No sorprendió, tampoco ganó holgado, y quedó lejos de su propio récord mundial. Pero su luz alcanzó a darle brillo a la lluviosa noche de Moscú. Usain Bolt sigue siendo el Rayo, el rey de la velocidad.
No fue una carrera para grabar y guardar. Pero la final de los 100 metros planos, la prueba reina del atletismo, significó su sexta medalla en la historia. La victoria sobre Justin Gatlin (quien registró 9,85), que por 40 metros estuvo como líder, fue el final esperado para una carrera minada en su previa por las lesiones y los casos de dopaje. El jamaiquino Nesta Carter, un hombre que ya pagó su pena, acabó tercero (9,95).
Un tímido tiempo de 9,77 segundos, lejano de su marca de 9,58, bastó para colgarse su sexto oro. Suena largo, pero solo tres hombres han bajado de ese tiempo, y dos de ellos purgan causas por sustancias prohibidas. Su sexto dorado lo acerca a laos 8 de Carl Lewis en Mundiales.
Esta versión de Bolt no es la misma de los Olímpicos de 2008 o del Mundial de 2009, cuando trituraba sus récords mundiales cada vez que salía a la pista. Pero su encanto sigue intacto, pese a que se demoró varios minutos para que hiciera la tradicional pose del "Rayo", su sello personal. "Fui destinado a correr e inspirar a la gente", dijo el caribeño.
Su carisma es el que ha revivido un atletismo, manchado en la década pasada por figuras entre el dopaje. Sus guayos dorados, sus muecas ante la cámara, su pose victoriosa, lo hace el showman que hoy deja al Mundial como el tercer evento deportivo. Así, ni la lluvia moscovita puede con el Rayo.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6