Cuando Carlos José Sánchez va por la calle, todavía le dicen Juan Valdez y le preguntan que si les regala una foto. Y él dice que sí, pero que ya no es Juan Valdez, que es el ex Juan Valdez y pone su sonrisa.
Después de 37 años en los que representó al personaje del café, no es para menos.
Lo que muchos tampoco saben es que Carlos José es pintor y que, incluso, empezó desde cuando estaba pequeño y trataba de copiar los dibujos que hacía la mamá y los héroes de las película que veía en los carteles de cine.
Cuando llegó a Medellín, porque nació en Fredonia, se empezó a rodear de personas que se encantaban con el arte. Y ahí llegó al dibujo publicitario, con el que se ganó la vida mucho tiempo.
Hasta fundó un pequeño taller de artes gráficas, donde hacía serigrafía y decoración. De seguro con ello se familiarizó tanto con los colores, que en su hacer de pintor, se quedó con la acuarela.
La vida de Carlos José tiene historia. Hasta estudió e hizo teatro, tanto que estando de actor en una obra que dirigía Jairo Aníbal Niño, coincidió que estaban buscando a un actor colombiano que se pareciera a Juan Valdez. El personaje de Carlos José era muy parecido. Y ahí se convirtió en el símbolo del café.
Un café para pintar
Representar al personaje no excluyó la pintura. Es más, se hicieron complemento. "Pintaba mucho en los tiempos que me quedaban libres".
Y no solo eso. Ser Juan Valdez le permitió conocer lugares e inspirarse para luego pintar. Por eso en su obra no son ajenas las mulas, los paisajes cafeteros, la arquitectura de las fincas, el trabajo en el cafetal, la molienda y, por supuesto, los lugares mismos.
"Yo fui mucho a Cartagena, porque allá había mucho evento. Había un pueblo muy lindo, adonde llegaban muchos veleros" y que ahora queda en la memoria de sus cuadros. Hasta la catedral de Galicia, España, se ve en detalle en uno de ellos.
Carlos José, en sus viajes, salía con su cámara y tomaba fotos y apuntes y luego pintaba. "Trabajo la acuarela por su facilidad", lo que le funcionaba perfecto cuando era Juan Valdez. Muchas personas le pedían siempre una acuarela de recuerdo, de que él había pasado por ahí y que el café había quedado en su pincel.
Ahora, después de unos tres años de haber dejado el personaje, sigue pintando. Desayuna, lee el periódico, empieza a pintar, almuerza, hace una siesta, vuelve a pintar. Y en la noche, antes de acostarse, se toma "un cafecito y a dormir. A mí me sucede al contrario, el café no me trasnocha". Y lo prepara él, con toda la paciencia.
Sus cuadros están por toda su casa. Son un reflejo de sus viajes, de su Juan Valdez, de su vida, del café y de él, sobre de todo de Carlos José. La acuarela, en últimas, también le saca su conocida sonrisa.
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