Dicen que para cualquier situación difícil en la vida, la paciencia es el mejor remedio y el portero Luis Enrique Neco Martínez sí que se ha llenado de temple para hoy recoger frutos con Nacional.
El guardavallas llegó en enero de este año y, al igual que Sherman Cárdenas, era resistido por la mayor parte de la afición verdolaga. Sobre todo, porque aparecía bajo la sombra de Gastón Pezzuti, portero argentino que dejó huella en la institución verde.
En esos momentos es cuando se conocen los caballeros. Neco nunca se refirió a sus críticas y siempre dijo que a una afición tan exigente como la de Nacional había que cumplirle con trabajo.
Por eso, el pasado domingo 17 de noviembre, cuando el árbitro Imer Machado pitó la finalización del juego final de la Copa Postobón ante Millonarios, el título para él tenía un sabor especial. Además, porque sus manos salvadoras evitaron el empate embajador.
"Conseguimos un nuevo objetivo, pero eso no termina acá, hay que trabajar para los que se viene en los cuadrangulares. Estamos muy contentos". En sus ojos se notaban las lágrimas que estaban por brotar y su voz se cortaba.
Era el reconocimiento a meses de trabajo callado, comprometido y sin perder su alegría, una recompensa más que merecida.
El sueño de la Selección
A sus 31 años sabe que todavía le queda una deuda por saldar con la Selección Colombia. Neco inició el proceso del equipo que clasificó a Brasil, pero ese sueño se fue esfumando para él.
El portero jugó la Copa América de 2011 con Hernán Darío Bolillo Gómez. Ese equipo después quedaría en manos de Leonel Álvarez y el argentino Nestor Pekerman concretaría la ilusión. Pero el Luis Enrique de Necoclí no regresó al combinado patrio.
Él es consciente de que para volver se requiere de continuidad, pero nunca cuestionó las decisiones del técnico de Nacional Juan Carlos Osorio y, por el contrario, las respalda a muerte. "Con el profe hemos aprendido que el que esté mejor antes de cada partido va a tapar. Eso ha permitido una sana competencia entre todos los compañeros y, más que beneficiarnos nosotros, se ha beneficiado el equipo", asegura.
Es un hombre curtido en el fútbol por la experiencia: "los cuatro años que estuve afuera del país, jugando en el fútbol turco, me sirvieron mucho y trato de aprovecharlo acá".
Un hombre maduro
Luis Enrique no esconde sus defectos y reconoce también su época de inmadurez. "Antes de los 22 años tuve una época en la que no entendía que hay que ser primero persona y después futbolista. Con el tiempo comprendí ese concepto e intento aplicarlo en los equipos en los que he estado".
Cristian Bonilla, Franco Armani y Cristian Vargas, sus compañeros de funciones en el arco de Nacional, también tienen un concepto muy positivo de él.
"Siempre está alegre, nunca lo ves de mal humor en una práctica", dice Bonilla.
Armani reconoce en Neco a una persona siempre presta a aconsejarlo: "cuando uno se equivoca, él intenta darte claves para no repetir los errores. Todos nos hablamos y eso sirve para mejorar".
Vargas le guarda gran admiración. "Como arquero es uno de los mejores y como persona es todavía mejor".
La rumba quedó atrás
El Luis Enrique de hoy está lejos de ese niño y joven que creció escuchando reguetón y vallenatos: "esos ritmos están asociados a mi región, porque es una zona de un clima caliente y desde muy pequeño se oye esa clase de música".
Ahora a Neco le gusta la música cristiana y la vida relajada: "toda esa época de la rumba ya quedó atrás, no quiere decir que no me divierta, pero ya pase por eso. Todo va cambiando para beneficio de nuestra vida".
Le da gracias a Dios por todas las bendiciones que le ha brindado y tampoco se olvida de su gente. Intenta ir a Necoclí, uno o cada dos años, pero le gusta manejar un bajo perfil: "Trato de ser precavido, voy y saludo a mis amigos. El escándalo poco me gusta, pero ojalá que haya escándalo cuando Nacional consiga más títulos".
Se siente pleno y, aunque cree que no ha llegado al tope de su nivel y le restan muchos años más bajo los tres palos, sí se reafirma en que para él, esté donde esté, siempre el interés grupal primará sobre el individual
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