo fantástico y que, a veces no hay palabras para describir tanta belleza".

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